La onda expansiva rusa

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Stalin, Trotski y la toma de posesión de Donald Trump en la edición de esta semana

Soldados a caballo esperan a los manifestantes frente al Palacio de Invierno en San Petersburgo

Soldados a caballo esperan a los manifestantes frente al Palacio de Invierno en San Petersburgo

Dominio público

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El periodo revolucionario ruso marcó el destino de buena parte del planeta durante el siglo XX. Muchos de los grandes acontecimientos de aquel periodo estuvieron marcados o bien por el ascenso de los bolcheviques o bien por la Guerra Fría.

ZAR NICOLAS II DE RUSIA

El zar Nicolás II 

REDACCIÓN / Otras Fuentes

La precuela. Los cambios sociales y económicos desencadenaron la revolución de 1905, que chocó con la rigidez de un zar dispuesto incluso a disparar contra su propio pueblo. La crisis se cerró (en falso), pero algunos creían en la viabilidad del régimen, eso sí, siempre que no entrara en otra guerra. Sin embargo, Rusia entró de lleno en la conflagración de 1914: el zarismo cayó tres años después y los bolcheviques tomaron el poder.

Diego Rivera, Lev Trotski y André Breton, en México

Diego Rivera, Lev Trotski y André Breton, en México

El factor Trotski. Trotski tuvo un gran protagonismo en la revolución de 1917, pero tras la muerte de Lenin, la pugna por el poder llevó a la cima a Stalin, quien dedicó a partir de ese momento todos sus esfuerzos a perseguir a su antiguo aliado. En 1938, un defenestrado Trotski aún defendía, junto a André Breton, el uso de arte con fines revolucionarios. Faltaban dos años para que fuera asesinado en el exilio mexicano por Ramon Mercader.

Interior de la iglesia de San Agustín

Interior de la iglesia de San Agustín 

Fundación Belchite

Guerra Civil. La presencia soviética en la Guerra Civil y su influencia en el bando republicano tuvieron una gran importancia, en contraposición al apoyo de Hitler y Mussolini al bando sublevado. En Belchite, un gran contingente del gobierno de la República, con abundante material procedente de la URSS, libró una de las batallas más famosas de la contienda. La supervivencia de los icónicos restos de la antigua población está hoy amenazada.

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Un vehículo del ejército norcoreano transportando misiles en un desfile 

EFE

Guerra Fría. Después de la Segunda Guerra Mundial, otra guerra, esta vez llamada fría, condicionó el mundo durante décadas. La lucha entre EE.UU. y la URSS por la primacía global se disputaba en diversos escenarios, uno de los cuales fue Corea, que quedó dividida tras una cruenta guerra. Aunque los combates terminaron en 1953, la paz aún no se ha alcanzado por lo que la lista de encontronazos entre el norte y el sur es muy larga.

Más allá

ACTRICES ESPAÑOLAS AÑOS 30: Hacia 1930.- La actriz y tonadillera española Concha Piquer posa semidesnuda con mantón de Manila.EFE/esl

Concha Piquer en una imagen de los años 30 

EFE

‘Suspiros de España’. Son de sobras conocidos los símbolos del franquismo. Algunos de ellos fueron creados por el régimen, pero de otros, en cambio, se apropió. Suspiros de España, cantada por Concha Piquer, fue uno de ellos, pero el origen de esta canción es muy anterior al franquismo, pues fue una composición de 1902. En la versión original, los suspiros no eran de añoranza, sino que se trataba del nombre de un entonces popular dulce murciano. Leído en el blog Insurrección.

Calentamiento eterno. Interesante animación que recoge las emisiones de CO2 desde 1859 hasta nuestros días por países. Al margen de que la contaminación se ha multiplicado de forma superlativa, las emisiones reflejan también las idas y venidas de la historia, la pujanza y la decadencia económicas de cada Estado o el ascenso y caída de los imperios. Los países desaparecen, pero la polución se queda. Visto en la cuenta de Instagram de Rankingroyals.

Déjà vu

Tomas de posesión. La toma de posesión del presidente de Estados Unidos, conocida como la Presidential Inauguration, tiene por sí misma aires de déjà vu, de una ceremonia salida en algunos aspectos del pasado que ha cambiado relativamente poco a lo largo a lo largo del tiempo. Con el regreso de Trump, que juró el cargo el lunes pasado, esa sensación de repetición es lógicamente mucho más intensa.

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Donald Trump en el momento de jurar el cargo el lunes pasado 

MORRY GASH / AFP

Estos días se han publicado numerosas recopilaciones y anecdotarios sobre este acto, uno de los que mejor transmite el sentido del espectáculo que se manifiesta en todos los ámbitos de la cultura estadounidense. Una de las más interesantes recopilaciones es esta de la institución que preserva el patrimonio del Capitolio.

A pesar de que la ceremonia se repite de forma casi idéntica cada cuatro años (si alguna circunstancia no altera este calendario, y si no que le pregunten a Richard Nixon), sí que es cierto que ha habido variaciones. Por ejemplo, el primer acto de estas características, el que entronizó por primera vez a George Washington, no tuvo lugar en la actual capital federal, sino en Nueva York; John Adams fue el primero en jurar vistiendo pantalones y no medias al estilo del siglo XVIII; la de Theodore Roosevelt fue la primera ceremonia que se hizo con teléfonos instalados en el Capitolio; Harry Truman fue protagonista del primer acto televisado; y Lyndon B. Johnson es el único presidente que ha jurado el cargo en un avión.

También ha dado lugar a comentarios el hecho de que la toma de posesión del lunes fue una de las pocas que se han llevado a cabo en interior y no en un lugar más expuesto como las clásicas escalinatas del Capitolio. El motivo es el temporal de frío que ha reinado estos días en Washington. Aunque esta decisión ha sido objeto de críticas pues otras ceremonias, como la de John F. Kennedy, han sido celebradas en épocas pasadas con climatología adversa, la de Trump no es ni mucho menos la primera que se hace bajo techo.

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