La Convención de Ginebra de 1929, en sus artículos 68 y 69, establece las obligaciones de un país beligerante con respecto a los prisioneros de guerra, y las del país neutral que defiende los intereses de los cautivos, llamado país protector.
Los beligerantes tienen la obligación de devolver a su país de origen a los prisioneros gravemente heridos o enfermos. También deben permitir que comisiones especiales visiten a los prisioneros. Tales comisiones consisten, por lo general, en dos ciudadanos, normalmente médicos, de un país neutral, más un representante del país beligerante en cuestión.
Inglaterra, Italia y Alemania, beligerantes en 1940, habían firmado el acuerdo de Ginebra. En las películas norteamericanas e inglesas no son raras las secuencias en las que llegan comisiones de la Cruz Roja –generalmente, suizas–para inspeccionar un campamento en Alemania o evacuar a algún enfermo.
Fracaso en Dieppe
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el Comité Internacional de la Cruz Roja, o ICRC, se esforzó por impulsar el canje de aquellos prisioneros cuyo estado físico indicaba que debían ser repatriados. En el verano de 1940, los funcionarios del ICRC proyectaron un intercambio de prisioneros alemanes e ingleses. En manos alemanas había unos cuarenta mil ingleses, pero Inglaterra tenía cautivos a muy pocos alemanes.
Como los números estaban en franco desequilibrio (punto que, según los artículos de la Convención de 1929, no era pertinente), Alemania insistió en la devolución desde Inglaterra de ciudadanos alemanes internados que no entraban en la definición de prisioneros de guerra, como, por ejemplo, personal de la marina mercante.

Prisioneros de guerra alemanes capturados en la Segunda Guerra Mundial.
El puerto de canje seleccionado fue Dieppe, en la orilla del canal de la Mancha, es decir, no un lugar neutral, sino un sitio ocupado por los alemanes. De ahí que no se pudiera llegar a un acuerdo y no resultara posible efectuar el canje. No fue hasta octubre de 1943 cuando tuvo lugar el primer intercambio de prisioneros de guerra alemanes e ingleses, llevado a cabo en Barcelona.
Italianos e ingleses en Esmirna
Entre tanto, durante las batallas entre las fuerzas inglesas e italianas en África del Norte, los enemigos llegaron a un acuerdo, con el resultado de que, con fecha de 8 de abril de 1942, bajo la dirección de un delegado de la Cruz Roja, se llevó a cabo un primer canje de prisioneros de guerra en el puerto turco de Esmirna. El éxito inicial de ese intercambio satisfizo las exigencias de ambas partes y también de la Cruz Roja, estimulando una serie de cinco canjes angloitalianos más.
El segundo intercambio tuvo lugar en Esmirna y en Lisboa. En el tercero volvieron a sus respectivos países, también vía Lisboa y Esmirna, 708 italianos y 1.800 ingleses. El cuarto, realizado en Esmirna, concluyó con 2.411 italianos y 400 ingleses repatriados.
El barco hospital italiano Gradisca navegaba constantemente entre Alejandría y Esmirna, ya que los prisioneros italianos se encontraban diseminados en campamentos de Egipto. El total de los intercambios llegó a 12.514 prisioneros italianos y 2.921 británicos (se suele incluir bajo ese título a australianos, neozelandeses, sudafricanos y otros anglohablantes).
Acuerdo con Alemania
Por las exigencias alemanas, hasta el 19 de octubre de 1943 no hubo un acuerdo de repatriación de prisioneros de guerra internados en el Reino Unido y en Canadá y de británicos cautivos en los “stalags”, o campamentos de prisioneros de guerra germanos.
En aquella fecha, el ministro británico responsable pudo por fin anunciar ante la Cámara de los Comunes: “El acuerdo al que se ha llegado y que se está ahora poniendo en vigor es la consecuencia de una negociación prolongada (…). Incluye a todos aquellos soldados de la Commonwealth a quienes las comisiones médicas neutrales han aprobado para que sean repatriados bajo las condiciones de la Convención de Ginebra de 1929. En total, se ha calculado la cifra en algo más de cuatro mil enfermos graves y heridos, de la que la inmensa mayoría pertenece a las fuerzas del Reino Unido, los cuales volverán a su país. Por otra parte, hay canadienses y más de mil australianos, neozelandeses, sudafricanos, indios y otros naturales de diversos países de la Commonwealth que van a ser trasladados desde Alemania hasta Barcelona, de los que casi la mitad están enfermos, mutilados o heridos”.

Los heridos graves, trasladados por la Cruz Roja al barco de su país
El ministro informó de que la cifra total de prisioneros oriundos de la Commonwealth cubiertos por el acuerdo llegaba, aproximadamente, a 5.400. En contrapartida, entre cinco y seis mil detenidos alemanes serían repatriados a su país desde territorios británico y canadiense. Y concluía: “Me veo obligado a declarar que durante todo este proceso de negociación hemos recibido la cooperación constante del gobierno suizo. Estoy seguro de que la Cámara querrá expresarle su profundo agradecimiento”.
Capital de los repatriados
La derrota de las fuerzas alemanas en África del Norte, que dejó a un cuarto de millón de prisioneros suyos en manos británicas, fue la que obligó a Alemania a cambiar su actitud. Había abundantes prisioneros de guerra alemanes en campamentos de Egipto, desde los que serían llevados hasta Esmirna para ser canjeados por indios y australianos.
Además, había que encontrar un lugar de intercambio para los cautivos en Alemania y en el Reino Unido y Canadá. Por algún motivo logístico no explicado, Esmirna ofrecía ciertas dificultades, de modo que, en 1943 y 1944, Barcelona fue la ciudad designada; su buena comunicación con Marsella –y desde ese puerto, por tren, con Alemania– fue un factor clave.
El primer intercambio entre repatriados ingleses y alemanes en la ciudad condal tuvo lugar el 27 de octubre de 1943. El día 25, dos barcos hospitales –el Tairea y el Cuba– fondearon en el puerto de Barcelona con 1.009 exprisioneros de guerra alemanes provenientes de Alejandría. Desde Alemania, por su parte, salieron en tren 454 australianos, indios y otros, con destino a Marsella, donde embarcaron en el Aquileia rumbo a Barcelona. Otro tren salió con 582 australianos, que embarcaron en el barco Djenné.
Los rostros de la libertad
Los cuatro navíos atracaron en el puerto de Barcelona, y, para reducir las distancias, fondearon dos en cada lado del muelle de España, tal como se ve en las fotos de prensa y en los noticiarios de cine de aquellos días.
A las nueve de la mañana del 27 de octubre empezó el desembarco. En los noticiarios se ve a personal sanitario de la Cruz Roja española que presta ayuda a los soldados incapacitados. Las cámaras dedicaron mucha atención a los repatriados indios y africanos, y las autoridades distribuyeron generosamente chocolate, licores y tabaco entre los ya exprisioneros.

Prisioneros australianos esperando el traslado en uno de los canjes realizados en el puerto de Barcelona
En el puerto de Barcelona estaban presentes personajes como la duquesa de la Victoria, dama de la Cruz Roja, el general Moscardó, capitán general de la Cuarta Región Militar, un ministro del gobierno, el alcalde de Barcelona y el gobernador civil de la provincia. Los embajadores alemán y británico se desplazaron para hacer acto de presencia, dando la bienvenida al personal recién liberado de sus respectivos países.
Lavado de cara
Otro canje de prisioneros enfermos, personas gravemente heridas y otras aprobadas por la Cruz Roja se desarrolló entre los días 17 y 18 de mayo de 1944 en el puerto de Barcelona. Cuatro trenes salieron de diferentes sitios en Alemania con prisioneros procedentes de campamentos y hospitales.

Traslado de prisioneros de guerra alemanes
Los convoyes se siguieron a lo largo de la misma línea a intervalos de una hora, hasta entrar en Francia. Tomaron diferentes rutas por ese país, recogiendo a otras personas con derecho de repatriación, hasta llegar a Marsella, donde embarcaron en el barco hospital Gradisca. Finalmente, en Barcelona, la nave echó anclas cerca del Gripsholm, un barco sueco que había llegado hacía poco del Canadá con prisioneros alemanes.
El papel de España en esos intercambios, y la asistencia a los mismos de personajes renombrados, fue destacada en los noticiarios de cine y en las portadas de la prensa nacional, con fotos acompañadas de extensos artículos que planteaban que aquellos canjes representaban algo más que un mero decorado, como si esos eventos humanitarios simbolizaran la vuelta a la esfera internacional del nuevo régimen español.

Noticia del segundo canje de prisioneros en el puerto de Barcelona publicada en La Vanguardia en 1944
Una labor colosal
Como colofón, sería útil recordar algo sobre el proceso observado por los delegados de la Cruz Roja. Estos –ciudadanos suizos, principalmente– tenían que viajar hasta Alemania, el Reino Unido, África del Norte y hasta Canadá, donde los grupos de cautivos serían liberados, estableciendo las listas y verificando que todos los prisioneros que figuraban en ellas habían embarcado.
Igualmente, se aseguraban de que el embarque se efectuase en las mejores condiciones materiales posibles; proporcionaban alimentos y cuidados médicos; viajaban con los repatriados hasta el puerto de intercambio; negociaban con los responsables alemanes, británicos e italianos; y, al final, enviaban un informe completo donde figuraba el total de repatriados y un resumen del proceso, el cual ofrece hoy la documentación primaria de los canjes de prisioneros de guerra habidos durante el conflicto de 1939-1945.