A Adolf Hitler no le gustaba hablar de su familia, a excepción de su madre Klara (nacida Pölzl), a la que idolatraba. Tampoco quería que sus familiares hablaran de él, ya que temía que mancharan la imagen que se estaba construyendo de sí mismo; ni mucho menos que se aprovecharan de su parentesco para medrar. No obstante, sí que tuvo familia directa, pues su padre, Alois, se casó tres veces y engendró ocho hijos, aunque varios murieron en la niñez, algo habitual en aquellos tiempos.
Es muy probable que Adolf mantuviera una tórrida relación con su sobrina Geli Raubal, hija de su medio hermana Angela, que finalizó con el dramático suicidio de aquella el 18 de septiembre de 1931. Durante años, tuvo a su hermanastra como ama de llaves en el Berghof, su residencia en los Alpes bávaros, hasta que esta se atrevió a criticar a su amante, Eva Braun, tildándola de “pava”, por lo que fue expulsada sin contemplaciones en 1935.

Geli Raubal, la sobrina de Hitler, contempla a su tío mientras este descansa
No obstante, fue con su hermana carnal Paula con quien estuvo más unido. Al morir su madre, Adolf tomó sobre sus hombros la tarea de protegerla, hasta el punto de cederle veinticinco coronas, la mitad de su propia pensión de orfandad. Al ser despedida de su puesto de trabajo en 1933, posiblemente a causa de su apellido, le donó una pensión mensual de 250 Reichsmark (RM), que posteriormente dobló, además de otras prebendas, siempre de su propio bolsillo.
En 1936 le sugirió que tomara el apellido Wolf, el mismo que Hitler había utilizado en sus años de lucha, a fin de que no se la identificara. Tras emparejarse con el psiquiatra Erwin Jekelius, implicado en los crímenes de la Aktion T-4, con quien no llegó a casarse, ambos hermanos se distanciaron, aunque siguieron manteniendo una cierta relación. Aparte del partido, al que legó la mayoría de sus bienes, Paula resultó la persona más favorecida en el testamento del Führer.
Sin embargo, no todas las relaciones familiares del dictador alemán siguieron el mismo camino. Su sobrino Leo Raubal, químico de profesión, siempre le acusó de ser el responsable de la muerte de su hermana Geli. Dejó de hablarle, y solo visitaba a su madre cuando su tío estaba ausente. Cuando cayó prisionero en Stalingrado, el Führer no movió un dedo para rescatarlo. Liberado por los soviéticos en 1955, falleció de muerte natural durante unas vacaciones en España en 1977.
Alois, su hermanastro
Bautizado con el apellido materno de Matzelsberger, pues sus padres aún no se habían casado cuando él nació, Alois Hitler, de igual nombre que su progenitor, había nacido en Viena el 13 de enero de 1882, y era ocho años mayor que el futuro canciller.

Alois Hitler, nacido Matzelsberger, hermanastro de Adolf Hitler
Quería estudiar ingeniería, pero su madrastra convenció a su marido de que brindara los recursos para tal menester a su hijo Adolf, por lo que Alois solo pudo desempeñar diversos trabajos de escasa importancia, en los que recibió dos leves condenas por hurto, hasta que decidió emigrar a Irlanda.
Allí conoció a la joven Irin Bridget Dowling, con la que se casó en secreto el 3 de junio de 1910, dada la oposición de la familia de ella. Más tarde, se trasladó a Liverpool. De aquella unión nació, el 12 de marzo de 1911, William (Willy) Patrick Hitler, pero el matrimonio no funcionó ni en lo económico ni en lo amoroso.
Tras montar varios negocios hosteleros sin éxito, Alois marchó solo a Alemania en mayo de 1914, tras hacerse con la representación de una marca de maquinillas de afeitar, pero el estallido de la Gran Guerra dio al traste con su negocio.
Hizo creer a su esposa que había muerto en el campo de batalla, mentira que coronó con otro matrimonio con la alemana Hedwig Heidemann, del que nació el rubicundo Heinz Hitler, a decir de muchos, el sobrino favorito del Führer. Capturado por los soviéticos durante la Operación Barbarroja, este murió en una oscura celda de la prisión moscovita de Butyrka el 21 de febrero de 1942, víctima de las torturas sufridas.

Heinz Hitler, hijo de Alois, hermanastro de Hitler, y Hedwig Heidermann
Concluida la guerra, se descubrió la bigamia de Alois Hitler, pero este salió bien librado. En vez de ir a la cárcel, fue condenado a pagar 800 RM de multa por un tribunal de Hamburgo. Cuando Hitler subió al poder, hizo valer su apellido, y en 1934 abrió el restaurante Alois en la concurrida y berlinesa Wittenbergplatz, en la que los habituales de las SA y las SS le decían: “Heil Hitler, Herr Hitler”, a modo de broma.
Tras el conflicto, Alois fue detenido por los británicos, que constataron que no había tenido nada que ver con la política de su hermanastro. Así, partió a Hamburgo con su segunda esposa, cambiando de apellido para pasar desapercibido hasta su muerte, acaecida el 20 de mayo de 1956. Pero ¿qué había sucedido con su primer hijo?
Patrick, el sobrino díscolo de Hitler
Abandonado por su padre, pero muy unido a su madre, que nunca volvió a casarse, Patrick Hitler siguió la vida de cualquier joven británico de clase media baja. Sus estudios de contabilidad le abrieron las puertas de algunos trabajos como meritorio, hasta que, en agosto de 1929, viajó a Berlín para conocer a su padre. Periplo que repitió dos años después, y en el que vio por primera vez a su tío Adolf, convertido ya en un famoso político.
Tras la llegada de Hitler al poder, intuyó que en Alemania podría obtener la fortuna que Inglaterra le había negado. En la isla su apellido empezaba a causarle problemas, y, de este modo, el 20 de octubre de 1933 se trasladó a la capital del Reich con la intención de establecerse allí definitivamente. Sin embargo, sus proyectos no se vieron consumados.
Solo consiguió un empleo como dependiente en los almacenes textiles DeFaKa, con un sueldo más bien bajo, de lo que informó a su tío a través de Angela Raubal, la hermana de su padre. El canciller lo recibió fríamente en su despacho, y le dispensó un subsidio de 500 RM para sus gastos –el doble de lo que ganaba–, ofreciéndole asimismo un puesto en prácticas en el Instituto de Crédito del Reich, de la mano de Rudolf Hess. Sin embargo, este no tardó en delegar su mentoría en Ernst Wilhelm Bohle, desentendiéndose del joven, prueba evidente de que el Führer no quería saber nada de él.

Adolf Hitler y su hermanastra Angela Raubal, madre de Geli, en una instantánea de 1930
Patrick fue detenido durante la Noche de los Cuchillos Largos, el 30 de junio de 1934, aunque no fue maltratado. Nadie creyó que fuera sobrino del Führer, y, al parecer, salió bien librado gracias a los oficios de la embajada británica, nacionalidad a la que no había renunciado.
Poco a poco, su descontento fue en aumento. No solo se quejaba de que no ganaba lo suficiente para enviar dinero a su madre, sino que exigía un puesto mejor, lanzando la velada amenaza de que podría contar cosas que no le gustarían al líder nazi y que, según Hans Frank, abogado de Hitler y fuente poco creíble, tenían que ver con la supuesta sangre judía del Führer. En cualquier caso, se le ofreció un nuevo trabajo en la firma automovilística Opel.
Tras viajar a Londres para solucionar algunos asuntos legales de su madre, el 30 de marzo de 1938, Patrick Hitler volvió a Berlín, donde, al parecer, flirteaba con una muchacha. Su comportamiento inapropiado y sus comentarios a destiempo provocaron habladurías que le granjearon la reprimenda de su tío.
Su negativa a convertirse en ciudadano alemán tampoco mejoró las cosas, desde luego. Mal debía de ir el asunto cuando el 1 de febrero de 1939 regresó a Londres. Sin embargo, su vuelta a Inglaterra resultó un fiasco. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, su apellido no le causaba sino problemas, extensibles a su madre, por lo que decidió emigrar a Estados Unidos con el falso nombre de Carter Stevens.
El periplo americano
El 30 de marzo de 1939 llegó a Nueva York, en el trasatlántico Normandie, en compañía de su madre y, aparentemente, sin un modus vivendi previsto: Sin embargo, en esa ocasión supo aprovechar su apellido, que no dudaba en cambiar por el materno cuando así le convenía.

Irin Bridget Hitler, esposa de Alois, hermanastro de Adolf Hitler, junto a su hijo William Patrick en Nueva York, 29 de junio de 1941
No tardó en recorrer el país dando conferencias sobre Alemania y sobre el Führer, cuyo contenido se fue agriando con el paso de los meses. No dudaba en mostrar su resentimiento hacia un pariente que no le había asignado el empleo que, a sus ojos, merecía, y anunciaba un libro que nunca llegaría a escribir, en el que contaría toda la verdad sobre el líder nacionalsocialista.
Tras la declaración de guerra de Gran Bretaña al Reich, intentó enrolarse en la Fuerza Aérea del Canadá sin éxito (información que nunca ha podido ser contrastada), mientras su madre colaboraba con la Sociedad Británica de Socorro de Guerra en Nueva York, donde se habían afincado.
Poco a poco, sus conferencias se fueron espaciando, y los recursos de los Hitler disminuyeron. El ataque japonés a Pearl Harbor le abrió una posible salida: enrolarse en las Fuerzas Armadas de EE. UU. y conseguir la nacionalidad americana, algo que, en primera instancia, le fue denegado, por lo que escribió una carta al presidente Franklin D. Roosevelt.
Investigado por el FBI con resultado positivo, en septiembre de 1942 sentó plaza en la US Navy como enfermero, lo que le permitió adquirir unos conocimientos médicos que le fueron de gran utilidad en el futuro. Dado de baja con honores en 1946, se asentó en el área metropolitana de Nueva York, siempre con su madre, y, aprovechando las ventajas que le ofrecía su condición de veterano, realizó varios cursos de economía, hasta establecer un dispensario de extracción de sangre para análisis tras haber trabajado en un centro urológico.

William Patrick Hitler (izqda.) fue dado de baja con honores por la US Navy en 1946
En 1947 cambió su nombre por el de Patrick Alexander Stuart-Houston y se casó con Phillys, una joven alemana que había conocido en su país de origen y con la que tuvo cuatro hijos varones. Se establecieron en Patchogue (Nueva York), y, aunque solía hablar en alemán con su esposa y las costumbres del matrimonio eran muy germanas, procuró que no trascendiera su parentesco con el líder nacionalsocialista y llevó una plácida vida integrado en su comunidad.
William Patrick Hitler, o Stuart-Houston, murió el 14 de julio de 1987 de una afección respiratoria en un hospital de la localidad y fue enterrado junto a su madre únicamente con su nombre, sin apellido alguno.