El presidente Joe Biden está decidido a armar a Ucrania antes de abandonar el poder en dos meses. Después de autorizar el uso de los misiles ATACMS sobre territorio ruso, lanzados ayer por primera vez, ha aprobado el envío de minas antipersona a Ucrania, según avanzó ayer The Washington Post y ha confirmado hoy el secretario de Defensa, Lloyd Austin. Se trata de un tipo de armamento prohibido por los más de 160 países firmantes del tratado de Ottawa, incluidos los de la Unión Europea y Ucrania, pero ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia forman parte de él.
Kyiv lleva desde el comienzo de la invasión pidiendo a Biden que dé este paso, pero su administración prohibió en el 2022 la transferencia y uso de minas antipersona fuera de la península de Corea, reviviendo una política de la era Obama. Según el periódico estadounidense, las autoridades ucranianas se habrían comprometido a no desplegar estas minas en áreas densamente pobladas y lo habrían limitado solo al territorio ucraniano ocupado.
“Las minas terrestres que queremos proporcionarles serían no persistentes, por lo que podemos controlar cuándo se autoactivan, se autodetonan y eso hace que, a la larga, sea mucho más seguro que las cosas que (los ucranianos) están creando por su cuenta”, ha asegurado Austin, añadiendo que son necesarias para “frenar” los avances rusos en el campo de batalla.
Aunque las minas serían del tipo “no persistente”, suponen igualmente un peligro evidente para la población civil. Su objetivo principal no es matar, sino incapacitar o herir, y de paso disuadir al enemigo de cruzar el terreno. Pero han dejado históricamente secuelas en el largo plazo.
Biden quiere dar a Ucrania una defensa efectiva, pero también poder en la mesa de negociación de un posible acuerdo de paz. A dos meses justos para terminar su mandato, y sin ataduras electorales, Biden desoye así a una parte de su administración y a los grupos de control de armas. El retorno a la Casa Blanca de Donald Trump, que prometió el fin de la ayuda militar a Ucrania y poner “fin inmediato” al conflicto, podría resultar en la necesidad de Kiev de ceder parte del territorio invadido.
La guerra de Ucrania ha entrado en una nueva fase. El presidente Vladimir Putin actualizó ayer la doctrina nuclear rusa con un decreto que permite responder a ataques convencionales con armamento nuclear. El Kremlin llevaba meses advirtiendo que consideraría la autorización del uso de misiles de largo alcance ATACMS, de fabricación estadounidense, como una “participación directa de los países de la OTAN, de Estados Unidos y los países europeos en la guerra de Ucrania”.
Ayer, Putin consideró que Biden está "echando gasolina al fuego" y varios políticos rusos aseguraron que está poniendo al pundo “al borde de la tercera guerra mundial”. "Supone una situación cualitativamente nueva en la participación de Estados Unidos en este conflicto”, dijo Dimitri Peskov, portavoz del presidente de Rusia.
Las tropas rusas han ganado territorio en los últimos meses al ritmo más rápido desde que comenzó el conflicto, con significativos avances en la región de Donetsk, al este del país. La resistencia ucraniana, falta de movilización y recursos, se está debilitando frente a los ataques incesantes con drones y pequeños equipos de asalto. Con estas minas, que solo podrá usar en su territorio, Kiev podrá reforzar sus defensas, así como ralentizar y redirigir a las tropas enemigas hacia zonas en las que puedan ser atacadas con artillería y cohetes.
Ucrania es uno de los 164 países firmantes del Tratado de Ottawa, de 1997, pero justifica su petición argumentando que Rusia las lleva usando de forma generalizada desde hace tiempo. El envío por parte de Washington supone un cambio de calado en en la propia doctrina de la administración. La subdirectora de Human Rights Watch, Mary Wareham, ha calificado el movimiento de Biden de “chocante y devastador”.
Estados Unidos no ha usado minas antipersona desde 1991, durante la primera guerra del Golfo, según declaró el Departamento de Estado en el 2022. Trump levantó en el 2020 la prohibición del envío de este tipo de armas, aprobada seis años antes por Barack Obama, alegando que era necesario para contrarrestar a China, y asumiendo una alud de críticas de los grupos antiarmas. Biden criticó la decisión, siendo candidato a la presidencia, afirmando que la decisión iba a poner “a más civiles en riesgo de ser heridos por minas sin explotar y es innecesario desde una perspectiva militar”.