Hace casi 20 años que Hamas y Fatah, las dos principales organizaciones políticas palestinas, cada una con su correspondiente brazo armado, están enfrentadas. Sin unidad palestina cualquier negociación con Israel es inútil. De ahí que el primer ministro Beniamin Netanyahu haya alentado esta división. Mientras Hamas estuviera en Gaza y Fatah en Cisjordania no era posible abrir una senda diplomática hacia la constitución de un Estado palestino.
“Necesitamos recuperar la unidad para gestionar Gaza”, aseguraba un alto cargo de Fatah de paso hace unos días por Barcelona.
Abas se niega a reformar la maltrecha Autoridad Palestina, paso necesario hacia la unidad con Hamas
Fatah es la principal fuerza política de la Autoridad Palestina, el gobierno autónomo que ha intentado gestionar los territorios ocupados desde 1993.
“La Autoridad Palestina es muy débil –afirma Neomi Neumann, analista del Washington Institute for Near East Policy–. No tiene ninguna legitimidad. Sus dirigentes son unos corruptos y el presidente Mahmud Abás es un autoritario. Controla las fuerzas de seguridad y la judicatura y ha disuelto el Consejo Legislativo”.
“Estoy de acuerdo –reconoce el alto cargo de Fatah–. Ni hemos avanzado hacia el estado palestino ni hemos conseguido mejorar la vida de la población. Necesitamos una profunda reforma de las instituciones y debemos hacerlo con el apoyo de Hamas. Solo una Autoridad Palestina reformada puede ocuparse de Gaza. He hablado con los líderes políticos de Hamas en Doha y opinan igual”.
El presidente Mahmud Abas se niega a la reforma y a la unidad con Hamas. No piensa hablar con Hamas mientras no renuncie a la violencia, algo que, sin embargo, solo hará al final de una negociación con Israel.
Abas tampoco quiere ceder poder ni gobernar con transparencia. Las personas que se han enfrentado a él, gente como Mohamed Dahlan y Naser al Qudwa, han sido expulsados. El 90% de la población desaprueba su gestión.
“Tanto Fatah como Hamas asumimos que la resistencia armada se mantendrá mientras no sea posible negociar con Israel la solución de dos estados”, asegura el alto cargo de Fatah. “Pero desde la dirección política de ambas organizaciones podremos aislar a los violentos si Israel reduce el control militar en Cisjordania y negocia la solución de dos estados”.
Netanyahu, en todo caso, no quiere un estado palestino y la derecha ultranacionalista que le apoya aspira a anexionarse amplias zonas de Cisjordania.
En los últimos días, Abas ha dado dos pasos muy significativos para restaurar la maltrecha Autoridad Palestina. Tiene 89 años y ha nombrado a un sucesor interino para evitar un vacío de poder y la consiguiente lucha intestina cuando muera. Asimismo, ha desplegado a las fuerzas de seguridad palestinas en el norte de Cisjordania para neutralizar a los rebeldes armados. Contribuir a la seguridad es un arma de doble filo. Beneficia a la población, pero convierte a Abas en cómplice de las fuerzas de ocupación.
Altos cargos de Fatah recorren las capitales árabes y se reúnen con Hamas en Qatar. Las monarquías del Golfo reconocen que la unidad palestina es crucial para el futuro de Gaza. Egipto, que es el país clave, piensa lo mismo.
Los Netanyahu, separados
Hace más de dos meses que la primera dama de Israel, Sarah Netanyahu, vive en Miami con su hijo mayor Yair. Hasta ahora y durante los 33 años de matrimonio con el primer ministro Beniamin Netanyahu apenas se había separado de él. Sarah Netanyahu, principal consejera de su marido, ha estado buscando casa en los alrededores de Miami y ha cenado en Mar-a-Lago con el presidente Donald Trump. Durante estas semanas, Beniamin Netanyahu ha sido operado de próstata y ha testificado ante el tribunal que lo juzga por varios delitos de corrupción. Yair Netanyahu, un ultranacionalista muy activo en las redes sociales, lleva diez meses en Miami. Su madre ha retrasado varias veces su regreso a Israel.