El 8-M en la Siria sin hombres

Día de la mujer

Las mujeres sostienen un país famélico tras 13 años de guerra civil

Horizontal

En el suburbio de Guta oriental, en la periferia de Damasco, las mujeres desconocen que el día 8 de marzo es el Día de la Mujer, sus prioridades son otras: la aguda crisis económica en el país 

Edgar Gutiérrez Guta / EFE

Un grupo de velos negros y caras sucias se arremolina en torno al grupo de periodistas en una calle concurrida y con heridas de bombardeos en Guta oriental, a las afueras de Damasco. “¿Quieres hablar de mujeres? Habla de nuestra miseria, mejor”, espeta Nadia, a quien le duele más la ausencia de los hombres que los problemas que causan: “Todos ellos han muerto, están mutilados o han perdido la cabeza”, asegura la madre de siete hijas y dos hijos, quien lamenta ser “la única que trae algo a la mesa”.

Los trece años de guerra civil siria se han cebado en generaciones de hombres que eran lanzados al ejército de Bashar el Asad, al yihadismo o a las pateras que intentaban cruzar el Mediterráneo. En la retaguardia quedaron ellas, mujeres que, a pesar de que el islam más conservador las
relegara al interior de una casa, a día de hoy combinan uno o varios empleos para sostener a sus familias.

Lee también

Incluso Mahmud, quien perdió la pierna mientras “luchaba por Dios” en Idlib, feudo del grupo islamista que gobierna en la actualidad, admite que hasta la ley divina puede romperse por
el hambre. “El profeta dice que las mujeres están hechas de cristal fino”, recita, aunque, “a falta de un marido que provea, pueden trabajar en algunas ta­reas específicas, como atender a la salud de otras mujeres o limpiar casas”.

Según él, Sarah no debería cumplir su objetivo de reconstruir las decenas de miles de casas en ruinas de Siria. Con 19 años, cursa el segundo año de Arquitectura en la Universidad de Damasco, y considera que la llegada de HTS (Organización para la Liberación del Levante), escisión de Al Nusra, rama siria de Al Qaeda, “será muy buena” para las mujeres. “En el transporte público, vamos separadas y ningún hombre nos acosa por la calle”, dice la joven, quien argumenta que el islam la protege, aunque no especifica de qué (o quién).

“Todos ellos han muerto, están mutilados o han perdido la cabeza”, cuentan sobre los hombres

Niega en rotundo que el nuevo Gobierno, cuyos ministros rechazan dar la mano o mirar a los ojos a sus homólogas femeninas, vayan a imponer el hiyab obligatorio o impedirles ejercer. “Nadie nos dice cómo vestir”, explica la estudiante cubierta por un fino pañuelo de tul, junto a un puesto que vende tanto la nueva bandera del país como la de los talibanes de Afganistán.

La protección de los derechos de la mujer y de las minorías religiosas –como la cristiana o la drusa, que no utilizan velo– es una constante en todos los discursos oficiales. Pero, en la zona costera, donde HTS se enfrenta con la minoría alauí desde hace dos días, tienen miedo de que la voluntad se quede solo en palabras. Los vídeos de los combates muestran a decenas de hombres, niños y ancianos siendo ejecutados a quemarropa. Esposos, hijos y padres de mujeres que nunca hicieron la guerra.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...