Zelenski, último acto

visión periférica

Volodímir Zelenski (Krivói Rog, 1978), judío rusófono nacido en el seno de una familia de profesores universitarios en la región industrial de Dnipró, en el este de Ucrania –hoy, cerca del frente de guerra–, era ya una de las figuras más populares del país cuando se presentó a las elecciones presidenciales del 2019. Actor, cómico y productor de televisión sin militancia conocida, su contacto con la política se había manifestado hasta ese momento en forma de farsa.

En la segunda mitad de los años 2010, Zelenski triunfaba en la televisión ucraniana con una parodia en la que encarnaba a un sencillo maestro de escuela, Vasili Pétrovich Goloborodko, elegido accidentalmente presidente del país. El título de la serie, Servidor del Pueblo (Sluga naroda), acabaría convirtiéndose en el nombre oficial de su partido cuando decidió lanzarse –esta vez, de verdad– a la arena política, para seguir alimentando la confusión entre comedia y realidad.

Zelenski se ha convertido en la bestia negra de Moscú, donde piden su destitución e incluso su asesinato

Como su sosias televisivo, el Zelenski candidato blandió como lema la lucha contra la corrupción y una crítica feroz del establishment político, representado en aquel momento por el presidente conservador Petró Poroshenko. Jugando con la ambigüedad entre su persona y su personaje televisivo, Zelenski aparecía como un nuevo líder catódico populista de la misma estirpe del cómico Beppe Grillo –fundador del Movimiento Cinco Estrellas, triunfador en las elecciones italianas de 2013– o el propio Donald Trump en EE.UU., ganador en 2017 gracias en gran medida a la popularidad ganada en su reality show El aprendiz.

En la campaña del 2019, Poroshenko trató de desacreditar la candidatura de Zelenski presentándolo como un hombre frívolo, blando e inexperto que sería fácilmente manipulado por el presidente ruso, Vladímir Putin. ¿Acaso Zelenski no era de habla rusa? ¿No había triunfado en Moscú como cómico al frente de su grupo Kvartal 95? ¿No tenía un discurso pacifista, favorable a una solución negociada con Rusia en el conflicto del Donbass? Nada de aquel discurso que le presentaba como débil y rusófilo, sin embargo, hizo mella en el electorado: Zelenski aventajó de largo a Poroshenko en la primera vuelta y le aplastó en la segunda por 73% a 25%.

KIEV, UKRAINE - 2019/03/29: Ukrainian comic actor and presidential candidate Volodymyr Zelensky seen performing during the 95th quarter comedy show, in Brovary, Ukraine. The Ukrainian presidential elections will take place on March 31, 2019. (Photo by Pavlo Conchar/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

Volodímir Zelenski, ya candidato, participando en un ‘talk show’ en marzo del 2019

SOPA Images / Getty

Nada hay más peligroso que subestimar al adversario. Ya lo advirtió el estratega chino Sun Tzu en el siglo V a.c. en su célebre El arte de la guerra : “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria obtenida también sufrirás una derrota. Si no sabes nada ni del enemigo ni de ti mismo, sucumbirás en todas las batallas”. Zelenski, el cómico, la estrella del showbusiness reconvertida en político, ha sido un hombre reiteradamente subestimado. Y quien más y más gravemente cayó en ese error fue Putin.

El presidente ruso no daba un duro por su homólogo ucraniano, a quien despreciaba. El estado mayor ruso tampoco daba un duro por el ejército ucraniano. Así que, en febrero del 2022, el Kremlin se lanzó a una aventura bélica cuyas consecuencias no supo calibrar. En un gravísimo error de cálculo, Putin creyó que una “operación militar especial” relámpago –por utilizar la jerga oficial– le bastaría para derribar al Gobierno de Kyiv y tomar el control del país. Y se encontró, en cambio, con una resistencia feroz y una guerra que dura ya tres años y ha causado decenas de miles de muertos en ambos bandos.

El guion escrito de antemano por el Kremlin preveía que el infortunado Zelenski pondría pies en polvorosa y, para facilitarle la huida, se le llegó a ofrecer un avión para transportarle al exilio. Lo que menos esperaban Putin y su corte es que el presidente ucraniano saliera esa misma noche a la calle bajo los bombardeos, enfundado en ropa militar, y se dirigiera por televisión a la nación –para mostrar que no había huido– llamando a la resistencia. Y si su gestión de la guerra ha sido en algún momento puesta en cuestión, nadie discute el papel fundamental que ha tenido en la defensa de la causa de Ucrania ante el mundo. En los momentos decisivos es cuando una persona muestra su verdadera envergadura, y el pequeño actor demostró ser un gigante.

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Donald Trump, tan simpatizante de Putin, también menospreció a Zelenski, a quien el pasado 1 de marzo tendió una vergonzosa trampa en la Casa Blanca emitida en directo por televisión con el único objetivo de humillarle. Pero el presidente ucraniano, una vez más, plantó cara y salvó su dignidad y la de su país. Su popularidad, a raíz del encontronazo con el presidente de EE.UU., ha subido hasta el 62%, según un sondeo del instituto checo NMS Market Research, que vaticina que sería el más votado si hoy se celebraran elecciones presidenciales (algo inviable en plena guerra y bajo la ley marcial)

Por el momento, Zelenski se enfrenta a una encrucijada mucho más trascendental. Forzado por el giro político de Washington, más cercano hoy a las tesis de Moscú que a las de Kyiv, se dispone a jugar todas las bazas a su alcance (incluida la cesión de los recursos mineros ucranianos al padrino norteamericano) para tratar de conseguir una paz lo más honorable y lo menos lesiva posible. No le será nada fácil.

En el envite, él mismo puede ser sacrificado, como una variable más de la negociación. Putin le tiene puesta la proa desde el principio y entre las exigencias de Moscú –junto a la anexión del territorio conquistado, el desarme de Ucrania y su renuncia a ingresar en la OTAN– está la destitución del presidente ucraniano, a quien la propaganda rusa presenta como un neonazi y de quien los agitadores pro Kremlin han llegado a pedir su asesinato.

La tragedia de Ucrania puede estar ante su último acto. Y Zelenski, ante el papel más difícil y comprometido de su vida.

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