Reed Brody: “Si no hay resistencia, Trump va a destruir la democracia americana”

Entrevista

Fiscal de crímenes de guerra y ‘cazador de dictadores’

Entrevista a Reed Brody es un abogado que ha desarrollado una actividad relevante en la defensa jurídica de los derechos humanos. Ha sido consejero jurídico y portavoz de la organización Human Rights Watch.

Reed Brody, fotografiado en Barcelona, donde reside con su compañera, la cineasta Isabel Coixet 

Ana Jiménez

Cuando tenía 13 años, el estadounidense Reed Brody y su hermano Cliff imaginaron su propio país perfecto: fundaron Brodania, haciendo un juego de palabras con su apellido, y redactaron una constitución para regir aquel mundo nuevo donde había voto universal, justicia e igualdad. Hijo de un emigrante judío y una profesora de arte, Brody, de 71 años, es uno de los mayores abogados especializados en crímenes de guerra tras más de 40 años persiguiendo a los peores dictadores del planeta. Consejero jurídico de Human Rigths Watch (HRW) durante dos décadas, participó en la causa contra el dictador chileno Augusto Pinochet, coordinó la persecución jurídica al haitiano, Jean-Claude Duvalier y logró, tras 16 años de lucha junto a las víctimas, procesar al sátrapa de Chad, Hissène Habré. Ahora cuenta su historia en Atrapar a un dictador (Debate), que es un punto y seguido: ya investiga al dictador gambiano, Yahya Jammeh, y los crímenes del presidente nicaragüense, Daniel Ortega. “No me puedo permitir rendirme”, dice.

El peor dictador

Trump es un mafioso que no tiene ideología, solo quiere que se dobleguen ante él”

¿ Brodania fue la semilla de una vida dedicada a la justicia?

Hace ocho años fui a casa de mi madrastra, la viuda de mi padre, y encontré esa constitución y me quedé bastante impresionado con mi yo de 13 años. Eran dos o tres páginas que hablaban de derechos, diversidad, prohibición de comerciar con dictadores, cosas así. Esa forma de pensar siempre formó parte de mí. Supongo que viene de mi padre, que sobrevivió a campos de trabajo tras la Segunda Guerra Mundial en Alemania y Hungría, y de mi madre que era activista.

Siendo veinteañero, viajó por las dictaduras latinoamericanas...

Yo estudiaba en París y tenía un compañero de piso chileno que me inspiró a viajar y me despertó la consciencia de las dictaduras latinoamericanas. En Potosí un cura belga nos presentó al sindicato de los mineros y bajé con ellos a las minas de estaño, donde no se podía respirar. No pude estar ni cinco minutos y la gente trabajaba el día entero y moría de silicosis. Los mineros me explicaron lo que ganaban y cuál era el precio del estaño en los mercados de Nueva York y Londres y me hicieron ver la relación entre nuestra riqueza y su pobreza. En Argentina, me quitaron en la frontera el libro Las venas abiertas de América Latina, de Galeano, porque estaba prohibido y, en una estación de Rosario, dos policías vestidos de civil me llevaron al baño, me desnudaron e interrogaron. Fue muy chocante para mí. Luego conocí la Chile de Pinochet.

Dejó un buen empleo en la fiscalía, para ir a Nicaragua a documentar la violencia. ¿Por qué?

Me acuerdo de María Bustillo, cuyo marido era activista religioso y fue asesinado junto a sus cinco hijos por La Contra, financiada por EE.UU. Los encontraron descuartizados. Prometí que iba a hacer algo, que iba a contarlo. Elaboré un informe donde señalé los crímenes de guerras de La Contra que llevó al Congreso de EE.UU. a cortar su financiación temporalmente y Nicaragua lo usó en su caso contra EE.UU. en la Corte Internacional de Justicia.

Ahí nace su carrera de Cazador de dictadores. ¿Le molesta el apodo?

El nombre me lo pusieron en dos documentales. Primero me gustó, me sirvió para que se reconociera mi experiencia y ayudar a dar voz a las víctimas. No me gusta que no refleje el trabajo en equipo con las víctimas. 

Dice que su causa contra Pinochet fue “una llamada de alerta para los dictadores del mundo”.

Cuando empecé a trabajar en HRW, se produjo el arresto de Pinochet en Londres y los Lores dictaminaron que no tenía inmunidad. Nos dimos cuenta de que había un instrumento en la jurisdicción internacional para llevar a la justicia a tiranos. Mi frase es un poco falsa, o sea ningún dictador pensó “ahora tengo que comportarme”. Fue más bien una advertencia para las víctimas. Invité a mis colegas de HRW a marcar con chinchetas en un mapa a dictadores del mundo y decíamos. ¿Quién va a ser el próximo Pinochet?. Ahí un amigo me habló de Habré, el dictador de Chad.

A quien, después de 16 años, consigue sentar ante un juez en Dakar y que sea condenado.

Estuve hace poco en Roland Garros y en una pared había escrito “La victoria pertenece a los tenaces”. Nosotros prometimos no rendirnos. Lo conseguimos porque, a pesar de que hubo mil obstáculos, no nos dimos por vencidos.

Visitó La Piscine, la peor cárcel del régimen. ¿Qué vio allí?

Había hablado con muchos supervivientes y allí fui consciente del sadismo. Me senté en el suelo con las manos en la cara. Habían tapiado una piscina y debajo estaban las celdas, con unas pequeñas aperturas como ventanas. No había luz, no había nada. Habré era un tipo inteligente y sofisticado, educado, pero también un sádico.

Durante los juicios, los abogados de Habré le llamaron “judío resentido”.

Tengo presente la historia de mi pueblo, pero nunca he puesto por delante mi condición de judío, hasta ahora. Ahora sí.

¿Qué opina de Gaza?

Tengo amigos en Israel y puedo entender el efecto de la masacre del 7 de octubre, la peor masacre desde la Shoha. Siempre he evitado trabajar sobre Israel porque es un tema sensible para mí, pero ahora me siento con la obligación de opinar porque no puede ser que a quien critica Israel se le trate de antisemitas. Los judíos debemos hablar y romper esa hipocresía. Debemos criticar los crímenes.

¿El derecho internacional es suficiente para frenar la guerra?

No. El derecho internacional está haciendo su parte, pero son los estados quienes deben aplicar las decisiones y no lo hacen. Actúan con doble rasero. Mientras Francia, Italia, Alemania, Polonia o Hungría no dudarían en arrestar a Putin al minuto de que pisara su territorio, con Netanyhau tienen otro lenguaje. Israel comete sus crímenes con la complicidad de Occidente, sobre todo de EE.UU. pero también de Europa.

Boicots por Gaza

Ningún país sacrifica intereses económicos por derechos humanos sin presión popular”

¿Qué puede hacer el ciudadano que ve horrorizado lo que pasa en Gaza?

Boicotear, exigir más acción de su gobierno. Ningún país sacrifica intereses económicos por derechos humanos si no hay una presión democrática y popular. Todos tenemos, a nuestro nivel, la posibilidad de influir.

¿Trump es un dictador?.

Simboliza todo lo que no hemos podido evitar ni vencer. Cuando Trump ganó en su primer mandato, recuerdo a una anciana en una manifestación con una pancarta que decía “no me puedo creer que aún tenga que protestar por esta mierda”• Me hizo pensar en que ninguna victoria es definitiva. Pasarán mil años y tendremos que seguir luchando “contra esa mierda” porque la democracia hay que renovarla cada día. El lado bueno es que si no podemos ganar tampoco podemos perder de manera definitiva. En momentos como los de ahora, que los de arriba tienen mucho más poder para mantenerse, es bueno pensarlo. Creo que como individuo, Trump sí es el más peligroso, el peor, porque es un dictador que cambia totalmente nuestro sistema. Que en China, Rusia o Corea haya un dictador es lo normal a estas alturas. Pero Trump actúa como si tuviera un mandato para cambiarlo todo. Barack Obama, al que culpo mucho, ganó con el 53% y no transformó casi nada. Podría haber sido un presidente transformador y no lo hizo. Y Trump con su 49% lo está cambiando todo. Y estamos en los inicios, es un mafioso que no tiene ideología, solamente quiere que la gente se doblegue ante él. Si no hay resistencia, va a destruir, y ya está destruyendo, la democracia americana. Y eso no lo ha hecho ningún otro dictador.

¿A qué dictador, si pudieras, sentarías hoy en el banquillo?

Frenaría a Trump, pero sé que sus crímenes son contra la democracia, no punibles internacionalmente. Diría a Netanyahu y Putin.

Pese a todo ¿eres optimista?

En mi carrera he tenido más fracasos que victorias. Pero yo debo ser optimista para hacer lo que hago. No tengo derecho a no tener esperanza porque si no tenemos esperanza, no hay esperanza.

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