Occidente recorta en ayuda al desarrollo mientras se rearma

Repliegue presupuestario

Los fondos caerán un 20% según la ONU, que abordará esta crisis en su cumbre de Sevilla

FILE PHOTO: Shofiul Islam, 35, who has disabilities, shows his leg while visiting a facility funded by USAID, for treatment, at the Rohingya refugee camp, in Cox's Bazar, Bangladesh, March 16, 2025. REUTERS/Mohammad Ponir Hossain/File Photo

Un refugiado rohinyá en un centro médico dependiente de los fondos de Usaid en Cox’s Bazar, Bangladesh

Mohammad Ponir Hossain / Reuters

El caza F-35A es una de las joyas de la industria militar estadounidense. Difícil de detectar por el enemigo, puede transportar armas nucleares. Cada uno cuesta unos 100 millones de dólares. El Reino Unido anunció hace unos días que comprará una docena.

La inversión en defensa es ahora una prioridad para el Gobierno británico. En marzo, el primer ministro, Keir Starmer, dijo que revisaría sus presupuestos para incrementar el gasto militar. Ese aumento, anticipó el líder laborista, se producirá a costa de la ayuda al desarrollo. Un ámbito que vive horas bajas en Occidente, coincidiendo con una escalada global de las tensiones geopolíticas y el auge de los discursos de ultraderecha.

Alemania, Francia, Bélgica, los Países Bajos o Suiza son otros países europeos que han anunciado recortes sustanciales en ayuda exterior. Aunque sus ajustes palidecen al lado de los de EE.UU., el caso más extremo: la orden de Donald Trump de desmantelar la agencia Usaid –el mayor donante del mundo– ha causado un terremoto de consecuencias todavía difíciles de calibrar.

Panorama sombrío

La OCDE prevé para este año una caída histórica de la ayuda, con recortes de hasta el 17% entre los principales donantes

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cree que este año puede registrarse la mayor caída en la historia en la ayuda oficial al desarrollo. Según sus previsiones, la contribución de los principales donantes podría reducirse entre el 9% y el 17%. Y llueve sobre mojado: en el 2024, la OCDE ya registró un descenso del 7,1%. El primero tras cinco años de aumentos –los cuales se explican en parte por la necesidad de hacer frente a la crisis de los refugiados, la pandemia y la guerra de Ucrania–.

La ONU maneja cifras más alarmantes: para este 2025, prevé una caída en los fondos para la ayuda al desarrollo de hasta el 20%. Y denuncia que hasta la fecha solo ha recibido un 13% de los 44.000 millones de dólares que solicitó a finales del año pasado para atender las crisis más urgentes. 

“Presenciamos un aterrador efecto dominó de recortes”, lamentaba el pasado miércoles Olivier De Shutter, relator especial sobre Extrema Pobreza y Derechos Humanos del organismo. Su llamada de atención se producía en el mismo día en el que la OTAN aprobaba un aumento del gasto en defensa del 5% del PIB. Y a las puertas de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, un evento auspiciado por la propia ONU que desde hoy y hasta el jueves reunirá en Sevilla a representantes de más de 150 países para abordar, entre otras cuestiones, el futuro de la cooperación internacional. En el actual contexto, la cita –que, tras tres ediciones, por primera vez tiene lugar en un país occidental; y en la que no participará EE.UU.– parece más necesaria que nunca.

Punto de ruptura

“Los recortes son de tal magnitud que es imposible mantener el sistema actual”, dice la investigadora Iliana Olivié

“Estamos ante el fin de la ayuda al desarrollo tal y como la conocíamos”, asegura a La Vanguardia Iliana Olivié, investigadora principal para Desarrollo Global del Real Instituto Elcano, quien estará presente en la cumbre sevillana. “Los recortes son de tal magnitud que es imposible mantener el sistema actual”, agrega la experta, que subraya que esta tendencia de reducción de la ayuda exterior precede al regreso de Trump y a las urgencias europeas para invertir más en defensa: la necesidad de incrementar el gasto militar es un factor importante hoy, pero no lo era hace dos años, cuando se tomaron las decisiones que propiciaron la contracción de fondos registrada en los últimos tiempos.

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Olivié también descarta cualquier posibilidad de recuperación a medio plazo. “Esta no va a ser una crisis momentánea, con una caída puntual. Va a durar años”, pronostica. Algo así ya sucedió tras la caída del muro de Berlín, cuando los volúmenes de ayuda cayeron en picado porque, de la noche a la mañana, desapareció la necesidad de engrasar las relaciones en los dos bloques surgidos en la guerra fría. Una crisis que se pudo superar a lo largo de la década de los noventa, cuando se definió una nueva agenda para la cooperación y el desarrollo compartida por la comunidad internacional. ¿Puede repetirse ahora ese escenario? “Estamos en un momento de transición en las relaciones internacionales”, responde Olivié. “Falta que se clarifique hacia qué dirección va esa transición, y también en qué se van a materializar las nuevas formaciones del sistema multilateral. Cuando ese contexto esté un poco más definido, se podría replantear el sistema de ayuda”.

Mientras, los más necesitados deberán aguantar el golpe.

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