El primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, que lleva quince años en el poder, se encuentra desde hace semanas superado en los sondeos por el opositor Péter Magyar, un político conservador que se perfila como un contrincante rocoso en las próximas elecciones generales.
En principio, los comicios deberían celebrarse en abril del 2026, y las encuestas dan entre 9 y 15 puntos de ventaja a Tisza, el partido de Magyar, sobre Fidesz, la formación de Orbán, hasta ahora habituada a liderar la popularidad en esta nación centroeuropea de 9,6 millones de habitantes.
Péter Magyar, abogado de 44 años, pertenecía al círculo de Orbán y entró en política precipitadamente en el 2024, presentándose a las elecciones europeas. Para ello, y sin tiempo para fundar un partido, ingresó en el pequeño partido conservador Tisza (acrónimo en húngaro de Respeto y Libertad, y a su vez el nombre del segundo río más grande del país), que le aceptó como líder.
Magyar se convirtió así en eurodiputado, y desde entonces fustiga a Orbán -quien tiene ahora 62 años– acusándole de corrupción y autocracia. A diez meses de las elecciones, Magyar ataca a Orbán con argumentos económicos, y promete que él restaurará las buenas relaciones con Bruselas, que el primer ministro ha tensado al máximo con medidas que erosionan el Estado de derecho.
“En los últimos dos años Hungría padece un problema económico sistémico, caracterizado por una alta inflación y un menor crecimiento, lo cual impacta en la población –explica desde Budapest la exdiputada húngara Zsuzsanna Szelényi, directora de programas del CEU Democracy Institute–. En definitiva, el impulso económico que mantuvo a Orbán en el poder durante unos diez años ha terminado, y esto representa un fracaso significativo de la gobernanza”.
Según Szelényi, existe también fatiga en la juventud húngara ante un “sistema tóxico, que vive de generar conflictos, de buscar enemigos continuamente”. Sin embargo, esto no le ha funcionado al Gobierno en su última operación: a finales de junio Orbán tuvo que arrostrar el éxito del desfile del Orgullo LGTBIQ+ de Budapest, que había sido prohibido en virtud de una nueva ley.
En este contexto, hay opciones para Péter Magyar. “Por primera vez en quince años –hace notar la politóloga Szelényi–, hay una fuerza en la oposición que es significativamente más popular que el partido de Orbán y que todo el resto de partidos de la oposición juntos”.


