El 13 de julio del 2024, se produjeron dos acontecimientos históricos que marcaron un punto de inflexión en la carrera presidencial de Estados Unidos. Pasados once minutos de las seis de la tarde, un joven de veinte años, Thomas Crooks, empuñó un rifle AR-15 y disparó desde una azotea cercana contra el candidato republicano, Donald Trump, mientras este pronunciaba un discurso de campaña en Butler (Pensilvania). Media hora después, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, publicó en su influyente red social, X, un video en el que se veía a Trump con la oreja ensangrentada, levantando el puño en alto y clamando lo que se convirtió en su grito de guerra: “¡Luchad, luchad, luchad!”
La publicación de Musk iba acompañada de un mensaje en el que, por primera vez, apoyó de manera pública la candidatura de Trump a la presidencia: “Respaldo por completo al presidente Trump y le deseo una pronta recuperación”. Los dos acontecimientos dieron al candidato un impulso electoral que llevó una semana después al abandono de su impopular adversario, Joe Biden, y que Trump navegó con inteligencia hasta el 5 de noviembre, cuando finalmente venció a la demócrata Kamala Harris.
Pese a su complejidad, Musk planea presentar una decena de candidatos en las elecciones legislativas del próximo año
Desde ese momento, Musk jugó un papel determinante en su empresa. Se convirtió en el principal donante individual de la campaña del republicano, con una contribución de 270 millones de dólares a través de su comité de acción política, America PAC. Inundó su cuenta de X, con más de 200 millones de seguidores, de mensajes de apoyo a Trump y su agenda política antiwoke y antimigratoria. Y dio una serie de mítines de campaña en su nombre, principalmente en el Estado decisivo de Pensilvania, donde sorteó millones de dólares entre aquellos ciudadanos que se registraran para votar al republicano. El esfuerzo le valió un importante cargo como “empleado especial” de la Casa Blanca.
Un año después de su enlace, el poderoso matrimonio ha implosionado. Tras 130 días al servicio de los recortes en la Administración Trump, en mayo Musk abandonó el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y comenzó a manifestarse sin ataduras en contra del presidente. Principalmente, se mostró crítico con la ley de gasto y rebaja fiscal aprobada por los republicanos en el Congreso, la medida estrella de Trump, porque añadirá 3,3 billones de dólares a la astronómica deuda estadounidense en la próxima década.
“Es hora de lanzar la gran bomba: Donald Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”, reveló Musk en junio, en su acusación más grave hasta la fecha al presidente, después de que este amenazara con “poner fin a las subvenciones y contratos gubernamentales” de sus empresas. La Casa Blanca ha tratado esta semana de desmentirlo, después de que el departamento de Justicia y el FBI hayan concluido que no hay pruebas de que el financiero Jeffrey Epstein mantuviera una “lista de clientes” que acudían sus fiestas privadas con menores.
La participación de Musk en política ha pasado factura a los beneficios de sus empresas, como Tesla y SpaceX, y sus indiscriminados recortes de programas sociales, así como los despidos de funcionarios, han hecho caer en picado su popularidad. Pero su salida de la Casa Blanca no ha significado, ni mucho menos, su abandono de la política. Hace una semana, anunció la creación del Partido América, con el que buscará competir contra demócratas y republicanos y romper el bipartidismo arraigado en el sistema político estadounidense.
“Cuando se trata de llevar a nuestro país a la bancarrota con despilfarro y corrupción, vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia”, afirmó Musk en su anuncio, también a través de X. “Hoy, se forma el Partido América para devolverte tu libertad”. Trump se rió de su formación, asegurando que Musk “ha descarrilado por completo, convirtiéndose esencialmente en un desastre”. EE.UU., dijo, “siempre ha sido un sistema de dos partidos y crear un tercero solo añade confusión. Nunca han funcionado, así que puede divertirse con esto, pero creo que es ridículo”.
Pero Musk parece estar tomándose muy en serio esta idea que, vistos los precedentes, suena descabellada. Y no solo porque el sistema electoral mayoritario beneficia la existencia de únicamente dos partidos, que cuentan con un nivel de organización y apoyo con el que parece imposible competir. También porque, precisamente porque el bipartidismo les beneficia, ninguno tiene incentivos para relajar los requisitos de creación de un partido, que se han hecho más estrictos con los años.
Se estima que el mínimo indispensable para construir desde cero un partido capaz de competir a nivel local y nacional es de 750 millones de dólares, casi el triple de lo que Musk invirtió en las pasadas elecciones. Pero eso sería solo el principio. Para que el Partido América aparezca en las papeletas de las próximas legislativas, en noviembre del año que viene, tendrá que cumplir con unos mínimos que varían en función de cada Estado.
Musk ya ha empezado a buscar compañeros de viaje para hacer realidad la formación del Partido América
En la mayoría, eso implica una recogida masiva de firmas y el registro de votantes. En algunos, como Kentucky, el candidato debe formar parte de una formación que haya recibido un determinado porcentaje de votos en las últimas presidenciales. En otros, como Nueva York, la ley estatal prohíbe que los partidos políticos utilicen la palabra “América” en su nombre. Además, Musk debería obtener la certificación de la Comisión Federal Electoral (FEC), encargada de revisar si una organización califica como partido, y sus miembros son nombrados por el presidente. Aunque Musk asegura que ha creado el partido, no hay pruebas de que haya presentado a la FEC la documentación necesaria.
Para poner en perspectiva el titánico esfuerzo, el Partido Libertario, la tercera formación con más votantes registrados, logró presentarse en la mitad de los distritos en el año 2000, pero desde entonces ningún tercer partido ha conseguido competir en más de una cuarta parte de los escaños en la Cámara de Representantes.
El objetivo de Musk es más limitado: “Una forma de hacerlo sería centrándonos únicamente en 2 o 3 escaños del Senado y entre 8 y 10 distritos de la Cámara”, afirmó en X. Añadió que eso “sería suficiente para tener el voto decisivo en leyes polémicas, garantizando que reflejen la verdadera voluntad del pueblo”. Ese es el reto de Musk: ejercer como bisagra entre los dos grandes partidos y decantar la balanza en el legislativo, lo que le hubiera permitido, por ejemplo, rechazar la reciente rebaja fiscal republicana.
Para ello, ya ha empezado a buscar candidatos, así como aliados en su batalla contra el bipartidismo. Esta semana, le comentó el proyecto al excandidato presidencial demócrata Andrew Yang, quien también fundó otro tercer partido, Forward. También ha recurrido a un mediático blogero de extrema derecha, Curtis Yarvin, defensor de la monarquía o lo que define como un “gobierno corporativo” en EE.UU., en el que el rey sea una especie de director ejecutivo. Yarvin está vinculado al magnate tecnológico Peter Thiel, cofundador de PayPal junto a Musk y uno de los principales propulsores del movimiento MAGA.