Roald Dahl contra Israel

Historias del mundo

Un obra de teatro rememora la polémica del autor británico por la guerra de Líbano

Leading International Author Roald Dahl signing autographs at the Westbury Hotel where he launched the MS Readathon for the Multiple Sclerosis Scoiety of Ireland, 21/10/1988 (Part of the Independent Newspapers Ireland/NLI Collection). (Photo by Independent News and Media/Getty Images).

El escritor Roald Dahl firmando libros a unas niñas en un hotel de Dublín en 1988 

Independent News and Media / Getty

Han pasado más de cuarenta años y todo sigue igual entre Israel y Palestina. Un exitoso montaje teatral londinense, que ya ha llegado a Barcelona, recupera la polémica que en 1983 puso en el punto de mira al escritor británico Roald Dahl, cuando escribió un artículo denunciando la matanza de civiles libaneses en los bombardeos israelíes sobre Beirut durante la guerra de Líbano de 1982.

El asedio israelí a Gaza, que ya suma 60.000 civiles muertos, ha estimulado el interés del público por esta obra teatral y por la figura de Dahl, que ya entonces denunció los bombardeos sobre hospitales libaneses; algo que no ha cambiado a la vista de los ataques de Israel en la franja contra escuelas, centros sanitarios, puntos de reparto de comida o convoyes humanitarios.

Dahl denunció las matanzas israelíes en Beirut y fue acusado de “antisemita”, aunque él aclaró que era “antiisraelí”

Estrenada en septiembre pasado en Londres, Giant es la sensación de la temporada y en abril se llevó tres de los prestigiosos premios Laurence Olivier, incluyendo el de mejor obra nueva y el de mejor actor para el popular John Lithgow, que interpreta a Dahl. La primera adaptación de la obra se da en Barcelona y en catalán – Gegant – gracias al interés del director del teatro Romea, Josep Maria Pou, que también se mete en el papel del escritor galés, reconocido especialmente por sus cuentos y novelas infantiles, con títulos como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda o Las brujas.

La idea es del director inglés Mark Rosenblatt, que acabó por escribir él mismo el texto tras ofrecérselo a varios dramaturgos que rechazaron la patata caliente de un tema tan delicado. Una reunión ficticia en casa de Dahl sirve a Rosenblatt para mostrar tanto la postura del autor contra Israel, como las presiones que recibió a través de sus editores para que se retractara y pidiera perdón, lo que nunca sucedería.

El controvertido artículo de Dahl es una reseña publicada en la revista británica Literary Review sobre God cried (Dios lloró), un libro fotográfico con textos del corresponsal australiano Tony Clifton y las crudas imágenes de las víctimas de las bombas israelíes de la fotoperiodista francesa Catherine Leroy.

El autor, que había sido piloto de combate de la RAF en la Segunda Guerra Mundial, empezó el artículo recordando que cuando en 1941 sobrevolaba Palestina mientras en Alemania “se construían las cámaras de gas y comenzaba la masacre de los judíos” pensaba cuánto le “dolía el corazón por los hombres, mujeres y niños judíos, y odiábamos a los alemanes”. Para continuar comparando aquellos hechos con los de la “masacre” de 1982 en Líbano a cargo de Israel. “Nos dolía el corazón por los hombres, mujeres y niños libaneses y palestinos, y todos empezamos a odiar a los israelíes”, escribió Dahl. “Nunca antes en la historia de la humanidad una raza había pasado tan rápidamente de ser víctimas compadecidas a asesinos bárbaros. Nunca antes una raza había generado tanta compasión en todo el mundo y luego, en el lapso de una vida, había logrado convertir esa compasión en odio y repulsión”, agregó el escritor.

Sus palabras provocaron las críticas del mundo judío, y sus editores –especialmente el estadounidense– intentaron forzarle a pedir disculpas, alegando que se exponía a la retirada de sus obras de librerías y bibliotecas. Dahl nunca pidió perdón, pero aclaró que no era “antisemita”, sino “antiisraelí”. No obstante, exhortó a los judíos del mundo a condenar las matanzas de Israel. Se lo exigió también, sin éxito, a su editor inglés, Tom Maschler, que era judío y prestigioso director de la editorial Jonathan Cape, a quien Dahl tachaba de “sumiso”, como se refleja en la obra.

El montaje evidencia el carácter provocador del escritor. Y también su ambigüedad sobre esta polémica, por la que sería preguntado en muchas de las entrevistas que ofreció hasta su muerte en 1990, a los 74 años. En New Statesman dijo: “Hay un rasgo en el carácter judío que provoca animosidad, tal vez sea una especie de falta de generosidad hacia los no judíos”. Y solo ocho meses antes de fallecer, tampoco intentó arreglar nada en The Independent : “Ciertamente soy antiisraelí y me he vuelto antisemita en la medida en que hay personas judías en países como Inglaterra que apoyan firmemente el sionismo”.

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Tras una de las funciones del Romea, Pou, que ha visto ya dos veces la obra en el West End, explica a La Vanguardia que en Barcelona aún no se ha dado el caso de que un espectador abandone indignado la sala, como ha sucedido en Londres. Pou dice que un denominador común de quienes se le acercan al final del espectáculo es para agradecerle que haya traído esta obra, en medio de la urgente y dramática situación en Gaza.

Treinta años después de la muerte de Dahl, sus herederos acabaron pidiendo perdón por aquella reseña en Literary Review , pese a la clara postura del escritor. “La familia Dahl y Roald Dahl Story Company se disculpan profundamente por el dolor duradero y comprensible causado por algunas de las declaraciones de Roald Dahl”, se leía en un comunicado en la web oficial en el 2020. “Esos comentarios prejuiciosos nos resultan incomprensibles y contrastan marcadamente con el hombre que conocimos y con los valores que subyacen en las historias de Roald Dahl, que han influido positivamente en jóvenes de generaciones anteriores”, concluía.

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