“Estamos todos aquí, y nadie se va a ir”, explica Suhail a La Vanguardia por teléfono desde su casa en el centro de la ciudad de Gaza. El Ejército israelí anunció el miércoles el inicio de una operación para tomar Gaza capital y movilizó a decenas de miles de reservistas, mientras el gobierno analizaba una nueva propuesta de alto el fuego para poner en pausa casi dos años de guerra. Antes de perder la conexión, Suhail expresa su optimismo: “Todo irá bien”.
“Ya hemos comenzado las primeras operaciones y nuestras fuerzas están en los alrededores de Gaza capital”, declaró el portavoz militar, general de brigada Effie Defrin. Un responsable castrense había explicado horas antes que los reservistas no se incorporarían hasta septiembre, un margen que daría tiempo a los mediadores para intentar cerrar un acuerdo entre Hamas e Israel.
Tras choques con combatientes de Hamas en la Franja, la oficina de Benjamín Netanyahu informó de que el primer ministro aceleraba los planes para controlar los bastiones del movimiento islamista y derrotarlo.
Las declaraciones apuntaron a que Israel seguía adelante con su ofensiva sobre el principal núcleo urbano del enclave, a pesar de las críticas internacionales y del riesgo de provocar nuevos desplazamientos masivos. Defrin definió a Hamas como “una fuerza guerrillera debilitada” y aseguró que el ejército “profundizará el ataque” en Gaza capital, que calificó como “bastión del terrorismo gubernamental y militar” de la organización.
Ese mismo día, el ejército israelí llamó a decenas de miles de reservistas para preparar la ofensiva, mientras el gabinete de seguridad evaluaba la propuesta de tregua. Hamas acusó a Netanyahu de bloquear el acuerdo con los mediadores para prolongar “una guerra brutal contra civiles inocentes en Gaza capital”.
El gabinete de seguridad, presidido por Netanyahu, ya había aprobado expandir la campaña con el objetivo de capturar Gaza capital. Israel controla actualmente cerca del 75% de la Franja.
Sus aliados más cercanos piden reconsiderar la operación, pero Netanyahu afronta la presión de ministros de ultraderecha que rechazan cualquier alto el fuego temporal y exigen continuar la guerra, incluso con vistas a una anexión del territorio. El mismo día, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, anunció la aprobación definitiva de un proyecto de asentamiento en Cisjordania ocupado, muy criticado en el exterior, y afirmó que borraba toda perspectiva de un Estado palestino.
El conflicto comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando comandos de Hamas mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y llevaron a 251 rehenes a Gaza, según cifras israelíes. Desde entonces, más de 62.000 palestinos han muerto por los bombardeos y la ofensiva terrestre, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad de Gaza, que afirma que la mayoría son mujeres y niños.
Hamas aceptó una propuesta de mediadores árabes para una tregua de 60 días que incluiría la liberación de parte de los rehenes y la excarcelación de prisioneros palestinos en Israel. El gobierno israelí estudia el plan, aunque exige la entrega de los 50 cautivos restantes en una sola fase. Calcula que solo 20 siguen con vida.
El temor a una ofensiva sobre Gaza capital se extiende entre la población y los líderes extranjeros. Israel asegura que dará tiempo a los civiles a abandonar la ciudad antes de avanzar. La única parroquia católica de Gaza, dependiente del Patriarcado Latino de Jerusalén, informó de que algunos barrios cercanos ya recibieron órdenes de evacuación.
Mientras tanto, continuaron los combates. Tropas israelíes se enfrentaron al sur de Gaza capital con al menos quince combatientes de Hamas que salieron de túneles y atacaron con armas automáticas y misiles antitanque. Un soldado quedó gravemente herido y otros dos resultaron con heridas leves, según fuentes militares. Las Brigadas al-Qassam confirmaron la acción y aseguraron que uno de sus miembros se hizo estallar entre los soldados.
El ejército israelí insiste en que Hamas utiliza infraestructura civil, algo que el movimiento niega. La guerra ha arrasado barrios enteros, destruyó escuelas, mezquitas y hospitales y dejó a la Franja en ruinas.
Hamas, que gobierna Gaza desde hace casi dos décadas, se muestra debilitado, pero asegura que liberará a todos los rehenes si la guerra termina. Israel descarta el fin del conflicto sin la desmilitarización del movimiento.
En Israel crece el apoyo a un acuerdo que garantice la liberación de los cautivos. El sábado, una multitud en Tel Aviv reclamó un alto el fuego y el regreso de los rehenes. Un sondeo laborado por Reuters e Ipsos en Estados Unidos reflejó que el 58% de los consultados cree que todos los países de la ONU deberían reconocer a Palestina como Estado.