Cuando fue elegido por Donald Trump para el importante cargo de secretario de Estado, al mando de la diplomacia estadounidense, muchos en el movimiento MAGA dudaron de su compromiso con la visión América Primero de la política exterior del presidente. Pero Marco Rubio, cuya trayectoria política de más de una década en el Senado lo definió como un halcón intervencionista, dio un giro drástico en su discurso y adoptó la agenda de Trump desde su llegada a la Casa Blanca. Este alineamiento, así como su experiencia geopolítica, le ha permitido ganar cada vez más poder en la Administración.
Tras el escándalo por la filtración de estrategia militar en un chat de Signal, Trump destituyó en mayo a Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional y otorgó el cargo a Rubio, que se convirtió en el primer diplomático desde Henry Kissinger en ocupar los dos puestos de más alto rango en la política exterior. Esta semana, el presidente le ha encargado la tarea de elaborar con los líderes europeos una propuesta de garantías de seguridad para Ucrania tras un hipotético acuerdo de paz con Rusia.
El movimiento MAGA se mostró escéptico con su nombramiento, pero se mantiene fiel al ‘América Primero’
Su nombramiento parece positivo para los intereses de Europa, pues se trata de una de las voces en la Casa Blanca que se ha pronunciado más enérgicamente respecto al respaldo al país invadido hace tres años y medio. Durante su etapa en el Senado, dijo que la única manera de tratar con el presidente ruso, Vladimir Putin, era ejercer presión a través de sanciones y la asistencia militar a Kyiv. Se refirió a él como un “criminal de guerra” y un “matón”, términos que recientemente ha abandonado. En mayo, cuando fue preguntado por ello durante una audiencia en el Congreso, aseguró que “se han cometido crímenes de guerra”, pero que no era el momento de “rendir cuentas”, pues “la tarea ahora mismo es acabar la guerra”.
Mientras continúan los esfuerzos de Trump por sentar a negociar al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en una bilateral con Putin, Rubio organizó ayer una llamada con los asesores de Seguridad Nacional de los países europeos que jugarán un papel en la ayuda a Ucrania, en el marco de la llamada coalición de voluntarios , con quienes creará una comisión conjunta.
Unas garantías de seguridad robustas tras la guerra son condición necesaria para que Kyiv se abra a un acuerdo de paz, pues es el único aval de que Rusia no lo violará y volverá a por más territorio en un futuro. Sin embargo, aunque EE.UU. aseguró que, en su reunión con Trump en Alaska, Putin accedió a este tipo de apoyo, el miércoles su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo que Rusia también deberá formar parte de esta negociación y que en ningún caso aceptará el envío de tropas europeas.
Washington se ha abierto a la idea de proporcionar a Kyiv una seguridad parecida a la que garantiza el Artículo 5 de la carta de la OTAN, bajo el que se considera que el ataque a un miembro de la alianza es un ataque a todos. Sin embargo, Trump rechazó el martes la idea de enviar soldados a Ucrania, algo que en el marco del Artículo 5 sería necesario en caso de que sean atacadas las tropas europeas. El presidente dio su “palabra” a la audiencia norteamericana durante una entrevista en Fox News y sugirió que su apoyo militar podría consistir en operaciones aéreas coordinadas con Europa, “porque nadie tiene el tipo de material que tenemos nosotros”.
En los próximos días, se esclarecerá de qué forma aterriza Rubio las garantías de seguridad prometidas, lo que podría incluir también apoyo en operaciones de inteligencia. El secretario de Estado ha estado al corriente de todas las llamadas de Trump con Putin y estuvo presente en la reunión que mantuvieron ambas delegaciones en Alaska. Pero, pese a su posición más crítica con Rusia, no está claro hasta qué punto pueden confiar los europeos en su capacidad de influir sobre el presidente, que ha dado en los últimos meses drásticos golpes de timón en su estrategia diplomática para poner fin a la guerra.