La ONU fracasa en Oriente Medio

Observadora pero no estabilizadora

Las misiones de paz de los cascos azules no logran evitar la escalada bélica en Líbano, Gaza o Siria

A peacekeeper of the United Nations Interim Force in Lebanon (UNIFIL) stands by an artillery gun at a fortified position formerly held Iran-backed Hezbollah in the Khraibeh Valley in el-Meri in south Lebanon on August 27, 2025. (Photo by ANWAR AMRO / AFP)

Un casco azul de la Finul, la semana pasada en una antigua posición artillera de Hizbulah en el sur de Líbano

ANWAR AMRO / AFP

Las patrullas de los impolutos tanques blancos de Naciones Unidas forman parte del decorado del sur de Líbano desde hace dos décadas. Tras la guerra de 2006, la resolución del Consejo de Seguridad 1701 encargó a los cascos azules “la misión del mantenimiento de la paz” en la conflictiva frontera con Israel.

A pesar de la presencia de los soldados internacionales, Hizbulah estableció numerosas bases en la región a lo largo de los años. Su mandato, que les impide tomar partido en la contienda, no pudo hacer nada cuando la milicia chií comenzó la guerra en octubre del 2023, cuando el Ejército israelí ocupó el sur del país el pasado otoño, ni frente a las constantes violaciones del alto el fuego por parte de Israel desde entonces.

Líbano pone fecha para la retirada de los cascos azules mientras Macron pide una misión de paz en Gaza

Por ello, la ONU ha decidido poner fin a la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en Líbano (Finul, por sus siglas en francés) y retirar a las tropas –10.000 efectivos de 47 países– el 31 de diciembre del 2026. Israel y Estados Unidos han presionado al gobierno libanés para que desarme a Hizbulah, que ya ha retirado gran parte de su armamento de la zona del sur del río Litani, conocida como “Línea Azul”.

Pese a las reticencias de la milicia chií, la presidencia considera que el Ejército libanés debe conservar el monopolio de las armas dentro del país; y el gobierno de Netanyahu asegura que no se retirará de la frontera ni cesará los ataques hasta que todos los combatientes del Partido de Dios hayan entregado sus fusiles.

Hasta que no termine su mandato, la ONU promete “mantener la estabilidad a lo largo de la Línea Azul, apoyar a las Fuerzas Armadas Libanesas en su redespliegue en el sur, contribuir a extender la autoridad del Estado libanés y respaldar a las comunidades locales”, aseguró a La Vanguardia el portavoz de Finul, Tilak Pokharel. Asegura, sin embargo, que “los desafíos que se avecinan son enormes” y demandó “un sólido apoyo internacional para llevar a cabo esta labor”.

La experiencia de los cascos blancos en Líbano no es única en la región. En Siria, la misión Undof de Naciones Unidas no ha impedido el avance de tropas israelíes en territorio sirio tras la caída del régimen de Bashar el Asad en diciembre pasado. Al igual que en Líbano, la efectividad de la ONU en Siria está en duda: sin capacidad de intervención directa y con mandatos limitados, los cascos azules funcionan más como observadores que como un factor de estabilidad sobre el terreno.

Pese a la limitada capacidad de actuación de los cascos azules en Oriente Medio, Emmanuel Macron ha propuesto enviar a Gaza un contingente internacional para estabilizar la franja y frenar la escalada militar. El presidente francés ha calificado el plan de Israel de tomar el control de Ciudad de Gaza como un “desastre” y advirtió que podría conducir a una “guerra permanente”, con los rehenes israelíes y la población civil palestina como principales víctimas. Según su declaración, el Consejo de Seguridad de la ONU debe actuar de inmediato para establecer una misión internacional con mandato específico que garantice la seguridad en el territorio, y Macron aseguró que sus equipos ya trabajan con los socios internacionales para ponerla en marcha

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