Brasil acaba de poner fin a cien años de impunidad tras la histórica decisión del Tribunal Supremo de condenar a 27 años de cárcel al expresidente Jair Bolsonaro, cabeza de una trama golpista en 2022 contra el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva. Pero aun no se ha escrito el desenlace: un proyecto de ley de amnistía que, en el caso poco probable de que sea aprobada, dejaría impune al ex presidente de extrema derecha igual que los generales de la dictadura iniciada tras el golpe de 1964.
Los golpes de estado, consumados o fracasados, han sido el pan de cada día en la turbulenta historia de la democracia brasileña. Se han producido 15 desde la creación de la república en 1889, y, en muchos casos, una posterior amnistía ha animado a los perpetradores a volver a intentarlo.
El ejemplo más obvio : los dos viejos militares de tiempos de la dictadura, Walter Braga Netto, de 68 años, y Augusto Heleno de 77 años.
Los dos participaron en el régimen militar de 1964 a 1985, cuyos integrantes —incluso los más sanguinarios como el general Carlos Alberto Brilhante Ustra, héroe de Bolsonaron y torturador de Dilma Rousseff— fueron amnistiados, una condición sine qua non para el apoyo de los militares al restablecimiento de la democracia.
Participaron también en el plan urdido por Bolsonaro para perpetuarse en el poder tras su derrota electoral en octubre del 2022, mediante el asesinato de Lula, de su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y del juez Alexandre de Moraes, que ha coordinado el juicio contra Bolsonaro.
El 54% de los brasileños rechaza una amnistía para Bolsonaro y sus cómplices, con el 38% a favor. “Ninguna democracia madura comete harikari”, dijo el jurista Lenio Streck, en una entrevista en el canal de Carta Capital. “La democracia brasileña sigue bajo ataque”
Pero en el Congreso, los lideres del poderoso bloque de diputados conocido como el gran centro —Centrão—, dicen que ya tienen votos suficientes para una amnistía - o al menos una importante reducción de penas- que se aplicaría también al centenar de bolsonaristas encarcelados por participar en el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasil el 8 de enero de 2023.
Muchos diputados del Centrão -en el que se juntan decenas de partidos clientelares sin ideología clara- temen ser percibidos como traidores por el líder de derechas más popular de la historia de la democracia actual, que recibió más de 58 millones de votos en las elecciones de 2022. Es más, dada la corrupción endémica del Centrão es lógico que apoyen una iniciativa que defiende la impunidad. Prueba de ello: la Cámara acaba de aprobar una propuesta de enmienda a la constitución que amplía su protección contra posibles demandas jurídicas.
Pero una amnistía no será fácil de conseguir y menos para Bolsonaro. Lula y el Partido de los trabajadores (PT), conscientes del peligro de añadir otro capítulo a la larga historia de la impunidad, harán todo lo posible para que no se apruebe. Puede obtener una mayoría en la Cámara, pero es más dificil en el Senado. Incluso en el caso de ser aprobada en las dos camaras, Lula intentaría vetarlo.
Es muy difícil que una amnistía sea aprobada en el Senado y la presidencia
Es más, tiene que ser ratificada como una medida constitucional por el propio Tribunal Supremo que ha dada todas las señales de que violariá la constitución. “La amnistía es posible pero muy difícil a no ser que sea después de las elecciones en caso de que gane la derecha”, dijo Fabio Kerche, analista político de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, en una entrevista. Aunque fuera aprobada, es casi imposible que Bolsonaro pudiera presentarse para las elecciones presidenciales del 2026.
Pero Bolsonaro difícilmente tirará la toalla y su estrategia electoral será clave para el resultado. Con o sin amnistía, “Bolsonaro aún tiene proyecto político; consiste en mantenerse como el líder de la extrema derecha brasileña”, dijo Kerche.
Los partidarios de una amnistía incluyen a Tarcísio de Freitas, el gobernador de São Paulo, con un fuerte apoyo entre los poderosos empresarios de Faria Lima. Probable candidato presidencial, De Freitas es un político sumamente ambiguo para el ex presidente : su principal aliado pero, a la vez, su principal rival.

El gobernador de Sao Paulo, Tarcisio de Freitas (derecha, corbata azul) con Benjamin Netnayahu y en TelAviv
De Freitas necesita los votos de la base bolsonarista para poder imponerse a Lula, cuya popularidad ha crecido en los últimos meses . El gobernador conservador se ha aproximado al bolsonarismo duro en las últimas semanas. Compareció en la gran manifestación del pasado domingo en São Paulo, donde tachó a Moraes de “tirano”, repitiendo el insulto bolsonarista (y trumpista). Apoya la amnistía y se ha comprometido a aprobar un inulto e casi de que gane las elecciones
Pero no está claro que Bolsonaro opte por dar su apoyo a Tarcísio o si prefiere lanzar a uno de sus hijos, Flavio, senador en Brasilia o Eduardo, afincado en Texas, o incluso a su mujer Michelle, que podría ser “una Evita Perón de la extrema derecha”, según dijo a The Guardian la analista en Brasilia Camila Rocha. “Bolsonaro sabe que, si apoya a Tarcísio, deja de ser el líder de la derecha” dijo Jorge Chaloub de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. “En el momento en que Tarcísio fuera elegido, Bolsonaro quedaría totalmente dependiente de él”.
En cambio, “si Tarcísio pierde, Bolsonaro sigue siendo el gran líder político en el campo de la otra derecha”. De ahí la tesis de que Bolsonaro puede preferir apoyar a un familiar suyo, aunque De Freitas tiene más posibilidades de ganar.
Para echar más salsa al guiso, Washington ya está preparando aplicar más sanciones a Brasil por supuestamente suprimir los derechos democráticos de Bolsonaro y la libertad de expresión. Ya anunció hace dos meses una serie de restricciones sobre viajes a EE. UU. y la congelación de activos en EE. UU. de los jueces brasileños, asi como aranceles del 50 % contra Brasil.
Marco Rubio : “Preparamos más sanciones que se anunciarán la semana próxima”
Según la lectura sorprendente del secretario de Estado Marco Rubio, la condena a Bolsonaro y al resto de los golpistas no es una victoria para la democracia brasileña contra un siglo de impunidad al golpismo sino la prueba de que “el estado de derecho en Brasil se está desmoronando”, según afirmó el lunes en Fox News. “Habrá una respuesta de Estados Unidos” con “algunos anuncios la próxima semana”.
El problema para Rubio y Trump es que la adopción de las sanciones hasta la fecha ha fortalecido a Lula que ha añadido seis o siete puntos a su aprobación en las encuestas al ser percibido como defensor de la soberanía brasileña . Para Trump y Bolsonaro, “el tiro ha salido por la culata”, dijo Kerche.