Mientras Israel intensifica su ofensiva militar sobre Gaza, el ex primer ministro británico Tony Blair, que hace meses que asesora a la Casa Blanca en el conflicto de Oriente Medio, está buscando apoyos regionales e internacionales para establecer un gobierno de transición en la franja que ponga fin a la guerra y que posteriormente ceda la gestión del enclave a la Autoridad Palestina.
El plan cuenta con el aval del presidente estadounidense, Donald Trump, quien, según el rotativo británico The Telegraph, le habría concedido a Blair dos semanas para recabar los respaldos necesarios para que la propuesta sea viable.
De acuerdo con el borrador del plan –cuyos detalles ha desgranado el diario The Times of Israel–, el órgano encargado de administrar temporalmente la franja recibiría el nombre de “Autoridad Internacional de Transición de Gaza” y se crearía a través de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Tendría una junta directiva compuesta por entre siete y diez personas, con una “fuerte representación de miembros musulmanes”, incluyendo “al menos un representante palestino cualificado” . El presidente de dicha junta sería nombrado por consenso internacional y mantendría una estrecha coordinación con la Autoridad Palestina, la cual debería someterse a una profunda reforma antes de pasar a controlar la franja, un proceso que podría durar años.

Un blindado israelí maniobrando hoy en las inmediaciones de Gaza
Control interno
La seguridad en Gaza iría a cargo de una fuerza multinacional, aunque se reserva un papel al ejército israelí
Durante este período de transición, la seguridad en Gaza estaría garantizada por la presencia de una fuerza “multinacional”, la cual, en coordinación con la policía civil, se encargaría de evitar “el resurgimiento de grupos armados”, velar por “la integridad fronteriza” y proteger “las operaciones humanitarias y de reconstrucción”. La propuesta de Blair también deja la puerta abierta para que el ejército de Israel pueda seguir operando en Gaza, en el marco de “operaciones específicas” destinadas a erradicar cualquier amenaza al orden público e institucional.
Asimismo, el plan incluye la creación de una “Unidad de Preservación de los Derechos de Propiedad”, cuyo objetivo sería garantizar el derecho a retorno de la población gazatí que abandone la franja.
De esta forma, la propuesta del ex primer ministro británico se desliga de la idea de forzar el desplazamiento masivo de los palestinos, algo que sí se barajaba hasta hace muy poco: a finales de agosto, The Washington Post detalló un proyecto para la Gaza de posguerra que también contaba con el aval de Trump y la implicación del think tank dirigido por Blair, y que preveía el traslado de los habitantes de la franja para levantar un gran centro turístico y tecnológico sobre las ruinas de Gaza. De acuerdo con ese plan –desgranado en un documento de 38 páginas que incluía ilustraciones de rascacielos futuristas generadas con IA– la franja estaría bajo tutela estadounidense durante unos diez años, hasta que un Estado palestino “reformado y desradicalizado” pudiera tomar el relevo. Para los gazatíes desposeídos de sus tierras, se planteaban dos formas de compensación: dinero para establecerse en otro lugar o un apartamento en una de las nuevas ciudades construidas en Gaza.
Ahora, en cambio, el discurso es otro: “No tenemos ningún plan para expulsar a la población gazatí de Gaza. Gaza es para los gazatíes”, remarca una fuente involucrada en las negociaciones de Blair en declaraciones a The Times of Israel.
Esa afirmación contrasta con los planes del Gobierno de Israel, que se muestra decidido a llevar a cabo una limpieza étnica en la franja con el visto bueno del mismo Trump que ha dado luz verde a la propuesta de Blair. Al menos, así lo dio a entender el pasado miércoles el ministro de Finanzas israelí, el ultraderechista Bezalel Smotrich, quien dijo que auguraba un boom inmobiliario en Gaza tras la guerra, y que su país ya estaba en conversaciones con Estados Unidos para repartirse el enclave.
“Hemos pagado mucho dinero por esta guerra, ahora debemos decidir cómo repartir los porcentajes de la tierra en Gaza”, afirmó Smotrich. “La fase de demolición es siempre la primera en un proyecto de renovación urbana. Esa parte ya la hicimos; ahora toca empezar a construir”, añadió.