En los últimos cuatro años ha intentado dos veces regresar al poder en sendos altos cargos en la República Checa, sin éxito, y ahora vuelve por sus fueros con perspectivas prometedoras. El multimillonario Andrej Babis, ex primer ministro checo, probó a repetir como tal en las elecciones generales de octubre del 2021. Las ganó, pero no logró hallar socios de gobierno y tuvo que pasar a la oposición. Después, en enero del 2023, concurrió a las presidenciales, y las perdió en segunda vuelta contra el ex militar Petr Pavel, desde entonces jefe del Estado.
Pese a los reveses, no ceja en el empeño y quiere la revancha. A sus 71 años, Andrej Babis, populista de ideología inclasificable, se encamina hacia las elecciones generales de los días 3 y 4 de octubre como favorito en los sondeos. De proclamarse vencedor y de lograr después pactar una coalición de gobierno, Babis se convertiría en el tercer gobernante abiertamente trumpista y eurófobo de Europa junto a sus aliados, el húngaro Viktor Orbán y el eslovaco Robert Fico. Consciente de que la población checa simpatiza con Ucrania, Babis es menos prorruso que sus dos socios, pero defiende recortar el apoyo militar a Kyiv.
El partido que fundó en el 2012, Acción de Ciudadanos Insatisfechos (ANO, por sus siglas en checo; además, la palabra significa sí), que había impulsado él mismo el año anterior como movimiento ciudadano, obtendría el 30% de los votos, con diez puntos de ventaja sobre la coalición del actual primer ministro, el liberal Petr Fiala. “Nunca en la historia hemos tenido un gobierno tan arrogante, inexperto e incompetente” ataca Babis una y otra vez durante la campaña electoral.
Andrej Babis, que fue primer ministro del 2017 al 2021, sigue siendo uno de los personajes más controvertidos de la República Checa, tras entrar en política hace ahora catorce años después de haber construido un enorme imperio empresarial en el sector agroalimentario, lo que le convirtió en el hombre más rico del país.
Nacido en 1954 en Bratislava –hoy capital de Eslovaquia–, estudió en la Universidad de Economía de Bratislava y comenzó a trabajar en comercio internacional en la era comunista. Tras la revolución de terciopelo y la disolución de Checoslovaquia, fundó en 1993 Agrofert, inicialmente como empresa comercializadora de productos agrícolas que evolucionó hasta convertirse en el mayor conglomerado checo agroalimentario y químico, con ramificaciones en otros sectores.
Consciente de que los checos simpatizan con Ucrania, Andrej Babis es menos prorruso que sus dos aliados, el húngaro Orbán y el eslovaco Fico, pero defiende recortar el apoyo militar a Kyiv
En el 2013 fue elegido diputado y desde ese año hasta el 2017 ejerció de ministro de Finanzas como parte de la coalición de gobierno. Tras las elecciones del 2017, se convirtió en primer ministro. Fue un mandato turbulento, envuelto en polémicas por conflicto de intereses entre su cargo y su vasto patrimonio empresarial. Ese mismo 2017 colocó sus empresas en fideicomisos para cumplir con una nueva normativa, pero mantiene el control sobre ellas. Está casado y es padre de cuatro hijos.
El lema de su campaña electoral es: “¡Vota por una vida mejor!”, y promete pensiones más altas, hipotecas más baratas y precios más bajos, mientras elude empantanarse en asuntos de política exterior. Con todo, predica mantener el gasto militar por debajo de lo que pide ahora la OTAN, porque “el 2% del PIB para defensa es suficiente”.
Tampoco carga abiertamente contra dos posibles socios en una futura coalición de gobierno: el partido de extrema derecha Libertad y Democracia Directa (SPD) de Tomio Okamura, y la alianza de socialdemócratas y comunistas ¡Ya basta! (Stacilo!). Aunque parecen mutuamente excluyentes, ambos partidos son prorrusos y reclaman que la República Checa abandone la OTAN y la Unión Europea, asuntos estos muy incómodos para el partido ANO de Babis, así que está por ver cómo se gestionaría una potencial coalición.
Con los años, Babis ha ido transformando su partido, en origen liberal, centrista, proeuropeo y con un discurso contra la corrupción política, en una formación populista de derecha radical, eurófoba y antiinmigración.
Con su aliado Orbán y con el austriaco Herbert Kickl, líder del partido de extrema derecha FPÖ, fundó en junio del 2024 el grupo Patriotas por Europa, al que se añadieron más tarde el Reagrupamiento Nacional de la francesa Marine Le Pen, La Liga del italiano Matteo Salvini, y Vox del español Santiago Abascal, entre otras formaciones ultras europeas. El grupo tiene ahora 86 eurodiputados en el Parlamento Europeo.