Las ciudades ucranianas que Rusia hace invivibles

Guerra en Europa

Las poblaciones más cercanas al frente viven acosadas por los drones

Una calle de la ciudad ucraniana de Jersón, cubierta de redes antridron, el 11 de noviembre

Una calle de la ciudad ucraniana de Jersón, cubierta de redes antridron, el 11 de noviembre

Nina Liashonok / REUTERS

El zumbido del dron se mezclaba con el de los coches que transitaban a una velocidad considerable por una de las avenidas de Kramatorsk el pasado lunes. Se sentía tan cerca que parecía que volaba a solo unos cuantos metros de altura, aunque era imposible verlo en la oscuridad de la noche. Con el pasar de los segundos el ruido se hacía más leve hasta desaparecer, la mayor parte de las veces, hacía un sector de las afueras de la ciudad, y ¡Bum! Muchas veces no se había sentido la explosión cuando un nuevo dron sobrevolaba el centro, siempre con el mismo desenlace: ¡Bum! Así, siete veces en menos de media hora.

Una señora rubia, de mediana edad, que fumaba un cigarro en el portal de su casa apenas se inmutaba. Miraba al cielo buscando el origen del ruido, pero desistía rápidamente y volvía a su pitillo. La misma indiferencia se veía en varios chicos, posiblemente militares, que caminaban por la calle alrededor de las ocho de la tarde; todo parecía normal, los drones Shahed y las explosiones son tan frecuentes que ya forman parte de la vida cotidiana de Kramatorsk y de todas aquellas ciudades ucranianas cercanas al frente.

Y es que, si bien los ataques han sido una constante desde el comienzo de la invasión a gran escala en toda esta región, ahora no solo son mayores sino que buscan provocar una mayor destrucción. Los objetivos van desde escuelas a servicios de emergencia, mercados, edificios gubernamentales, áreas residenciales, todo. El objetivo es hacer que las ciudades sean prácticamente invivibles ya sea porque van quedando destruidas, como es el caso de localidades como Dobropilia o Kostiantinivka, o porque la gente tiene que vivir bajo techo buscando algo de protección.

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Un residente visita un mercado callejero cubierto con una red antidrones, en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en Jersón 

Nina Liashonok / Reuters

El gran ejemplo de esto ha sido Jersón, que ha sido azotada constantemente por las fuerzas rusas desde hace tres años, cuando Ucrania retomó el control de la única capital de provincia que había quedado bajo control de Moscú. Desde entonces, las tropas enemigas, ubicadas al otro lado del río Dniéper, la han atacado sin piedad. Primero con artillería, misiles, bombas guiadas, shahids y, en los últimos tiempos, con los drones FPV (First Personal View), o kamikaze, que se inmolan sobre todo lo que se mueve. No importa que sea una persona mayor, o un niño, un coche civil o un autobús de servicio público.

Jersón puede llegar a ser alcanzada hasta por 250 drones en una mañana

Hoy, vivir en algunas áreas de la ciudad es suicida; muchas zonas están prácticamente abandonadas. El resto de Jersón solo tiene movimiento -y muy poco- a determinadas horas de la mañana. Al caer la tarde todos buscan protegerse; le temen a la “cacería humana”, como la han bautizado localmente. En un intento por recuperar cierta normalidad, las calles se han cubierto con redes para evitar que los drones FPV puedan impactar fácilmente. Pero, si bien es cierto que dan mayor tranquilidad, esto está lejos de ser una solución definitiva.

Según declaró a la agencia Ap un integrante de la Tercera Unidad Independiente de Guerra Electrónica de la infantería de marina, que está a cargo de proporcionar la cobertura electrónica que protege a la ciudad de los drones, Jersón puede llegar a ser alcanzada hasta por 250 drones FPV en una mañana. Muchos en la ciudad reconocen que el objeto más preciado es un pequeño detector que los alerta cuando hay presencia de drones.

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Un trabajador municipal utiliza limpia una red antidrones que cuelga sobre una calle, en medio del ataque ruso contra Ucrania, en Jersón,

Nina Liashonok / Reuters

“Quieren que todos nos vayamos o muramos, no les importa”, sentenciaba Olena, de vuelta en Kramatorsk. Atravesaba el puente del ferrocarril camino a casa cuando el pasado lunes sintió pasar uno de los drones y ¡Bum! Era el tercero que caía en esa dirección, la misma de su vivienda. “Mi casa quedó sin techo, mire”, insistía la mujer, que señalaba hacia un conjunto de casas rurales, algunas con el techo afectado, otras sin paredes y otras prácticamente destruidas. En total, 30 viviendas fueron perjudicadas, según las autoridades.

En algunas vivían civiles, como ella, y en otras militares que alquilan. “Los tres cayeron aquí”, insistía la mujer, que mostraba diferentes puntos donde habían hecho impacto los Shahid, se reconocía el lugar porque los cráteres eran identificables. Al lado de uno de ellos estaba el pequeño motor, el mismo que zumba como una abeja cuando vuela.

“Cada noche, cada día hay impactos. Ya he estado tres veces bajo bombardeos”, dice una mujer en Kramatorsk

“Este fue el que destruyó la casa de mi hija”, seguía explicando Olena, que entraba a lo que hasta la noche anterior era el comedor de la vivienda de la pequeña de sus hijas. La pared había desaparecido, las ventanas que habían sobrevivido estaban rotas y nada quedaba en su sitio. “Por suerte, no estaba en casa, pero se quedó sin casa; sin nada”, insistía la mujer.

No tuvo la misma suerte su vecino, de 61 años, quien murió. “¡Un desastre!”, se lamentaba Olena.

“Cada noche, cada día hay impactos. Ya he estado tres veces bajo bombardeos”, contaba la mujer, asegurando que, si la situación siempre ha sido difícil desde el comienzo de la invasión a gran escala, ahora todo parece peor.

“Quieren acabar con nosotros, hacer que nuestra vida sea imposible”, insistía.

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Sergyi, un comerciante del mercado, comparte su opinión. “Así lo hacen en todas partes, mire la vida de los habitantes de Jersón que son cazados por drones. Aquí ya estamos empezando a vivir de la misma manera, ya nos alcanzan los FPV”, explicaba este hombre de 47 años que tiene un local de cosas de casa.

En las últimas semanas llegan con mas frecuencia este tipo de drones a Kramatorsk, y aunque las calles todavía no están cubiertas con redes, sí lo están las vías que conducen a las afueras de la ciudad, incluido el camino a la vecina Sloviansk donde la situación es similar. Decenas de vehículos llevan en su parte superior diversas antenas que trabajan como protección electrónica contra los drones y cada vez más vehículos militares están protegidos por mallas metálicas, que hacen las veces de coraza de protección.

Con frecuencia, tanto en Sloviansk como en Kramatorsk se pueden oír los disparos de la defensa anti área. Pero no siempre logran alcanzar los drones. Como sucedió ayer, por más de cinco minutos resonaron los disparos en el centro de Kramatorsk alrededor de las dos de la tarde hasta que ¡Bum!

Los canales de Telegram luego informarían de que un dron pequeño había impactado una cancha de futbol dentro de un parque de la ciudad. Horas más tarde, cuando volvió a caer la noche, nuevos Shaheds volvieron a explotar en el arenero central de Kramatorsk.

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