Julieta Rueff,emprendedora, ha inventado un dispositivo de defensa personal:

“En España el #MeToo empresarial está a punto de estallar”

Tengo 24 años. Nací en Lisboa, Portugal, y vivo en Barcelona con mis padres. Dejé la universidad porque me acosaban, pero decidí ponerle remedio por todas las mujeres. Me preocupa el aumento de criminalidad, odio y racismo. Creo en el propósito y me siento afortunada de haber encontrado el mío. (Foto: Àlex Garcia)

Un desconocido le pidió un ­abrazo.

Hacía mucho que no lo veía, coincidí con él un año en la escuela, pero entonces él tenía 18 y yo 12. Al vernos me saludó, me recordó quién era y me pidió un abrazo.

Y se lo dio.

Sí, de “hola qué tal”, pero a partir de ahí cada noche estaba en la puerta de mi casa y me seguía a la universidad por las mañanas.

Le acosaba.

Al final un día le increpé: “¡Qué está pasando!”. “Mi misión en la vida es ponerte tan incómoda como pueda. Te voy a hacer la vida imposible”, me dijo. Ese acoso duró un año.

¿Y no lo denunció?

No, porque sentía que yo había abierto esa puerta, pero otras chicas del barrio me dijeron que también lo había hecho con ellas. Entendí que él no estaba bien de la cabeza.

¿Lo vivió sin trauma?

Lloraba cada noche, no dije nada a mis padres ni amigos porque me daba vergüenza no tener la fuerza de parar esa situación.

Es cuando hay que pedir ayuda.

Si se lo decía a mis padres, se acabó salir por la noche, fin de la libertad. Hasta el día que cenando con una amiga el tipo se sentó a la mesa sin parar de repetirme: “Te voy a hacer la vida imposible”, y llegué llorando a casa.

¿Le ayudaron o la encerraron?

Mi madre me compró un espray pimienta, pero me di cuenta de que había un problema con el tiempo de reacción.

Difícil rebuscar en el bolso.

O en la mochila. Investigando en los métodos más rápidos de activación llegué a la granada de mano, es más fácil para el cerebro en una situación de estrés tirar que presionar, y pensé que podía adaptar ese sistema.

¿Cómo?

Imprimí una granada en 3D, compré componentes de ruido y geolocalización, los soldé y los metí en la granada que llevaba colgando del bolso. Eso me hacía sentir segura. Y así descubrí mi misión.

¿Que consiste en?

No solo protegerme a mí misma sino a todas las mujeres que pasan miedo.

¿Qué hace su granada?

En cuanto tiras de ella suena una alarma de 110 decibelios, que son dos manzanas en Barcelona, envía tu geolocalización a tus tres contactos de emergencia y a la policía.

¿Cómo pasó del prototipo a vender en muchísimos países?

Busqué eventos de inventores e intenté colarme en todas sus fiestas. Yo decía: “Vengo a buscar a mi padre”, y pasaba. Y enseñaba mi FlamAid a posibles inversores.

¿Hubo muchos noes?

Muchos, pero al final conseguí 500.000 ­euros para desarrollarlo. Siempre me preguntaban por el ingeniero que lo había desarrollado, pensaban que yo era la becaria.

Va a ganar dinero con este invento.

A mí lo que me haría feliz es hacer bancarrota y no ser un unicornio , eso sería señal de que mis granadas ya no son necesarias.

Muy generoso por su parte.

Y me gusta la idea de que la granada no te defiende agrediendo como el espray pimienta sino que te defiende disuadiendo.

¿Qué fue del acosador?

Tuvo un brote psicótico y lo encerraron. Entra y sale, pero no lo he vuelto a ver.

El miedo la empujó a ser creativa.

Somos nueve personas en el equipo y ahora estamos desarrollando granadas pequeñitas que te puedes colgar al cuello para los casos en los que no quieres que el agresor sepa que estás pidiendo ayuda. La capacidad media de reacción de la policía es de tres minutos.

Tienes que sobrevivir a ellos.

Sí, por eso creo que es muy importante tener nociones de defensa personal básicas.

¿Qué ha descubierto en el mundo de los negocios?

Es difícil ser mujer, me sorprenden algunas situaciones que he vivido, como inversores que me han dicho: “Quiero invertir en tu empresa, pero se me da mejor hablar en el reservado de la discoteca, quedamos esta noche”.

¿Todavía quedan de estos?

Muchos, pero si hablas de ello estás fuera, conozco a mujeres que han dejado de tener acceso a inversión por denunciarlo y otras que han tenido que hacer favores sexuales. Hay un movimiento #MeToo en el mundo de los negocios a punto de estallar en España.

Pues bienvenido sea.

Yo nunca he querido demonizar al hombre.

¿Alguien la ha acusado de eso?

Sí, online: “Esta chica ha hecho una granada antihombres”, “es una lesbiana enfadada”, “está subvencionada por Irene Montero”, incluso “por qué no te vas a fregar platos y dejas los inventos a los hombres” o “ojalá te encuentren muerta en una cuneta”.

Increíble.

Estadísticamente las mujeres cuando emprenden tienen mejores resultados que los hombres, y sin embargo el 94% de los fondos económicos en Europa van para hombres.

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