Las hormonas vegetales: clave en la supervivencia de las plantas en ambientes extremos
Ciencia UB
Un nuevo estudio revisa la clasificación y funciones de todos los grupos de hormonas vegetales conocidas en el mundo de las plantas, unas moléculas determinantes en la vida de los vegetales y con diversas aplicaciones en la agricultura y la agrobiotecnología
El autor de este estudio es Sergi Munné Bosch, profesor de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona
¿Qué hormonas vegetales son decisivas para responder a las condiciones de sequía? ¿Cómo ajustan los vegetales las respuestas hormonales ante los cambios ambientales?
Un artículo publicado en la revista Trends in Plant Science redefine y clasifica las funciones de los diez grupos de hormonas vegetales identificadas hasta ahora en el mundo de las plantas, unas moléculas con funciones vitales en los vegetales y con diversas aplicaciones agrícolas relacionadas con los herbicidas, los productos bioestimulantes y el rendimiento de las cosechas de frutas y verduras, entre otras.
En situaciones de sequía, por ejemplo, el ABA juega un papel clave para evitar la pérdida de agua”
El trabajo destaca también cuáles son los grupos de fitohormonas esenciales para responder a los cambios en las condiciones medioambientales (estrés hídrico, inundaciones, etc.) y facilitar la supervivencia de los vegetales en ambientes cada vez más extremos.
Estas hormonas vegetales son moléculas orgánicas presentes en concentraciones muy bajas. Tienen un receptor hormonal identificado —como mínimo— al que se unen para iniciar la señalización y la acción hormonal específica, y son transportadas a largas distancias por el tejido vascular (xilema o floema).
Las plantas organizan sus hormonas en una especie de jerarquía, donde cada grupo cumple funciones específicas
Y, aunque las hormonas vegetales son esenciales para el crecimiento y la supervivencia de las plantas, la ciencia todavía tiene muchos misterios por resolver sobre su funcionamiento. Según el investigador Sergi Munné-Bosch, las plantas organizan sus hormonas en una especie de jerarquía, donde cada grupo cumple funciones específicas que van desde el desarrollo básico hasta la respuesta al estrés.
En el primer nivel de esta jerarquía se encuentran las auxinas, citoquininas y giberelinas, responsables del crecimiento y la formación de estructuras. En un segundo nivel actúan el ABA, el etileno, los salicilatos y los jasmonatos, que ayudan a las plantas a ajustar sus respuestas a un entorno cambiante y a defenderse del estrés. “En situaciones de sequía, por ejemplo, el ABA juega un papel clave cerrando los estomas —pequeños poros de las hojas— para evitar la pérdida de agua. Gracias a esta regulación, algunas plantas son extraordinariamente eficientes en el uso del recurso hídrico”, explica Munné-Bosch.
Muchas de las hormonas actuales ya existían en organismos primitivos como las algas o los musgos
El tercer nivel lo forman los brasinoesteroides, las hormonas peptídicas y las estrigolactonas, que aportan mayor flexibilidad y capacidad de adaptación ante distintos desafíos ambientales.
Pero la historia hormonal vegetal no termina ahí. En el “banquillo” hay moléculas que podrían incorporarse a esta lista de fitohormonas, como la melatonina o el ácido gamma-aminobutírico (GABA). “La melatonina cumple casi todos los criterios, pero aún falta identificar bien su receptor en las plantas. En cambio, el GABA, aunque es un conocido neurotransmisor en animales, no tiene un receptor identificado en el mundo vegetal”, comenta el investigador.
La evolución de estos sistemas hormonales también ofrece una mirada fascinante al pasado. Muchas de las hormonas actuales ya existían en organismos primitivos como las algas o los musgos, lo que demuestra cómo las plantas han ido perfeccionando una compleja red química para sobrevivir y adaptarse durante millones de años.
Aún hay hormonas poco conocidas, como las estrigolactonas o las hormonas peptídicas, y muchas interacciones entre ellas que apenas empezamos a comprender”
Munné-Bosch subraya que el reto de los próximos años será seguir explorando este lenguaje interno de las plantas, tanto por su valor científico como por su enorme potencial en agricultura y biotecnología. “Aún hay hormonas poco conocidas, como las estrigolactonas o las hormonas peptídicas, y muchas interacciones entre ellas que apenas empezamos a comprender. Desentrañar ese diálogo interno será clave para innovar en cultivos más resistentes y sostenibles”, concluye.