Catalunya no es ajena a situaciones inesperadas que pueden colapsar servicios básicos o dejar a las familias aisladas. Los recuerdos de episodios extremos siguen vivos: en marzo de 2010, cientos de hogares de las comarcas gerundenses quedaron incomunicados por la nieve, sin luz, sin agua y sin ningún acceso a servicios esenciales.
Los temporales de los meses de septiembre y octubre de este año en las Terres de l'Ebre lo han vuelto a evidenciar. Las inundaciones provocaron daños materiales, evacuaciones y confinamientos forzados, y muchas familias se quedaron sin servicios básicos como agua, electricidad o comunicaciones.
La emergencia climática ha intensificado este tipo de fenómenos y los incendios forestales, las lluvias torrenciales y las inundaciones se han convertido en riesgos palpables en todo el territorio. También existen peligros menos visibles, pero igualmente disruptivos, como los fallos tecnológicos o los apagones masivos. El 28 de abril de 2025, una incidencia de este tipo dejó al país sin luz, sin pagos electrónicos y sin capacidad de comunicarse durante horas.
Estas circunstancias evidencian que la sociedad depende fuertemente de servicios externos e infraestructuras complejas. Esta dependencia crea vulnerabilidades frente a fenómenos naturales y también por interrupciones logísticas, de suministro energético, transporte o ciberseguridad.
Recomendación de la UE
En un momento como el actual, distintas administraciones y organismos internacionales han empezado a remarcar la necesidad de asumir esta nueva realidad. La Unión Europea impulsa una Estrategia de Preparación para prevenir amenazas emergentes y actuar con rapidez frente a situaciones críticas, con una recomendación: disponer de un kit de emergencias que permita mantener una mínima autonomía durante las primeras 72 horas sin suministros. El Banco Central Europeo ha subrayado la importancia de tener dinero en efectivo en casa –entre 70 y 100 euros– para hacer frente a posibles incidencias en los sistemas de pago.
