Nosotros, los evangelistas

Cuadernos del sur

La ponencia política que Génova se dispone a debatir y a aprobar en el próximo congreso del PP en Madrid, previsto para la primera semana de julio, inminente y tórrido, es un perfecto ejercicio de melancolía, de la que Eugenio D’Ors escribió en algún momento –y en algún otro sitio– que era un nombre excelente para describir el olor de los perfumes evaporados.

El documento rubricado por los cuatro comisarios mancomunados de Feijóo –dos presidentes autonómicos, la alcaldesa de Zaragoza y una eurodiputada– nos regala una esencia semejante: lo que podía haber sido, sobre todo en Andalucía, y nunca llegó a ser. Acaso también un augurio sobre el futuro.

Los autores de la ponencia política del Congreso del PP el pasado martes en Sevilla

Los autores de la ponencia política del Congreso del PP el pasado martes en Sevilla

PP Andalucía

El documento abunda en los estragos institucionales causados por el PSOE (es un diagnóstico de la política española), contiene un glosario de buenas intenciones y prescinde de concretar los métodos e instrumentos que la derecha (de momento carente de mayoría propia y, por tanto dependiente de terceros) tiene previsto impulsar si logra regresar a la Moncloa.

Por supuesto, nadie esperaba un texto de orden doctrinal. Ninguno de los cuatro evangelistas de Génova –Moreno Bonilla, Fernández Mañueco, Alma Ezcurra y Natalia Chueca– son teólogos por Lovaina ni juristas formados en Bolonia, por mucho que al presentar el documento –en un club privado de Sevilla– vistieran de un blanco unánime y vaticanista.

Moreno Bonilla esta semana durante un acto del Infoca

Moreno Bonilla esta semana durante un acto del Infoca

Junta de Andalucía

El PP sostiene que su nueva propuesta política para España se sustenta en “valores y principios”, dos abstracciones que, en el caso de Andalucía y del presidente de la Junta (primus inter pares), brillan por su ausencia.

Sin entrar en la pugna entre Ayuso y Moreno sobre el sistema de doble elección entre militantes y compromisarios, que se dirimirá en la comisión estatutaria, casi todas las propuestas que Génova hace para el ámbito estatal tienen su correspondiente excepción práctica en Andalucía, donde el PP lleva ya siete años cómodamente instalado en el Palacio de San Telmo.

Primera edición de 'Nosaltres, els valencians' (1962)

Primera edición de 'Nosaltres, els valencians' (1962)

Ediciones 62

Sobre todo en lo que se refiere a la “despolitización de las instituciones”. Moreno ha acomodado en ellas durante estos años tanto a exconsejeros de sus gobiernos como a sus antiguos socios de Cs, en pago por los servicios prestados. No hay más que ver el caso de la presidencia del Parlamento, la Cámara de Cuentas, el consejo de Canal Sur o los consejos consultivo y audiovisual, abrevaderos de afines en situación de comisión de servicios.

Que el presidente de la Junta lidere en público una ponencia que dispone lo que él mismo no ha llegado a poner en práctica en la gran autonomía del Sur es un hecho colosal, como diría Josep Pla. Más aún es que nadie –ni la oposición ni tampoco la prensa regional– repare en esta incoherencia que no es exactamente una contradicción, sino más bien fruto del desahogo.

Lee también

El verano (infernal) del PSOE

Carlos Mármol
Cerdán, Sánchez y Montero, en un Comité Federal del PSOE

Predicar aquello que no se hace, como la reforma de la administración, que en Andalucía continúa incólume desde que el PSOE fue expulsado del Quirinale, es tanto un pecado de acción como de omisión. Ambas cosas.

En el primer caso porque nada impide a Moreno Bonilla –que disfruta de una mayoría parlamentaria absolutísima– liderar con el ejemplo. Y en segundo término porque su decisión de no cambiar nada –pregonando al mismo tiempo que el cambio ha llegado al Sur de España– no es pasajera.

Lee también

El Vaticano de Génova

Carlos Mármol
Moreno Bonilla e Isabel Díaz Ayuso

Es la nota musical dominante de las dos últimas legislaturas en Andalucía. Los evangelistas de Génova han parido un ratón o, como diría Cervantes, han hinchado un perro, cosa que sin duda tiene su mérito por aquello de que el animal concernido en dicha operación suele presentar resistencia.

No es el caso: nadie en Andalucía ha dicho todavía esta boca es mía, probablemente por temor a que desde San Telmo, como escribía Quevedo en una de sus divertidísimas epístolas satíricas, “manden con el dedo,/ ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo”.

Lee también

¿Andalucía es aún de izquierdas?

Carlos Mármol
Moreno Bonilla esta semana durante un acto del Infoca

Ningún alto cargo de la Junta o de las distintas instituciones de extracción parlamentaria designado por el PP meridional en los últimos años es neutral. O son militantes o comisionados de parte, lo que arroja dudas –en realidad no hay ninguna– de la verosimilitud de la eterna promesa de abordar con suma urgencia una operación de descolonización política –que en Andalucía todavía no se conoce– en la Administración central.

En la Junta tampoco rige la costumbre de respetar los célebres contrapesos –checks and balances– propios de la sana y edificante separación entre el espacio institucional y el campo partidario. La derecha meridional presume mucho de neutralidad institucional, pero en el Sur rara vez la tolera.

Lee también

El ‘rearme ideológico’ del PP y la (infalible) ley de la gravedad

Carlos Mármol
Moreno Bonilla

Tampoco tiene la costumbre de autolimitarse. Ni un solo día ha dejado San Telmo de subvencionar generosamente a entidades privadas –patronales, sindicatos, asociaciones y hasta cofradías religiosas– con dinero público, incluso aunque la gestión de parte de estos fondos (como sucede con el sindicato UGT) haya sido objeto de condena judicial.

Todo lo que en la ponencia ideológica para el congreso del PP se presenta como ambrosía en Andalucía es escabeche. Por lo demás, el título de la declaración del PP –Nosotros, los españoles– es un evidente remedo del célebre libro de Joan Fuster dedicado a la defensa de la nación valenciana.

Lee también

El PSOE sueña con un ‘Frente Andaluz’

Carlos Mármol
María Jesús Montero, a su llegada este viernes a la reunión del Comité Director del PSOE-A

En Génova nadie parece haber reparado que tal expresión, que no es propia de la Transición, ya que la obra de Fuster data de 1962, más de una década antes de la muerte de Franco, condensa la teoría (independentista) de que Catalunya, Valencia y Baleares forman parte de los Països Catalans.

Criticar al PSOE por pactar con los independentistas al mismo tiempo que se asumen sus conceptos y su lenguaje evidencia el rigor y las bases intelectuales que iluminan este rearme ideológico del PP del Feijóo y Moreno Bonilla, cuyo reformismo es aéreo. La emulación por eufonía, sin un conocimiento preciso de lo que se dice, es un pozo lleno de peligros.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...