Loading...

La Universidad de Granada planta cara a los ‘padres helicóptero’ con un polémico cartel

Debate abierto

El gesto de la UGR abre un debate sobre los límites de la implicación parental y la madurez de una generación educada en la sobreprotección

Imagen del cartel colocado en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Daniel Arias

Un simple folio colgado en una pared de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada ha encendido la alarma: los ‘padres helicópteros’ podrían estar aterrizando en las enseñanzas superiores. El cartel, firmado por el Vicedecanato de Prácticas, Pedro Ángel Valdivia, reza en letras grandes: “No se atiende a padres. Todo el alumnado matriculado en Prácticas es mayor de edad”. Un gesto sencillo, pero cargado de significado, que ha hecho las delicias de las redes sociales y reabre la discusión sobre la madurez de los jóvenes y la sobreprotección familiar. 

El mensaje se viralizó después de que el catedrático Daniel Arias Aranda compartiera la imagen en su cuenta de X (antes Twitter). Desde entonces, la UGR se ha convertido en el epicentro de una conversación que trasciende los muros del campus.

Valdivia explicó en Cadena SER que el objetivo no era “excluir ni molestar a las familias”, sino recordar algo esencial: la relación académica es entre la institución y el estudiante. “Responde a una idea muy sencilla, pero fundamental”, señaló, “nuestros estudiantes universitarios son personas adultas, y la universidad es un espacio donde se fomenta su autonomía, su responsabilidad y su capacidad de gestión personal”.

Según el profesor, no es una práctica generalizada, aunque sí reflejan una tendencia preocupante. La publicación debía ser “un recordatorio simbólico” para subrayar que los universitarios han alcanzado la mayoría de edad y deben actuar en consecuencia. “Comprendemos que las familias busquen el mayor desarrollo posible en la carrera de sus hijos”, añadió, “pero también deben entender que su papel cambia cuando estos alcanzan la mayoría de edad”. El objetivo era poner el foco en el “papel protagonista en la toma de decisiones y en la resolución de conflictos” que debería serle propio al universitario.

Un mensaje pedagógico en un contexto muy concreto

En una conversación mantenida con La Vanguardia , Pedro Ángel Valdivia ha ampliado los detalles de la situación que llevó a colocar el cartel. “Si se ha puesto es porque se han recibido visitas de padres de todo tipo”, ha explicado. “Los hay que han mostrado una educación exquisita y otros que han tenido una actitud no deseable. Hablamos de un alumnado con mínimo 20 años”. 

El vicedecano ha matizado que los casos son muy puntuales, especialmente en comparación con la magnitud del programa de prácticas. “Ahora tenemos 820 alumnos en prácticas en octubre, y en febrero serán unos 1.200. Estos casos se pueden contar con los dedos de una mano”, ha subrayado. 

“Hay compañeros que dicen que el colegio se está convirtiendo en una guardería, el instituto en un colegio y la universidad en un instituto”

Ángel ValdiviaVicedano de Prácticas de la Facultad de Ciencias de la Educación de la URG

Valdivia ha mostrado comprensión hacia las familias y su deseo de implicarse en la formación de sus hijos. “Entendemos que las familias están volcadas para que los alumnos aprovechen al máximo sus estudios”, ha apuntado, aunque advirtió de los riesgos de una sobreimplicación. “Hay compañeros que dicen que el colegio se está convirtiendo en una guardería, el instituto en un colegio y la universidad en un instituto. Otros señalan que se está infantilizando al alumnado”, expresaba.

Valdivia ha insistido en que este debate cobra un valor añadido en el contexto de la Facultad de Educación: “Estamos formando a futuros docentes. Todo esto sucede en un contexto de alumnado que será el encargado de educar a la siguiente generación”. “El objetivo pedagógico”, ha detallado, “es fomentar la autonomía del alumno, su gestión personal y su madurez”. “La idea del cartel era lanzar un mensaje pedagógico, no disciplinario”, concluía.

Un “recordatorio simbólico”

El gesto, aparentemente anecdótico, ha generado una ola de reacciones en las redes. Entre las publicaciones más compartidas destaca la del catedrático Daniel Arias Aranda, quien comentó: “Cuando en la universidad es necesario poner este cartel, es que algo está fallando. Querido alumno: soluciona tus propios problemas y no mandes a papá y mamá”.

En declaraciones posteriores a La Vanguardia, Arias insistió en la necesidad de abrir un debate entre todos los actores del sistema educativo. “Hay que revisar protocolos y leyes para contener esta problemática”, advirtió, “hablamos de un servicio de prácticas dirigido a alumnos de 22 o 23 años, y hay padres que se han quejado de los horarios. Insisto, no son niños de primero”.

El catedrático, también autor del libro Querido alumno: Te estamos engañando, apuntó directamente a la educación secundaria como el terreno donde germina la dependencia y donde los docentes tienen más “interferencias” en su trabajo. “Hay que mentalizar a los padres de que deben educar en independencia, porque si se hace todo por el hijo luego hay altos niveles de frustración y poca autoestima”, explicó. A su juicio, esta sobreprotección es una “forma de maltrato” y puede convertirse en un círculo vicioso porque “si haces dependientes a tus hijos, los esclavizas”. Tanto es así que, según relataba, se han dado casos de “padres que han ido a entrevistas —de prácticas— con sus hijos y se han sentado frente al personal de recursos humanos”.

Por su parte, en la comunidad digital, el tema ha despertado un aluvión de comentarios. Usuarios debatían si la medida es una muestra de respeto a la autonomía juvenil o un gesto de frialdad institucional. “¿Cuántos padres gestionan la matrícula universitaria de sus hijos?”, escribía una internauta. “Se está criando a una juventud aniñada que no sabe resolver sus problemas. ¿Y cuándo tengan que hacerlo? ¿Llamarán a mamá?”. Otros defendían la postura del Vicedecanato en términos legales: “Una persona mayor de edad ya no está representada por sus padres en el tráfico jurídico, salvo que un juez determine lo contrario. Atender a los padres va en contra de la autonomía de la voluntad del alumno”.

El debate, más allá del caso puntual, ha servido para visibilizar un cambio social: una generación de jóvenes hiperprotegidos y una generación de padres hiperimplicados. Entre ambos extremos, la universidad emerge como el último bastión de la autonomía personal.