Mael Aldecoa, un niño gijonés de tres años que ha sufrido la amputación de sus cuatro extremidades a consecuencia de una grave infección, continúa sin poder asistir al colegio. Tal y como ha informado La Nueva España, el menor debía iniciar su escolarización el pasado mes de septiembre, pero una serie de dificultades administrativas y logísticas lo impidieron.
Sus padres formalizaron la matrícula en mayo, antes de la operación, en el colegio público Begoña, situado en el barrio de Viesques. No obstante, tras la intervención quirúrgica, las necesidades del niño cambiaron por completo, requiriendo una atención y una accesibilidad que dicho centro no puede ofrecer al no estar adaptado para el uso de silla de ruedas.
Gijón, una ciudad con tan solo tres colegios totalmente adaptados
Tras explorar alternativas, la familia descubrió que en Gijón únicamente existen tres colegios totalmente adaptados. “Mael va a afrontar más operaciones a lo largo de su vida y no podemos arriesgarnos a que no tenga un ascensor”, explica su padre, Pablo Aldecoa.
El centro que mejor responde a los requisitos del menor es el colegio público Jacinto Benavente, en el barrio de La Camocha. Se trata de un colegio completamente accesible, si bien carece de auxiliares destinados a alumnado con movilidad reducida.
A la injusta situación se sumó un nuevo obstáculo: la Consejería exigió a los padres renunciar a la matrícula del Begoña, lo que suponía perder las ayudas de comedor y transporte. “Fue la gota que colmó el vaso”, señala Aldecoa, quien emprendió entonces un proceso para acreditar que el cambio de centro no respondía a una elección personal, sino a una necesidad objetiva.
Dos meses después, la familia ha conseguido conservar dichas ayudas, aunque el Principado continúa sin asignar un auxiliar educativo para el pequeño. “Es de sentido común que un niño sin manos ni piernas necesita un auxiliar”, insiste el padre, quien afirma haber recibido recientemente llamadas tanto del gabinete del presidente Adrián Barbón como de la consejera Eva Ledo.
“Todos entienden mi caso, pero dicen que ‘no está en su mano garantizar ese auxiliar’. Entonces, ¿quién lo decide?” Se pregunta el padre de Mael. A la espera de una resolución clara, la familia solicita celeridad y transparencia, convencida de que la escolarización del menor no debería convertirse en una pesadilla marcada por los obstáculos burocráticos.

