La dificultad de acceso a la vivienda se convierte directamente en drama en algunos barrios. Este es el caso de la Florida de l’Hospitalet de Llobregat, con sus elevados índices de pobreza y su altísima densidad de población. Allí los desahucios están a la orden del día. Pero esta barriada también cuenta con un rico tejido asociativo, consciente de los problemas que padecen sus vecinos. Allí surgió en el año 2023 una iniciativa innovadora que comienza a dar sus frutos: las Juntes, una cooperativa de vivienda dispersa de gestión comunitaria. En esencia, la cooperativa obtiene pisos de fondos buitre para que acaben en manos de personas con pocos recursos económicos del barrio, que además se hacen partícipes de la iniciativa. “Todo esto se ideó parando desahucios”, recuerda Mariló, una de las impulsoras.
Un grupo de socios y creadores de la iniciativa se encuentran con la Guyana Guardian en el espacio Pomezia, refugio de actividad vecinal y cultural de la Florida, que igual que las Juntes está impulsado por la Fundició, una cooperativa cultural nacida en el 2006. “Las Juntes adquiere pisos para que personas con dificultades tengan una vivienda digna”, relata Bessy, que vive en uno de los ocho inmuebles gestionados por las Juntes, en los que residen una treintena de personas. ¿Pero qué es eso de dispersa? “Normalmente, las cooperativas de vivienda construyen. Nosotras no. Adquirimos pisos repartidos en el barrio, tampoco en el mismo edificio”, describen.
La iniciativa vecinal promociona una campaña de títulos participativos para recaudar fondos
Este modelo está inspirado en las community land trust , que pretenden custodiar el territorio con estructuras de gobernanza compartida. Pero pese a esta influencia de modelos más comunes en el extranjero las Juntes es un proyecto creado pensando en la Florida, desde el barrio y para la zona norte de l’Hospitalet.
Resulta que por aquí no hay espacio para alzar más bloques, no pueden construir como suelen hacer este tipo de sociedades. Pero en cambio sí que hay un montón de pisos antiguos ávidos de una reforma. Las crisis económicas golpean con doble fuerza en los barrios vulnerables. Evoca Mariló que la especulación y el estallido de la burbuja inmobiliaria en el 2008 dio paso a una época de desahucios intensa, que acabó con muchos pisos en manos de bancos o fondos de inversión, que a la postre acabaron vacíos u ocupados.
“Otro de los objetivos es dignificar los pisos”, tercia Francisco. Esta iniciativa compra los pequeños inmuebles, los reforma, si hace falta, porque en muchos casos están muy deteriorados e incluso llega a regularizar la situación de algunos vecinos.
Morad se vio sometido a un proceso de desahucio. “Estaba muy preocupado”, dice. Pero conoció a las Juntes y se unió al proyecto. “Se arregló el baño, la cocina y una habitación con una gran humedad”, comenta. Tres meses antes del nacimiento de su primera hija, el piso se había dignificado. “Hay que pagar una cuota y ya está”, comenta Morad.
Efectivamente, y aunque hay una caja de resistencia para emergencias, para formar parte del proyecto se abonan 300 euros inicialmente y después se paga una mensualidad de unos 450. Para arrancar, las Juntes pidió un préstamo a Coop57, recibió una aportación de capital de un vecino y el apoyo de asociaciones como la Dinamo y Lacol, aunque germinó gracias a las complicidades trabajadas en varias entidades del barrio, como la asociación de vecinos y vecinas, entre otras. “Esto nació en un territorio donde ya hay una visión comunitaria”, apunta Laia.
En estos momentos, las Juntes está promocionando una campaña de títulos participativos para recaudar fondos. También se pueden hacer donativos o convertirse en socio colaborador.
“¿Quién tiene 30.000 euros para la entrada de un piso?”, se pregunta Estela, una joven de la Florida. “Ni trabajando después de estudiar nos podemos permitir una vivienda digna. Las Juntes nos ofrece una posibilidad”, asegura. Aquí se teje una alternativa, dice Estela, que aboga por impulsar “otra mirada” sobre un barrio frecuentemente en los medios por temas de seguridad, pero en el que problemas como la vivienda, entre otros, generan inseguridad. Además, un piso suele ser la llave para adquirir otros derechos, como el padrón.
¿Se puede replicar el modelo de las Juntes en otros lugares? En la Florida de l’Hospitalet opinan que sí, pero ponen un requisito: tener un tejido asociativo ya cultivado. El propio nombre de las Juntes emana de conceptos como unión y comunidad. De momento, ya han despertado interés en lugares como Vallecas, El Prat de Llobregat, Sabadell o Puigcerdà.




