Las lecciones (des)aprendidas de Iqoxe

Seguridad

La explosión en la química de Tarragona ha cambiado en cinco años la información, protección y percepción de los vecinos

Mercado de Bonavista con una chimenea de polígono químico al fondo

El mercado de Bonavista, ayer en Tarragona, con una de las empresas del polígono petroquímico de fondo

Xavi Jurio

Una tremebunda explosión en uno de los reactores de la empresa Iqoxe, en el polígono químico sur de Tarragona, hizo temblar los barrios de Bonavista y Torreforta y parte de La Canonja a las 18 horas y 37 minutos del martes 14 de enero de 2020. La deflagración causó la muerte de dos empleados de la empresa, Óscar Saladié y Óscar Atance, y de un vecino, Sergio Millán, que estaba tranquilamente en su piso cuando una pieza de acero de más de 800 kilos procedente del reactor impactó en el inmueble, a casi tres kilómetros. Doce personas más resultaron heridas de diversa consideración.

El accidente, el más grave en seis décadas de historia en la industria petroquímica de Tarragona, hizo saltar por los aires la confianza de los vecinos y activó una oleada de suspicacias y críticas contra la industria y las autoridades. La onda expansiva causó daños en decenas de viviendas y la explosión esparció pedazos de metal a varios kilómetros a la redonda, rompió cristales y causó numerosos destrozos.

La industria, bajo el foco, hace mejoras pero para entidades vecinales y sindicatos hay deberes por hacer

Los vecinos, con una población de 96.500 personas habitando alrededor de los dos polígonos químicos de Tarragona, se sintieron desprotegidos. La desinformación y el caos se impusieron en las primeras horas posteriores a la explosión. Iqoxe tardó más de sesenta minutos en alertar del accidente a la Generalitat. Bombers tuvo que actuar de emergencia en Iqoxe casi a ciegas para evitar una catástrofe mucho mayor, con la temida explosión en cadena, y Protecció Civil no pudo activar a tiempo los mecanismos de protección a la población. No sonaron las sirenas de riesgo químico.

Entonces todavía no se había puesto en marcha en España el sistema de envío masivo de mensajes de alerta a los móviles en caso de emergencias. Lo sucedido en la química aceleró su implantación, clave también en incendios e inundaciones.

No ha sido el único cambio en la gestión de la información y la protección de la población. El Govern está acabando de instalar una red de 587 sensores en los perímetros de los dos polígonos, capaces de detectar de forma automática ocho sustancias químicas altamente peligrosas en caso de fuga, incluido el producto que originó el accidente en Iqoxe.

También se ha reforzado el sistema de sirenas de emergencia química y se ha recuperado la gestión de las emergencias químicas desde Tarragona (Plaseqta). Se han llevado a cabo en el último lustro más simulacros y campañas de información ciudadana que nunca. Un mensaje mil veces repetido: confinamiento, lo contrario que sucedió aquella tarde, cuando volaban pedazos de acero por los aires y seguieron las actividades en el exterior, como en el campo municipal de fútbol.

A pesar de los esfuerzos de Protecció Civil, parte de la población se ha ido relajando con el paso de estos cinco años, olvidando parcialmente lo sucedido en 2020. En algunas acciones informativas en los barrios el quorum es escaso. “En algunas de las últimas reuniones no ha venido nadie”, dice Joan Carles Francès, responsable de Protecció Civil en  Tarragona.

“Se ha hecho mucho, invirtiendo recursos materiales y humanos”, destaca Francès. Desmerecer los esfuerzos para mejorar al información y protección de los vecinos no se ajusta a la realidad, aunque queda trabajo por hacer. Las entidades vecinales de Tarragona y los dos sindicatos mayoritarios en la industria petroquímica local (CCOO y UGT) son críticos y sostienen que quedan deberes por hacer, dentro y fuera de las empresas. Se manifestarán mañana en la hora de la explosión frente a Iqoxe, con un lema unitario: No olvidamos .

“Seguimos preocupados, no se ha avanzado como querríamos, en caso de un accidente parecido al de Iqoxe, la población no sabría qué hacer”, sostiene José Martín Carrasco, secretario de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Tarragona (FAVT). “Después de la explosión pensábamos que se cambiarían cosas de verdad, pero se ha aflojado”, alerta Pedro Carmona (CCOO).

El sector químico de Tarragona ha introducido cambios para intentar ganarse de nuevo la confianza de la población y mejorar la información y la seguridad de los procesos productivos, empezando por Iqoxe. Entre otras medidas, la empresa ha bunquerizado las salas de control. Saltaron por los aires en 2020, causando la muerte de dos empleados.

“Se están haciendo las cosas bien, se ha superado en todo las condiciones de la normativa”, destacan fuentes de Iqoxe, que asegura invertir tres millones de euros anuales en mejoras, la mayoría en seguridad. La patronal química de Tarragona (AEQT) lo corrobora, y pone como ejemplo una auditoría externa voluntaria superada por la industria.

Ajenos a lecciones aprendidas y en parte olvidadas, los marchantes y clientes del mercado de Bonavista seguían ayer a lo suyo, en la venta de churros, bragas o patatas. La FAVT alerta que en caso de accidente químico en domingo, cuando hay mercado, habría un grave problema para confinar a unas 15.000 personas. “Los lugares de encuentro previstos son la iglesia de Bonavista o el casal de los abuelos. Cuando no hay misa la iglesia está cerrada y no hay espacio para tanta gente”, alertan.

Protecció Civil asegura que sí está bien planificada la evacuación y los lugares de confinamiento. “La población de Tarragona tiene muy presente el riesgo químico, pero siempre hay quien no sabe y quien no quiere saber”, advierte Francès.

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