El francés Hervé Jacquot, de 70 años, es el caballero doble. Primero, porque es un jinete tranquilo y respetuoso con los animales y con quién se encuentra a su paso. Y, segundo, por su elegancia natural: tiene un carácter afable, es un hombre educado y la cabellera blanca y abundante le dan un porte distinguido.
Jubilado desde hace cinco años, y tras el fallecimiento, por cáncer, de su segunda mujer, recientemente, Jacquot decidió perseguir un nuevo sueño. “Ella ha sido el amor de mi vida, lo mejor que me ha pasado los últimos años. Pero una vez se ha ido y he superado el duelo, no me podía quedar sentado en el sofá”, apunta, vital. Padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos, el galo se ha propuesto recorrer los puntos cardinales más alejados de Europa, a lo largo de los próximos cuatro años, si la salud de hierro que tiene se lo permite. “Mis hijos quedaron sorprendidos por mi decisión, pero la respetan”, afirma.
Se detuvo en Catalunya porque los animales necesitaban un cambio de herraduras y obtuvo ayuda en Terrassa
Jacquot empezó la ruta hace dos meses y medio desde Francia y el plan es ir a pie y montando sus caballos, Emma y Elly, de raza pottoka vasca, acompañados por su perro Rahan. En verano, llegará a Almería, para seguir hacia cabo da Roca, cerca de Lisboa y el punto más occidental europeo. El itinerario pasará por Euskadi y subirá hacia Francia, Alemania, Polonia, Bielorrusia y Rusia, hacia los montes Urales, “si la situación política está tranquila. Ya pedí, en una carta a mano, el visado a la embajada rusa y ya me lo han concedido. Han sido muy amables”. Si todo sigue a buen ritmo, bajará hacia el sur, hacia Turquía, y cerrará el viaje.
La elección de esta raza equina no es baladí. El jinete mide 1,62 metros y estos caballos, de pequeña envergadura, le casan a la perfección. Son unos animales de montaña, resistentes, acostumbrados al frío de la cordillera cantábrica y de los Pirineos. “Es un viaje muy planeado. Hasta hace poco más de un año, solo me gustaba montar. Pero descubrí una asociación francesa de personas que viajan a caballo por el mundo. Me asesoraron con todo: el tipo de animal, la carga, las paradas, cómo gestionar la comida, los horarios, mi descanso y el de los caballos”, relata. Ha conseguido una gran conexión y se cuidan mutuamente.
"No quiero demostrar nada a nadie, solo a mí
Hervé Jacquot es un hombre discreto. No pretende conseguir ningún reto. “No quiero demostrar nada a nadie, solo a mí. Y si tengo que acabar la ruta antes de lo previsto, no pasará nada”, explica, con calma. Equipado con unas alforjas con tienda de campaña y un kit básico de higiene y comida, que pesan 70 kilos, recorre “entre 15 y 18 kilómetros a pie, a diario, y si monto, entre 30 y 35”. Su ilusión es ir conociendo a personas con las que congeniar y promover un sistema de vida respetuoso con la naturaleza y los animales. “Cada vez es más complicado encontrar espacios verdes continuos –alerta–. Los caballos son sensibles a los ruidos y se asustan con las motos o los quads en el campo”.
¿Y por qué hablamos de él? Porque el fin de semana pasado, después de recorrer por caminos secundarios de la provincia de Girona, llegó hasta Sant Celoni y sus equinos sufrían. “Había que cambiarles las herraduras porque les dolían –detalla–. Estuve buscando hípicas que me atendiesen con un herrero y nadie me ayudaba. Hasta que contacté con Mas Fleca, en Terrassa. Eva fue mi ángel, se ha portado muy bien. Se le nota su amor por los caballos”.
Eva García, fundadora y directora de Mas Fleca, con caballos de doma natural, los acogió como a uno más de la familia. “Contacté con un herrero de urgencia, le he dado alojamiento, comida, ducha y confort en estos días especialmente fríos –relata–. Y también le estoy ayudando con contactos que tengo en Andalucía a medida que avance en su recorrido, que se sienta acompañado”. Este lunes, partirá hacia Vilafranca del Penedès.
Es un hombre entrenado a vivir en espacios reducidos y a trabajar con las inclemencias del clima. Buena parte de su vida trabajó como técnico electrónico en la Marina francesa y vivió en diferentes países africanos como Senegal o Mali a lo largo de 20 años. “Me adapto con facilidad a diferentes culturas –concluye–. Soy muy flexible, respetuoso y tengo una mirada abierta hacia el mundo”.