Emporium fue un referente bajo la dictadura

El álbum

Resulta imposible reconocer el lugar donde sigue: Muntaner, 4. La pista la ofrece el cartel que anuncia el establecimiento inscrito en un marco decente y estiloso: Emporium.

Sala Emporium era una pista de baile que camuflaba otra realidad: la de facilitar encuentros entre las parejas que al son de la música se reconocían atraídos. Se anunciaba oficialmente que se trataba de señoritas entrenadoras, aunque en verdad eso era lo de menos.

Por aquel salón de alterne desfilaron los grandes artistas en especial de la canción francesa

Fue un tipo de local que en el primer tercio del siglo XX proliferaba en Barcelona. Popularmente lo calificaban de baile taxi. Los asistentes habían de comprar tiques y entregarlos a cada una de las chicas con las que se emparejaban.

El gran pintor Antoni Clavé me confesó en sus memorias que en su juventud frecuentaba estos lugares, pues le gustaba mucho bailar y lo hacía muy bien. Lo que luego sucedía a la salida, tras el cierre, era una pura decisión personal.

PERMANYER 31 JULIOL

El rótulo permite reconocer el local y el lugar del Eixample en los años 20   

JOSEP DOMÍNGUEZ / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

La Sala Emporium abrió sus puertas en 1927. El nombre cuadraba en el fondo con la realidad, al escoger esa palabra latina que significaba lugar importante para comerciar; no se especificaba especialidad alguna… Cuesta reconocer aquel perfil de la zona, pese a ser Eixample.

Antes de la guerra pasó sin pena ni gloria. El cambio radical tuvo efecto en los años 50; pese a seguir como sala de baile, se encumbró como un atractivo escenario de espectáculos muy notable y novedoso. Se podía, aún, bailar con “señoritas”, aunque eran menos y mucho más discretas…

Que en plena dictadura desfilaran grandes estrellas del firmamento artístico como Josephine Baker, Gilbert Becaud, Juliette Greco, Charles Aznavour, Line Renaud, Charles Trenet o Luis Mariano, entre otros, se convirtió en un oasis de libertad y abierto al mundo.

El primer biógrafo del gran Jacques Brel aseguraba que nunca había querido actuar bajo el franquismo. No era cierto: presencié con entusiasmo y no poca emoción su arte tan original.

El artífice de semejante realidad fue Emili Serrats, padre del destacado periodista Jaume Serrats i Ollé, quien exploraba sobre todo en París y en Londres la aparición de estrellas nuevas.

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En los años 70 se transformó en otro tipo de escenarios, que acabó finalmente en la teatral presente Sala Muntaner.

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