El panorama del magnético lago Negre es un bello revulsivo para afrontar a partir de mañana las subidas, bajadas, pedregales y collados que depara Carros de Foc, en el parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Tras poco más de dos horas de subida desde el parking de la presa de Cavallers, en la Vall de Boí, se agradece la reconfortante terraza del Ventosa i Calvell con un primer plano del Negre y, al fondo, los Besiberris, el Pa de Sucre, el Tumeneia o el Tuc de Monges. Este refugio será el punto de partida, mañana 8 de julio, de la travesía que esta periodista ha realizado coincidiendo con el vigesimoquinto aniversario de su creación.

Una travesía en cinco etapas
La tarde anterior a la salida, el Ventosa está a rebosar. Los excursionistas entran y salen de la habitación del piso superior para preparar sus camas y después se acomodan en el comedor. A las siete empieza a servirse la cena. “Ahora tenemos a muchos extranjeros, principalmente franceses, después israelitas, ingleses, belgas, holandeses, americanos... Hoy estamos prácticamente al 100%, la mayoría hacen la Carros de Foc”, detalla Miquel Sánchez al frente de este refugio con Belén Ortiz.
Un refugio no es para todos; abstenerse los quejicas y los adictos al móvil
Unos matan el tiempo jugando a cartas, otros saborean una cerveza y comentan detalles de la siguiente etapa.
Un refugio no es para todos. Esto es un microcosmos de la humanidad. Abstenerse quejicas y adictos al móvil. El wifi es un bien escaso, a veces el agua caliente falla y lo de compartir dormitorio con 30, 40 o 50 almas no es que invite a un sueño reparador. Si somos conscientes de todo esto, a disfrutar. Sí cabe tener en cuenta que en el parque nacional hay muchas zonas sin cobertura por lo que la organización ofrece el alquiler de dispositivos de geolocalización.
Esta suerte de etapa previa a la salida, cuando una todavía está fresca y la ropa inmaculada, es plácida. Una de las claves para enfrentarte a ascensos y descensos por terrenos no siempre amables, con incómodos bloques de roca, es poner en la mochila lo estrictamente necesario. Asumo la regla y solo cargo un par de pantalones, tres camisetas y dos juegos de calcetines, que iré lavando sobre la marcha; ropa técnica de abrigo; un neceser-botiquín minimalista; saco-sabana, algún tentempié; agua; libreta, y boli.
Miquel Sánchez es el guarda más veterano de la zona del parque nacional. Suma 43 primaveras en el Ventosa y su pareja, Belén, se acerca a las 30. Son testimonios de los cambios que ha experimentado el mundo de la montaña y la Carros de Foc.

Belén Ortiz, en el refugio
Cuando solo los excursionistas con una cierta experiencia se atrevían con las rutas y cimas pirenaicas, allá por la década de los 80, los refugios recibían pocos huéspedes y los guardas tenían todo el tiempo del mundo para salir a escalar, esquiar o correr para ir a saludar a sus compañeros. El origen de esta travesía circular hay que buscarlo en las idas y venidas de dos viejos amigos, Miquel y Enric Lucas, al frente en esa época del Colomina, en la Vall Fosca. Ambos se visitaban mutuamente para charlar y compartir un plato de pasta .

Miquel Sánchez, en la cima del Pa de Sucre
Cuarenta años atrás, los trabajadores de los refugios ya realizaban esta ruta circular en un solo día, a lo sumo en 15 o 16 horas, pero no fue hasta el 2000 cuando se creó formalmente la marca Carros de Foc, que toma el nombre de la oscarizada película de Hugh Hudson Chariots of Fire , basada en la historia real de dos jóvenes atletas británicos que participaron en los Juegos Olímpicos de París de 1924. La épica banda sonora de Vangelis le va que ni pintada a los sublimes paisajes y a la dureza de alguno de los escollos que asoman en el itinerario.
La Carros de Foc puede considerarse la primera travesía de los Pirineos organizada con forfait, que incluye alojamiento y comidas en algunos de los nueve refugios del recorrido clásico, de 65 kilómetros y unos 9.000 metros de desnivel acumulado. La mayoría de participantes la culminan en cinco jornadas. Lo de hacerla en tiempos imposibles es cosa de corredores muy preparados y con gran capacidad de sufrimiento. El récord de velocidad lo consiguió en el 2020 Andreu Simon, de Sant Vicenç dels Horts, en 9h22m, cinco minutos menos que el tiempo del vasco Txus Romón del 2009.
Llega la hora de la cena. En las mesas se mezclan excursionistas de distintas nacionalidades. Con algunos coincidiremos en las próximas etapas y trabaremos con ellos cierta complicidad. Las británicas Shahina y Jeannine, de Windsor, se han enrolado en un grupo internacional liderado por Andrew, un guía de Birmingham afincado en el Pallars Jussà. A las dos se las ve cansadas pero animosas, a la expectativa de la ruta del día siguiente hasta el refugio de Estany Llong.
Shahina da buena cuenta de una deliciosa sopa de verduras con alga espirulina y de una generosa ración de ensalada griega, pero se pierde el meloso de ternera. Ha pedido dieta vegetariana. Yo saboreo todos los platos con una copita de Ciutat Nua, un xarel·lo fruto de un proyecto social con reclusos de Can Brians del viticultor Pepe Raventós. Mañana toca el principal escollo, el collado de Contraix.