Cuando Zohran Mamdani se impuso en las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York, Donald Trump reaccionó a su estilo llamándole “comunista lunático”. El presidente lanzaba una alerta de que con Mamdani la gran manzana se convertirá en un territorio comunista, y ya ha advertido que hará lo posible para evitarlo, y eso significaría incluso intervenir con la Guardia Nacional, como ya ha hecho en Los Ángeles y Washington DC.

El alcalde demócrata de Nueva York, Zohran Mamdani, y el presidente de EE.UU., Donald Trump
Uno de los efectos de los métodos autocráticos de Trump es que están emergiendo un grupo de alcaldes demócratas que se enfrentan a sus medidas. Es un fenómeno similar al que ocurre en las ciudades de Europa, donde los primeros ediles de centro-izquierda se están consolidando como frente de resistencia al avance de los populismos de ultraderecha. Algunos, entre ellos el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, arroparon a su homólogo de Budapest, Gergely Karácsony, cuando desafió a Orbán y mantuvo el desfile del orgullo LGTBIQ+ que el presidente húngaro había prohibido.
Los alcaldes progresistas están construyendo un segundo frente antiautocrático
Ahora, son los alcaldes progresistas estadounidenses quienes están construyendo un segundo frente antiautocrático en su país. Fue la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, una de las primeras en desafiar públicamente a Trump durante las protestas por las redadas masivas de inmigrantes. La alcaldesa de Boston, la también demócrata Michelle Wu, de ascendencia taiwanesa, es otro de los dirigentes locales que también ha alzado la voz denunciando ataques a los derechos constitucionales. Se ha manifestado de forma similar Brandon Johnson, alcalde de Chicago, y ahora, se ha unido a ellos la primera edil de Washington, Muriel Bowser, tras el despliegue de la Guardia Nacional bajo el arbitrario argumento de combatir la inseguridad.
La última medida que atenta contra la autonomía local ha sido la orden de borrado del denominado arte del asfalto, que se ha popularizado como señalización singular de la vía pública. Un paso cebra con los colores del colectivo LGTBIQ+ en Orlando se ha convertido en el símbolo de esta campaña. Recuerda el tiroteo que en junio de 2016 acabó con la vida de 49 personas en una discoteca gay. El paso cebra es hoy una atracción turística y ahora deberá ser borrado pese a la oposición del alcalde demócrata, Buddy Dyer. Dicen en la Casa Blanca que han incrementado los accidentes, cuando los datos prueban que es todo lo contrario. Pero ya se sabe que Trump fabrica la realidad a su antojo.
Un nuevo dolor de cabeza para la Casa Blanca se cierne en Mineápolis, donde otro musulmán, el senador Omar Fateh, de ascendencia somalí, avanza firme hacia la alcaldía de la ciudad. Es el otro Mamdani. Ambos son del ala socialista demócrata.
Un analista escribía hace unos días en The New York Times que para Trump las ciudades son meros sujetos inmobiliarios que debe arreglar y limpiar, especialmente de inmigrantes y sintecho. Los alcaldes, como en Europa, son ahora la esperanza.