El vino salvó de la quema a A Rúa, al igual que a otros de los núcleos de la comarca de Valdeorras. No se trató de que el godello, su más afamado caldo, funcionase como la poción mágica que ingirieron hombres y mujeres antes de vencer al fuego. Se trató de un proceso mucho más prosaico, pero a la vez milagroso en la cada vez más despoblada y envejecida Galicia interior. Al estar cultivadas, libres de maleza, las viñas funcionaron como parapetos que detuvieron el avance de las llamas, al bajar su potencia y altura .
“Las viñas nos protegieron”, proclamaba María González Albert, alcaldesa de A Rúa por el BNG e hija de una catalana, ayer por la mañana en el mirador de Barranco Rubio. Aún permite disfrutar de espectaculares vistas sobre el valle del Sil en la parte no quemada, la que no conduce hasta el borde del llanto, como ocurre con la carbonizada, volcánica. Desde Barranco Rubio se ve, en medio del paisaje negro, un enorme círculo verde de viñas, pues por lo general solo ardieron las del borde.
“Sí que habrá godello este año, quizás algo menos, pero esperemos que la lluvia limpie los daños medioambientales y que no haya más desgracias”, dice Quino, de la bodega Alan de Val, muy preocupado, como el Ayuntamiento, por el incendio, que no deja de humear, del vertedero de Autoneum, empresa auxiliar de la fábrica de automóviles de Stellantis Vigo, a la que también alcanzaron las llamas.
“Pasamos pavor”, resume la alcaldesa de A Rúa.