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Girona empezará a derribar la semana que viene las naves abandonadas de la carretera Barcelona

Urbanismo

Un informe de Urbanismo detecta riesgo de colapso “muy alto” en cuatro de las seis naves

Interior de una de las naves abandonadas en una imagen de archivo de 2020 (ACN)

El Ayuntamiento de Girona empezará a derribar la semana que viene las naves abandonadas de la carretera Barcelona de forma subsidiaria, según ha avanzado hoy Ràdio Girona-Ser Catalunya. Un informe técnico de los servicios de Urbanismo ha detectado riesgo de colapso “muy alto” en cuatro de las seis naves, entre los números 148 y 152, lo que obliga a derruirlas “de forma inmediata”.

El informe, al que ha tenido acceso La Vanguardia, alerta de una “situación de peligrosidad evidente” en las antiguas edificaciones industriales, que se han ido deteriorando con el paso del tiempo.  El documento concluye que a la vista “del precario estado de las edificaciones y ante la posibilidad de colapso de las cubiertas y estructuras en cualquier momento y, no pudiendo garantizar la estabilidad y solidez de las edificaciones, hay que que ejecutar urgentemente los trabajos de derribo de las construcciones de la parcela”. 

Hace años que los vecinos de la zona pedían al Consistorio el derribo de unas naves que acumulan más de quince años de dejadez, degradación e  insalubridad. El espacio se ha convertido también en un lugar en el que malviven una cuarentena de personas sin techo, que han protagonizado en los últimos tiempos varios incendios que, por ahora, se han saldado sin víctimas mortales. 

El espacio acumula más de quince años de dejadez, degradación e insalubridad y actualmente en las naves malviven una cuarentena de personas sin techo

El pasado 6 de marzo, arquitectos municipales visitaron el espacio custodiados por una pareja de la Policía Municipal y pudieron constatar, entre otros elementos constructivos, la peligrosidad de los forjados y las débiles paredes que amenazan con caerse en cualquier momento.

De la peligrosidad de este espacio hace años que avisan los vecinos, que en más de una ocasión han pedido al Consistorio que actúe de forma subsidiaria. Es lo que acabará haciendo ahora después de que los propietarios no hicieran caso de los requerimientos municipales de tapiado de los accesos o consolidación de las infraestructuras que amenazaban peligro por falta de liquidez.

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Estas edificaciones abandonadas son propiedad en un 80% de una misma empresa, Desarrollos Inmobiliarios Fluvià SL, que en 2019 entró en concurso de acreedores. Es la misma empresa que en 2009 anunció la construcción de mil viviendas, un hotel y zona verde en un ambicioso proyecto urbanístico, que se acabó quedando en un cajón a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria.

El derribo no afectará la antigua nave de la fábrica Simon, de titularidad municipal, que se acabará convirtiendo en el futuro instituto Ermessenda.  El Consistorio debe ceder libre de cargas el solar a Educació, para que éste pueda empezar a construir el futuro centro educativo. 

Los trabajos de derribo se alargarán al menos durante cuatro meses.