El olvido. Nathalie Bassols se refiere a él como el gran mal que está afectando ahora a los damnificados por la dana valenciana. “Queda mucha gente en situación precaria, pero apenas hay ya voluntarios y a los que seguimos aquí ya no nos dejan ni sitio donde alojarnos”. Lo dice mientras manda fotos que se ha hecho con María, una vecina de Paiporta, de 91 años, a la que ha dedicado ya cuatro meses de su joven vida para ayudarla a reconstruir su casa. “Estamos acabando, pero sin voluntarios, esta mujer nunca más tendría casa; no tenía seguro”. Advierte que “lo peor” es que frente a esa están la casa de Vicente, y la casa de Maite: “esto es trágico”.
La joven catalana lleva meses trabajando para ayudar a personas como voluntaria
La historia de Nathalie comienza pocos días después de la trágica dana que ha provocado 227 muertos y decenas de miles de heridos. No se lo pensó. Esta graduada en Psicología dejó su trabajo para ayudar en un momento en el que la mitad de la provincia de Valencia parecía una geografía sometida a una sintomatología próxima a un escenario de guerra. Vino sola y señala que “me movía con lanzaderas, fui visitando pueblos como Paiporta o Massanassa y fui conociendo a otros voluntarios que estaban ya sobre el terreno”. Su primera labor fue la de “sacar barro de garajes, de plantas bajas, de viviendas“. Fue ahí donde conoció a los voluntarios de ATTsF (ONG Navarra), quienes durante más de dos meses ”hicieron un esfuerzo enorme, viajando cada fin de semana más de cinco horas de ida y otras cinco de vuelta para llegar a Valencia y ayudar. Son los que han puesto la mano de obra".

Estado en el que quedó la vivienda de María
Inicialmente se alojaba en un hostal de València, pero después logró, junto a otros voluntarios, instalarse en una residencia y, más tarde, los llevaron todos a Manises. Entre sus trabajos estaba también el de picar y rascar paredes, y fue ahí donde conoció a María. “Es una mujer viuda y ha vivido toda su vida en la misma casa, una vivienda muy especial para ella, ya que su padre la construyó con mucho esfuerzo para que ella naciera allí”. Añade que, para María,“ su hogar es más que una casa; es el lugar donde ha sido feliz toda su vida y, como ella misma dice, donde quiere morir”. Ese casa, ese hogar, una planta baja de Paiporta, quedó completamente destrozado.
El problema, añade Nathalie, es que María no tenía seguro. La ayuda del Gobierno de 6.000 euros “apenas ha servido para realizar mínimas reparaciones”. La joven catalana junto a otros voluntarios han puesto la mano de obra, pero hacían falta electrodomésticos, materiales de reconstrucción para rehabilitar baño, cocina, comedor, etcétera. “María necesitaba como mínimo 20.000 euros, y solo recibió 6.000”. Suerte, comenta, que les han regalado los electrodomésticos, pero todo lo demás ha corrido a cargo de voluntarios. Y así llevan ya cuatro meses: “de lo básico ya queda poco por hacer, lo estamos logrando”.

Nathalie en la cocina ya rehabilitada
El problema ahora, comenta Nathalie, es que como María queda “mucha gente”. Y que los voluntarios son ahora una minoría, y que estos ya no tienen lugar donde alojarse ni siquiera ayuda institucional “para una comida”. Lo que la está obligando, al igual que otros, a “buscarse la vida”. Ya sea en un AirBnb o incluso un grupo ha logrado quedarse en una nave de un hombre que les ha dado permiso. “Hasta me he llegado a quedar en casa de algún vecino”. No oculta su malestar por esta situación: “ya no tenemos ningún tipo de ayuda”.
A veces no sé donde quedarme a dormir porque no tenemos ninguna ayuda, y queda mucho por hacer"
Nathalie no piensa tirar la toalla y seguirá al lado de María hasta que todo acabe. Pero reconoce que cuando pasea por las calles de Paiporta sigue viendo “muchas personas que tienen sus casas completamente destrozadas porque no tienen dinero ni ayuda para reconstruirlas”. ¿Volverá a Barcelona? Dice que sí, pero que aún tiene tiempo. Mientras, sigue cerca de María, a la que ha dedicado cuatro meses de su vida. Y no quiere dejar esta conversación sin subrayar el papel del Ejército, “quienes también ayudaron en casa de María”, el papel de SOS Valencia y el trabajo de la Fundación Isabel Enrique Díaz, “que sigue al pie del cañón recaudando fondos para los damnificados, demostrando un compromiso constante con la causa”. “Creo que es importante que su esfuerzo quede reflejado, ya que sin ellos esta reconstrucción no habría sido posible” concluye.

Voluntarios que han estado trabajando con Nathalie codo con codo