En enero de 1981 ETA secuestró al empresario de Alzira Luis Súñer, quien había construido un imperio industrial a través de dos firmas, Cartonajes Súñer y, sobre todo, Avidesa, reconocida por sus helados, promocionados en populares campañas publicitarias de televisión. Aquel fue el primer rapto de la banda lejos del País Vasco de un ciudadano sin vinculación alguna con la política y el relato estuvo siempre sobrevolando, “flotando” en las sobremesas de la familia de Sergi Moyano (Carcaixent, 2000), el periodista que ahora recoge en un libro, Operación Apolo, su profunda investigación con detalles “jamás contados” de un suceso que “estuvo mucho tiempo en el olvido”. No en el de su familia, que recuerda aquella fecha especialmente porque coincidió con el nacimiento de una de sus tías.
”Siempre me ha gustado la Historia, y sobre todo la Historia que tenemos cerca“, explica este informador joven, ávido de relatos locales que permitan construir quiénes somos. Con la historia se presentó a la Beca Josep Torrent de la Unió de Periodistes y la Institució Alfons el Magnànim, la editorial de la Diputación de Valencia, a través de la que el libro ve ahora la luz. Esta semana ha estado firmando ejemplares en la Fira del Llibre de València de su primera versión, en valenciano; la segunda, en castellano, sale al mercado el 19 de mayo de la mano de Libros del KO.
Súñer fue secuestrado en 1981 y se convirtió en la primera víctima de la banda fuera del País Vasco que no tenía relación política
En ambas plasma cómo un comando etarra, con valencianos en su seno, ideó, ejecutó y sostuvo durante dos meses y medio el secuestro del industrial alcireño, ”el Juan Roig de la época“”, como ha destacado Moyano estos días de entrevistas y presentaciones. A los autores los describe como jóvenes desencantados con la Transición, que inician un proceso de radicalización y en su aterrizaje en La Safor contactan con grupos del nacionalismo valenciano. “La dirección avala esa decisión y envía a dos vascos (Mari y José) y otro chico que en mayo de 1980 hacen una primera acción, poner bombas en la playa de Xàbia, un atentado que busca presionar a Adolfo Suárez”, da cuenta Moyano. Corría julio de 1980 y ETA político-militar anunciaba a varios periódicos vascos que entre la una y las doce del mediodía haría explotar un artefacto colocado en la playa del Arenal de la localidad alicantina.

Página del periódico Las Provincias que recoge la liberación del empresario
Al principio eran los dos vascos, tres valencianos y un madrileño, pero cuando “cuajó la idea” de llevar a cabo un secuestro, dos de los valencianos desertaron y quedó uno, Nel·lo, que era pareja de Xavi, el madrileño que es la voz exclusiva entrevistada para este libro. A él llegó Moyano de casualidad, en una conversación personal con otra persona que le habló del autor del secuestro.
Súñer estuvo secuestrado en un zulo ubicado en el corral de un comercio mientras la clientela iba a comprar. Ese ha sido el principal descubrimiento”
Moyano ha ido deshaciendo en estos tres últimos años la madeja de la trama y ha concluido que Súñer pasó escondido su secuestro en un pequeño zulo de 2 metros habilitado en el patio trasero de una casa de poble de la Safor cuyo bajo estaba habilitado como comercio. “Era un local abierto al público que la pareja formada por el madrileño y el valenciano querían abrir, y aprovecharon la reforma del local para construirlo en el patio interior, en una especie de corral interior. En ese sitio estuvo secuestrado mientras la clientela iba a comprar. Ese ha sido el principal descubrimiento”, concluye satisfecho el periodista.
Anécdotas de un secuestro
Las lágrimas de la familia la tarde del 23-F
Antes de la liberación de Súñer, celebrada por la prensa local y con gran emoción en su población natal, que hoy en día le dedica una gran avenida, hubo un intento que no se fraguó porque el comando llegó a pedir 600 millones de pesetas. Fue en fechas próximas al 23-F, tarde aciaga que relata Moyano pasó el comité de la familia (formado por cinco miembros de la misma y un británico experto en seguridad) tras recibir una carta “firmada por Súper de su puño y letra” en la que insulta a la familia. “'¿Quieres que me muera para cobrar la herencia?' le llega a decir a su hija”, apunta Moyano. Finalmente el 14 de abril de 1981 regresó a casa, tras abonar su familia un rescate de 325 millones de pesetas.