Empezaré pidiendo disculpas a los apicultores, colmeneros y turroneros de Utiel y sus aldeas, por tener la osadía de comparar el alajú con una barrita energética. Pero si hablamos de un precedente, éste es el más parecido en aspecto, textura y funcionalidad a los innumerables productos que hay en el mercado, para evitar estados carenciales de energía en el cuerpo humano.

Alajú en su formato tradicional. Pastelería Almonacid (Utiel)
El Alajú es un dulce de origen árabe. En Utiel lo elaboran de forma artesanal desde siempre, y forma parte de su singular despensa Castellano-Valenciana. La rica y contundente gastronomía del interior de Valencia, mantiene importantes vínculos con las tradiciones culinarias de Castilla-La Mancha. Es lógico, una buena parte perteneció a la provincia de Cuenca hasta 1851.
El Alajú para los utielanos, es una de sus principales señas de identidad. Eso sí, sin perder la pista de su intensa olla, el potaje, ajoarriero, almortas, morteruelo y gazpachos. Alimentos que fraguaron la victoria de los héroes del Tollo, dotándolos de energía para derrotar a las huestes napoleónicas. Bien que les dieron morcilla y otros excepcionales embutidos y derivados del cerdo.
El Alajú es un dulce de origen árabe. En Utiel lo elaboran de forma artesanal desde siempre, y forma parte de su singular despensa Castellano-Valenciana.”
De la misma despensa utielana son sus tradicionales Tortas de magras y sardinas, similares a los bollos de Requena, pero eviten pedir un “Bollo” en Utiel. Se harán los suecos, como si no les entendieran. Allí son, repito, para evitar confusiones y malentendidos, tortas de magras y sardinas.
El próximo 7 de junio, Utiel se volverá a iluminar en su novena edición de la “Noche de las Velas” con innumerables actividades culturales, experiencias enológicas y más de 30.000 velitas encendidas. Tal y como hicieron sus antepasados en 1764. Es una experiencia más que recomendable, ver sus calles, balcones, plazas y jardines iluminados al caer la noche. En Utiel, apagones como el del 28 de abril, no pasan de pequeña anécdota. Una bonita historia que se remonta al siglo XVIII, cuando la cofradía de labradores y colmeneros de Utiel, en agradecimiento a la Virgen por el fin de la sequía, iluminaron con velas toda la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. “El espectáculo fue precioso, sublime, único. Se encendieron tantas velas como abejas tenía un colmena” cita una crónica de 1765.

Rafa Ferrer elaborando alajú en el obrador de la pastelería Almonacid
Esa misma miel de los colmeneros es el principal ingrediente del Alajú. Su invención, como apuntaba al inicio, se la debemos a los árabes. Al-hasú, significa 'relleno' – y además de miel, lleva ralladura de limón o naranja, almendra en trocitos y pan rallado. La pasta resultante se presiona con mucha delicadeza entre dos obleas. Aunque en la misma ciudad existen diferentes formas de entender esta elaboración, la genuina resulta ser la más humilde, la que se acostumbra a hacer con pan rallado, sin frutos secos.
También está el Alajú de la “Cloti”, vecina de Utiel que aprendió de su marido, turronero de profesión, y que durante muchos años fue la encargada de mantener vivo este legado. Siempre es un espectáculo verla elaborar alajú. Esta dama es toda una institución en la comarca.
Luego está la familia Almonacid, con su pastelería fundada en 1930 por el abuelo. Tuve la oportunidad de estar con los 3 hermanos Ferrer-Almonacid, Rafael, Javier y David, elaborando Alajú en su obrador para un documental de tve.
“Se calienta la miel a punto de ebullición, se añade ralladura de limón, unos instantes después almendra picada en trocitos, y por último pan rallado, mucho pan. Se remueve con un palo, se deja enfriar un poco, y sobre la mesa de mármol se extiende la masa sobre una oblea, se coloca otra encima y se prensa delicadamente”. Rafa asegura que se trata de la barrita energética más natural que existe. “Sin conservantes ni colorantes. De eso damos fe en esta casa”.
Alajú, mejor regalo que souvenir. De venta exclusiva en Utiel.