El mejor remedio contra el calor son los recuerdos. Entre otras cosas, porque cuando el aire acondicionado era tan sólo patrimonio de privilegiados y de El Corte Inglés, la mayoría de mortales nos teníamos que conformar con poco aguzando el ingenio. Siendo chaval solíamos quedar en la calle Colón, junto a puerta de deportes Arnau, para pasar la tarde y tomar algo en la cafetería de aquellos grandes y glamurosos almacenes, que habían arrebatado el liderazgo a Lanas Aragón. Allí se estaba fresquito, tenían batidos y tortitas con nata y sirope, como en las películas americanas; la Coca-Cola y la Fanta la servían con una manguera-pistola de lo más sideral. ¡Un espectáculo! También había horchata natural de Alboraia, pero sólo en verano. Algunos de aquellos chicos y chicas, hoy en día pintan canas, y siguen yendo a El Corte Inglés a merendar con sus amigas después de echar la partida de Bridge en el Ateneo.

Flash, flags, flas, tates, polines, polos flanes, frigolosinas… pero de linea blanca
Me encanta la nostalgia, pero estas letras semanales son ante todo un servicio público. Por eso no divagaré ante la abrupta irrupción de las altas temperaturas en la península. ¡Soluciones quiero!
Los días de Poniente en València se llevan fatal, por eso nuestras madres y abuelas nos enseñaron las ventajas de cerrar las ventanas cuando se presenta una “Ponentà”. Mientras todos dormían la siesta, ellas se afanaban en preparar leche merengada o “Aigua cibada” para con su frescor, alegrarnos la vida. Ese era el protocolo en mi infancia, junto con meter la cabeza en el arcón de los helados las veces que hiciera falta. Para ello estaba habilitado de forma semi-profesional.
De ahí me viene la afición, de esas tres patas: leche merengada, cebada y comerciante de helados durante las vacaciones escolares. Para que se hagan una idea, ese bar familiar tan recurrente que aparece en mis historias, tenía una larga barra de acero inoxidable de 12 metros, y un comedor con 10 mesas al final, pero la configuración cambiaba en verano. La jefa, (madre), ordenaba saltarse la ordenanza vigente y plantar el congelador de Avidesa y el bidón de horchata en la puerta. Además, la pizarra con los precios ocupaba un trozo de acera. Era algo bastante común en el sector. A nadie le importaba, como ocurre hoy en día en el centro. Puedes encontrar trípodes, faristoles, pancartas y carritos de apoyo para el servicio en terraza, en cualquier calle peatonal de València. Un ser humano invidente o con movilidad reducida lo tiene crudo y sangrante.
Pese a ser un país de terrazas interminables estamos abocados a la extinción por lo que se nos viene encima: calor y radiación extrema de día, calor y mosquitos de noche, sin olvidar la prohibición de fumar en terrazas y discotecas al aire libre. Desgraciadamente en estos tres meses estivales lo de irse de cañitas por Madrid no es ni viable, ni atractivo. Está todo el mundo aquí, en la costa, deseando que los traten como en la capital del reino, y eso cada vez es más difícil.
Por cierto… ¿Se imaginan que el apagón hubiera sido con este calor?
Por si las moscas, les voy a dejar unos tips para que se refresquen en las condiciones más adversas. Como todo dependerá del tipo de helado que elijan, hay que buscar el más resistente, y ese no es otro que el Burmar Flax. Un desarrollo tecnológico español, un invento a la altura del Chupa-Chups y del mocho. En 1973, Evaristo Burgueño Martín, (BURMAR) natural de Talarrubias, provincia de Badajoz, y con apenas 23 años dio con la solución.
Desgraciadamente en estos tres meses estivales lo de irse de cañitas por Madrid no es ni viable, ni atractivo. Está todo el mundo aquí, en la costa, deseando que los traten como en la capital del reino, y eso cada vez es más difícil”
Que se va la corriente eléctrica… y se descongelan las neveras… El que más tardará en deshacerse, y el único que se podrá reciclar… El Burmar Flax, también llamado Flag o Fla, en algunas comunidades autónomas como la valenciana. Pero no confundir con el Fondo de Liquidez Autonómica. Ese jamás se descongelará.