Gana Vox
Diario de València
No hace falta recurrir a los sondeos, basta con ver lo que ha sucedido en otras geografías cercanas para saber que cuando los malestares se acumulan, y cuando los partidos “sistémicos” defraudan las expectativas, las derechas extremas avanzan (Italia, Francia, Alemania, Portugal, como ejemplos). Son los partidos liberales, conservadores y socialdemócratas, los que con su incapacidad para comprender las prioridades de la sociedad y para establecer complicidades al margen de partidismos para resolver esas mismas prioridades, los que han beneficiado la aceleración del voto de castigo, un voto contra el sistema. En el caso español, Vox es el gran beneficiario de la grave crisis institucional que se arrastra desde hace años, agravada por la polarización, por ese ruido que alimenta las peores pulsiones y evita recurrir a la razón, que es la base del debate y del consenso.
El exministro de Transportes y exsecretario general del PSOE, José Luis Ábalos
El PP, incluso, se ha escorado hacia su margen derecho temeroso de un rival que crece y que, de facto, ya está condicionando las políticas de la principal fuerza conservadora española. Y será Vox quien mejor traduzca ese nuevo y profundo malestar de un votante del PSOE decepcionado, alarmado, ante la eclosión del caso Koldo o caso Ábalos o caso Cerdán y de la estética cutre que los acompaña. No porque la derecha extrema se lleve parte de esos votos, o tal vez sí; será la abstención la que puede acabar provocando que en España se abra un largo y nuevo ciclo político en el que Vox tendrá, como ya sucede en la Comunidad Valenciana, la capacidad de condicionar las políticas del presente y del futuro, con todas sus consecuencias. La socialdemocracia española está a un paso, si no es capaz de reaccionar, de instalarse en el túnel que lleva a la marginalidad. No exagero. Volvamos a ver los ejemplos en otros países.
Los indicios de corrupción detectados en el PSOE sirven de excusa a aquellos que extienden la peligrosa expresión de que “todos los políticos son iguales”, dicha en sentido negativo. Sucede, también, que los hay que intentan defender lo indefendible alegando que la alternativa a Pedro Sánchez es la victoria del PP y Vox, lo que es un argumento aún más peligroso y que instala al emisor en el conformismo. El socialismo español tiene dos opciones: o perecer por desgaste o reaccionar con contundencia, y de momento se ha optado por la primera. No son pocos los socialistas que en privado señalan la urgencia de un congreso extraordinario y una profunda renovación de liderazgos, de arriba abajo, sin contemplaciones, para disponer de una opción a las elecciones de 2027. Aducen que es ese conformismo, que intenta encapsular la detonación en el trío protagonista, el que puede acabar empujando al abismo a un partido hecho a la medida de Pedro Sánchez en los últimos años.
No son pocos los socialistas que en privado señalan la urgencia de un congreso extraordinario y una profunda renovación de liderazgos, sin contemplaciones, para disponer de una opción en las elecciones de 2027
En el caso valenciano los malestares son tantos que los peores pronósticos son posibles ante un escenario electoral. El PP cree haberse librado de los focos de la gestión de la dana por el deterioro del PSOE, pero es solo temporal. La instrucción judicial y las víctimas volverán a ser protagonistas de la agenda informativa, con no pocas críticas al president Carlos Mazón. Vox, sin mover un dedo, está rentabilizando ese malestar de una tragedia que dejó 228 muertos: vayan a los pueblos de la dana para confirmarlo; incluso se multiplican las formaciones políticas locales independientes. Pero en el PSPV también se ha extendido el pesimismo. Al caso Ábalos, político valenciano, se une ahora saber, por un informe de la UCO, que un exdirigente socialista valenciano, Rafael Rubio, exportavoz del PSPV, cobró también presuntamente mordidas de hasta 750.000 euros. Y Diana Morant, muy leal a Pedro Sánchez, sigue sin articular un discurso propio en temas de urgencia como la financiación, la guerra cultural de Vox contra el valenciano o la amenaza del ladrillo, una vez más, en el litoral.
Vox ya ha logrado ganar muchos de sus objetivos, imponiendo su relato al PP así en autonomías como la valenciana, como al propio Alberto Núñez Feijóo en materias como inmigración o rechazo a la plurinacionalidad (incluyendo la guerra cultural). El partido de Santiago Abascal solo necesita ahora esperar la ocasión para trasladarlo a las urnas, y esta llegará en los próximos comicios electorales. Nadie mejor que la derecha extrema saca partido de estos malestares, agravados ahora por un caso de presunta corrupción en el PSOE que puede dejar, a muchos votantes progresistas, en sus casas, en la abstención, mientras sus líderes políticos siguen ignorando las consecuencias de sus acciones. La derecha extrema ya ha ganado.