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El saquero, el gordo y el flaco

Cuentan que “El Saquero” vino de Chelva a establecerse en Bétera siendo tratante de ganado, principalmente de machos (mulos), aunque acabaría fabricando sacos de yute. El contenedor por excelencia en aquellos tiempos. De ahí el malnom familiar de “Saqueros”, que por mal que suene, el malnom siempre se lleva con orgullo en València. Los motes en las sagas familiares aportan cantidad ingente de información y reflejan lo que fuimos, de dónde venimos, y por qué somos así.

Carpaccio de blonda gallega con alta infiltración, El Gordo de Cortes, Valencia

Paco Alonso

Siempre se ha dicho que Chelva es cuna de los mejores comerciantes del mundo. Es difícil entender cómo los fenicios pudieron llegar tan adentro del territorio valenciano, pero ahí están los chelvanos ejerciendo cual fenicios y con orgullo. El bisabuelo Salvador Martínez ya trataba con vacas, bueyes, pero sobre todo con ganadería equina, que eran los tractores de la época. Cuando un barco llegaba al puerto de València, la mercancía a granel se tenía que envasar en sacos de yute y distribuir en carros. La automoción y transporte eran de tracción animal, y esta familia era fuerte en todo esto. Aquello terminó con la llegada de la guerra civil, tras la cual Salvador se estableció en València. Uno de sus hijos, un excelente mecánico que trabajaba en Davis, la fabrica de locomotoras que había en la calle San Vicente, se casó con Doloretes “La Rulla”, de Almassora, que servía en casa de los Martí Navarro. Se conocieron “un jueves de churras”. Así se denominaban los días de asueto que tenían las chicas del servicio. Era el día de la semana más propicio para ligar. Aquello fructificó, se casaron y montaron una fonda de peones camineros en el camino viejo de la Fuente de San Luis. Allí había un almacén de alquitrán desde donde salían los carros para asfaltar caminos y calles. “Doloretes” aprovechaba y enviaba a sus nietos con capazos y “lligonas” a recoger las moñigas de mulos y caballos, con las que adobaba la tierra del huerto donde cultivaba con primor sus tomates y lechugas.

Cuentan que “El Saquero” vino de Chelva a establecerse en Bétera siendo tratante de ganado, principalmente de machos (mulos), aunque acabaría fabricando sacos de yute.”

A Salvador le tocó ir a la Larache, Sidi Ifni, hoy Marruecos, por aquel entonces colonia española desde 1860. Formaba parte de un contingente de 9.000 soldados, que se encontraron de repente con un servicio militar reconvertido en guerra, donde hubo 55 muertos, un desaparecido y 74 heridos. Al Saquero no le fue mal porque aprendió muchas cosas, entre ellas a destilar licores que luego vendía en la fonda o en el estraperlo. Eran tiempos de cartillas de racionamiento donde el ingenio era el bien más preciado. Al entrar y salir de la ciudad, a la altura de las cruces, cualquier comerciante estaba obligado a pagar el fielato. Ese era el nombre popular que recibían las casetas de cobro de los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías. Un impuesto al consumo. Cosa que ahora no nos atrevemos a hacer con el turismo invasor.

Volviendo a la saga Saquera de avezados negociantes con habilidades portentosas en mecánica. Una virtud que les permitía comprar camiones averiados para arreglarlos y venderlos, aunque los mejores se los quedaban para su empresa de transporte. El primer camión español T.I.R. (Transport International Routier) fue de un Saquero. En 1960 atravesó el canal de la Mancha cargado de naranjas. Era un tres ejes con lona. Encima de las naranjas llevaba paja para evitar las heladas de Francia. En los 70 fue a más, estableciendo una nueva ruta de la seda con el transporte de hilaturas desde Crevillente a Teherán, hasta que cayó el Sha en 1976.

No les quiero abrumar con más logros de esta familia sin límites ni fronteras. Hablemos sólo de comer bien y de otras derivadas. Los saqueros contemporáneos, Pablo y Salva Martínez dirigen uno de los mayores emporios gastronómicos de nuestro territorio: como buques insignia tienen el Gordo y el Flaco en Bétera, el Gordo de Cortes en València; las gastrotabernas, el Gordinflón (La Eliana), El Delgadito (Godella), y La Mar de Flaca (Godella); dos restaurantes italianos, Pafutto (Cortes Valencianas y Avenida de Aragón); 4 delivery Pafuttino; la cadena Lamburguesa con 7 locales; el Salón Azor en Bétera; Masía Los Naranjos; El Gordo y el Flaco en casa… Voravia… Seguro que Pablo y Salva en estos momentos están maquinando algo más.

De casta le viene al galgo.

Y mi quinto, que es su padre, Salvador Martínez senior (4ª generación), acaba de poner toda la carne en el asador como buen Saquero. ¿Se imaginan una explotación ganadera al más alto nivel en Bétera?

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