València lanzará esta tarde más de 1,3 millones de clavellons, naranjas y amarillos, que servirán de munición en la durante la Batalla de Flor, una contienda histórica, celebrada desde hace 134 años, y que pondrá el punto final a la Feriade Julio de 2025.
Como cada año, la cita será a las 20:00 horas en el paseo de l’Albereda donde desfilarán un total de 30 carrozas y landós completamente adornados y en los que las comisiones falleras, fiestas de la ciudad, autoridades y ciudadanía combaten, como desde hace más de un siglo, en una lucha floral estival.
La contienda arrancará este domingo a las 20:00 horas en el Paseo de la Alameda
Además, esta edición presenta una novedad y es el estreno de la ampliación de la decoración de la tribuna de autoridades, ya recuperada para la Batalla del año pasado y que estaba inspirada en el Pabellón Municipal del artista fallero Carlos Cortina de 1926.
La munición, preparada para la batalla.
Pero, ¿cuál es el origen de esta peculiar guerra? El que fuera director de los Museus de Cultura Festiva de la ciudad, Gil-Manuel Hernàndez, y autor de la obra La Gran Feria de València (1871-2021), explica en su libro que “el festejo destinado a hacerse lo más famoso y emblemático de la Gran Firia de València sería la Batalla de Flors, introducida en 1891 por iniciativa de Pasqual Frígola, barón de Cortes de Pallás y presidente de Lo Rat Penat desde 1887”. Hernàndez cuenta que fue la primera de sus características organizada en España y que surgió “a imitación de unos combates lúdicos parecidos que se celebraban con gran esplendor en Niza, en la Costa Azul, durante sus fiestas de Carnaval, que después también se exportaría en otras ciudades europeas y españolas”.
En su obra que supone un repaso por los 150 años de la que durante décadas fue la gran celebración de la ciudad hasta el estallido de las Fallas, el sociólogo explica que la Batalla de Flors se configuró “como un gran festejo social burgués, ritual privilegiado de distinción social, y un gran espectáculo visual para el pueblo, con una estructura interactiva estable en la cual los premios más importantes eran para las carrozas representantes de las clases acomodadas. Se trataba, al final, de un acto vistoso, participativo, estéticamente elegante, con un marco urbano esplendoroso y con una proyección simbólica evidente”.
Gil-Manuel Hérnandez explica que la contienda era “un gran festejo social burgués”
Y terminada la contienda que servía como punto culminante y conclusión de la Feria de Julio, concluye Hernàndez, “la ciudad burguesa se vaciaba y los ciudadanos acomodados se iban a sus residencias veraniegas”.

