Vuelve a sonar el despertador para los alumnos de la Comunidad Valenciana y, con él, se activa un curso importante para la política educativa del gobierno valenciano. Con el regreso a las aulas este lunes de 810.730 alumnos (con las excepciones de quien comienza el martes por ser este lunes festivo o por los “pequeños retrasos” en el reinicio en las zonas dana), el gobierno de Carlos Mazón pone en práctica,ahora ya al completo, su proyecto educativo para la Comunidad Valenciana.
Así lo explicaba días atrás el conseller de Educación, José Antonio Rovira, cuando señaló que “el actual curso pivota sobre tres ejes: la aplicación completa de la ley de libertad educativa, la reconstrucción y el refuerzo de los recursos”. Tres ideas que rigen su discurso y con las que difieren, en buena parte, los sindicatos, que este mismo lunes arrancan su pulso al conseller con una huelga de profesores de FP durante dos horas convocada por STEPV, UGT-PV, CGT y CSO y con concentraciones en las direcciones territoriales de Educación.
El motivo, el recorte que denuncian en las horas de atención de los ciclos semipresenciales (de 30 a 25 horas), así como en los presenciales. Rovira, que se esmeró en confrontar las quejas sindicales con las cifras del nuevo curso, ironizó con las “retallades” y habló de un año de récord en cuanto a plantillas (1,72% más de profesores): serán 83.592 los docentes que también este lunes empiezan a lidiar con sus alumnos y alumnas.
Menos alumnos en todos los ciclos
La comparativa de alumnos que regresan a las aulas este curso deja una caída del 0,22% en el total. Hay menos alumnos en las tres provincias y en todos los ciclos educativos. También en Educación Especial, con una reducción del alumnado del 4,4%. Las ratios medias de cada ciclo son de 21 alumnos en Infantil y Primaria, 24 en ESO y 28,5 en Bachillerato; mientras los pueblos en riesgo de despoblación aguantan las aulas con hasta tres estudiantes para garantizar las unidades y no tener que cerrar centros. “Cuando un pueblo pierde un colegio es un paso hacia su muerte”, dijo el conseller el pasado jueves.
El presente es, además, el curso en el que se pone en práctica la elección de lengua vehicular que hizo cada familia el curso pasado y que, en conjunto, ganó el valenciano. Es por ello que se ha planificado el curso teniendo en cuenta esas preferencias (50,5% escogieron valenciano, 49,4% castellano), que según Educación garantiza que el 99,8% estudie en la lengua elegida, pero no sin atravesar diversos obstáculos. Movimientos como Famílies pel Valencià denunció que muchas familias no habían sigo asignadas en la lengua elegida y Educación tuvo que rectificar tras enviar a los centros una circular en la que se anunciaba que no se crearían unidades de valenciano en zonas castellanohablantes aunque los porcentajes de demanda se ajustaran a lo anunciado.
Muchas de las familias que votaron en aquella consulta lo hicieron en un colegio distinto al suyo, por estar este destrozado tras la dana. Y es que las inundaciones hicieron mella en un total de 115 centros que, tras el trabajo de 10 meses, regresan a la normalidad. Son 3.079 estudiantes los que recibirán clase en barracones ubicados de manera provisional en sus municipios inundados, en Alfafar, Algemesí, Alginet, Catarroja, Massanassa, Paiporta y Utiel.
Eso sí, ocho de esos centros reemprenden el curso en barracones, montados en sus mismos municipios para garantizar la continuidad escolar entre los recelos de las familias, preocupadas, y las quejas de los sindicatos, que han ido recabando datos de cada centro. Hablan de “total abandono”, de carencia de espacios donde preparar la bienvenida al alumnado y o de espacios alternativos donde trabajar “y reunirse en condiciones”. Es el curso tras la riada, con aulas prefabricadas que seguirán en pie largo tiempo hasta que se completen las reconstrucciones y unos sindicatos en pie de guerra que no evitan pedir la dimisión del conseller desde hace meses.