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El socorro de un fallecido a la teleasistencia: “Tengo medio metro de agua en casa”

Instrucción de la dana

La transcripción de otra de las conversaciones entre los servicios de teleasistencia y la hija de una de las víctimas de la dana de Valencia muestra el miedo de quienes no pudieron salvar a sus familiares

Una de las calles anegadas por la dana de Valencia de octubre de 2024 

El primero que llamó al servicio de teleasistencia avanzada de la Generalitat Valenciana fue el propio afectado. “Tengo medio metro de agua en casa”, le dijo a la operadora del servicio. Vivía en Catarroja, y tenía una movilidad reducida al 66%, según confirmó su hija en una de las siguientes llamadas, múltiples, que durante la tarde fue realizando al mismo servicio preocupadísima por su padre. Es la nueva historia transcrita de la tragedia de octubre pasado en Valencia que revela el sufrimiento de quienes no pudieron salvarse y el de sus familiares, desesperados por intentar conseguirlo. 

A la víctima le recomendó la operadora, tras esa primera llamada, que intentara “ponerse en un sitio alto. Voy a llamar a sus hijos, ¿de acuerdo?”. El hombre ya presumió que “a lo mejor no pueden venir en coche”. La operadora, consciente, le dijo que “no cogen el teléfono en los servicios de emergencias, están saturados”. En el segundo audio transcrito la operadora intenta conectar con el hombre y su ausencia de respuesta da una somera idea de lo que estaba pasando: “¿tiene el móvil en la mano? Su hija está yendo para allá ¿vale? Para intentar sacarle de allí. Quiero que tenga el móvil en la mano en todo momento, ¿me escucha? … Luis, por favor, contésteme…. Hola”. 

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La sucesión de llamadas posteriores se dan entre la hija del afectado, usuario de la teleasistencia avanzada, y diferentes operarias del mismo, que van conociendo detalles de la grave afectación que provocó la dana en la provincia de Valencia sin poder transmitir con seguridad cómo se encuentra la víctima. 

 ”Vale, y ¿qué me dice? ¿Que está acompañado de alguien, sí que ha acudido su tía, no?”, le pregunta la operaria. La hija contesta que “no, no, no, no. Él está solo. Mi tía no puede llegar hasta allí, es una mujer mayor, vive en otra casa”. La operaria entiende la gravedad y la intenta calmar: “Vale, pues no se preocupe, voy a avisar de que llega el agua por la cintura y que tiene movilidad reducida, ¿vale? Voy a avisar ya”. 

“Voy a avisar de que llega el agua por la cintura y que tiene movilidad reducida, ¿vale? Voy a avisar ya”, le decía la operaria de teleasistencia a la hija de la víctima

Por ejemplo en sus conversaciones se lee que “esto parece el fin del mundo, eh” y “está toda Valencia igual”, muestra del desasosiego de quienes intentaron llegar para salvar a los suyos. La hija del afectado se ponía en lo peor: “Hemos llegado llegar hasta la rotonda, y ¡qué va! Si ya el agua nos llegaba, hemos podido girar, sube por minutos el agua, yo no sé… si mi padre cogiéndose a las paredes, el pobre, pues… pero es que tiene un 66% de discapacidad”.

La transcripción también recoge las dificultades de conexión entre el servicio de teleasistencia y el 112, con varios mensajes continuados que repetían, en castellano y valenciano, que “ha contactado con 112 Comunidad Valenciana, nos encontramos en un episodio de lluvias y tormentas. Si tiene una emergencia, espere. En caso contrario, deje la línea libre”.

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En total, se aportan hasta 14 audios diferentes entre los servicios de teleasistencia y la víctima y sus familiares que muestran las dificultades de acceso, la desesperación y, lo peor, la ignorancia de saber qué había pasado con la víctima. La última conversación insiste en la misma idea: “Bueno, pues nada. Yo me imagino que mi padre, aun a malas, subiendo sentado en las escaleras con el culo subiendo para arriba a lo mejor ha podido ir subiendo, ¿sabes? No sé. Esperemos a ver que todo vaya bien. Estamos super preocupados”, decía. 

Poco después, en la misma charla, la operaria retieraba no tener información: “Nada. En el caso de que supiéramos cualquier cosa, nosotros te llamaríamos”, le dice. “Vale, vale, estoy pendiente, muchas gracias”, decía la hija. “Vale, buenas noches”. Hasta ahí.