Conseguir que la lotería reparta un premio en tu dirección es un reto que roza lo improbable; repetir esa suerte en más de una ocasión entra directamente en el terreno de lo casi imposible. La mayoría de jugadores sueñan con un único golpe de fortuna que cambie su vida, y quienes logran alcanzarlo suelen contarlo como una anécdota irrepetible.
La estadística juega en contra y los sorteos se suceden con millones de apuestas que quedan sin premio. Por eso, las veces en que un mismo participante logra salir agraciado más de una vez se convierten en historias que parecen desmentir cualquier cálculo previo y que sorprenden por la casualidad con la que se presentan.
Cosas del azar
La fortuna volvió a visitar al mismo hombre cuando menos lo esperaba
Ese fue el caso de un hombre francés que ya había ganado un millón de euros en el sorteo MyMillion y que, tiempo después, volvió a probar suerte. Lo peculiar es que la segunda vez ocurrió el mismo día en que se casaba de nuevo con su exmujer, en mitad de una jornada que ya era especial por sí sola.
Entre la ceremonia en el ayuntamiento y el cóctel posterior decidió sacar al perro a pasear para estirar un poco las piernas, y en ese paseo recordó que llevaba consigo un boleto que todavía no había comprobado.

El viaje de recién casados se transformó en el escenario de la confirmación oficial
Isabelle Césari, responsable de grandes ganadores en la Française des Jeux, explicó en declaraciones recogidas por los medios que “jugó al EuroMillones, así que decidió comprobarlo, y descubrió que había ganado un millón de euros otra vez, dos años después”. Esa confirmación cambió el tono de la boda y convirtió la anécdota del paseo en un recuerdo doblemente afortunado.
La propia Césari detalló cómo, durante el viaje de novios a Venecia, el hombre llamó a la compañía para dar la noticia y dijo: “Nunca lo adivinaréis, soy yo otra vez, he vuelto a ganar”. Esa llamada, hecha con la laguna de fondo, sirvió como confirmación oficial de que la suerte había vuelto a sonreír al mismo hombre.
En apenas dos años, aquel jugador pasó de celebrar un premio millonario a ver cómo la fortuna repetía con idéntica cantidad. Y aunque no hay cálculo matemático que lo respalde, la historia demuestra que, de vez en cuando, incluso lo que parece imposible, simplemente ocurre.