Hay historias que emocionan y la de Nada, una joven catalana, es una de ellas. Nacida en Hospitalet de Llobregat, Barcelona, más concretamente en el barrio de La Florida, fue víctima a los 9 años de un secuestro por parte de su vecino. Una historia que duró siete meses y que ocurrió en plena selva boliviana, donde sufrió maltratos de todo tipo.
Gracias al pódcast de La Fórmula del Éxito, presentado por el periodista Uri Sabat, tenemos la oportunidad de conocer más en profundidad su historia y, sobre todo, su perspectiva sobre el perdón. “Nada revela cómo esta experiencia límite redefinió su forma de ver la vida, la libertad y el propósito. Hablamos de trauma, transformación, salud mental, y de cómo encontrar luz incluso en los momentos más oscuros”, cuenta el entrevistador en el vídeo de Youtube.
Unas supuestas vacaciones
Inicio y llegada a Bolivia
Nada creció en una familia sin recursos de origen marroquí en el barrio de La Florida. En medio de esta situación de necesidad, un vecino, que parecía por aquel entonces 'perfecto' -servicial, amable, religioso-, se ganó la confianza de sus padres. “Nuestra situación era muy difícil. En La Florida, la gente ve solo delincuencia, pero yo digo que ese barrio está lleno de precariedad... y de sueños. Los niños quieren ser futbolistas, ganar un Grammy, un Nobel. Pero el barrio no te deja”, cuenta Nada en el pódcast.
“Como nosotros no teníamos ducha, él nos construyó una. Siempre venía con comida, nos ayudaba mucho. Años después, supe que era un prófugo de la cárcel de Bolivia por violar a sus dos hermanas y que vivía en España con pasaporte falso”, sorprende.
Confiaba en él y todo parecía legal hasta que llegamos a Bolivia
Una vez la relación del vecino con la familia estaba creada, llegó la propuesta de un viaje a Bolivia. “Yo confiaba mucho en él y tan solo tenía 9 años, así que me fui”, explica, “Todo parecía muy tranquilo y legal hasta que llegamos allí y destruyó toda mi documentación. Fue entonces cuando empezó el secuestro”, cuenta.
Sus padres denunciaron a la policía en cuanto se enteraron, noticia que llegó a los oídos del secuestrador. “Cuando él supo que nos estaban buscando, huimos hacia la selva. Ahí empezó la parte más dura”, asegura Nada a Uri Sabat.
“No hay película que la represente el lugar en el que nos encontrábamos. Todo era enorme, salvaje. Dormíamos en cabañas de troncos, o incluso al aire libre. Los mosquitos eran una barbaridad. Yo iba con chanclas hechas de neumáticos y aprendí a usar machetes... incluso tuve que matar una serpiente gigante a machetazos”, desvela.
Trabajos forzosos
El día a día en la selva
“En la selva trabajaba en chacos -parcelas de agricultura- de sol a sol. Luego, cuando la policía se acercaba más, nos fuimos aún más adentro, a campos de coca. Caminábamos durante días. Todo era ilegal. Pero además del trabajo, sufría maltratos y abusos todos los días. Fue esclavitud, fue matrimonio infantil, fue todo”, cuenta la joven.
Aunque, lo más sorprendente es su mentalidad durante todo el proceso. “Yo nunca perdí la esperanza. Tenía una libreta y estudiaba inglés cuando podía. Solo pensaba en volver a la escuela. Quería mantener mi nivel para no repetir curso”, afirma Nada.
Retorno a España
El rescate
Rescataron a la pequeña a través de un gran operativo de la Guardia Civil Española con ayuda de los militares bolivianos y la Interpol. “El mejor momento fue cuando escuché decir mi nombre con acento castellano, era como volver a casa”, explica en el podcast.
Al secuestrador lo condenaron en Bolivia 17 años por varios delitos. “Yo testifiqué y fueron sus propias hermanas que había violado quienes ayudaron a encontrarlo”, afirma. “No hay justificación para lo que hizo, pero yo no tengo rencor”, sorprende Nada.
Sabat, sorprendido, le preguntó a Nada si de verdad podía perdonarse algo así, a lo que ella respondió: “Sí. Pero no por él. Perdono por mí. Porque el odio ocupa espacio en mi corazón que quiero llenar con amor. No merece mi perdón, pero yo merezco estar bien”, defiende.

Nada, superviviente de un secuestro a los 9 años
La historia de Nada sigue en cinco centros de menores. Lugares que, tal y como ella relata, siguieron creándole heridas. “Tenías tus necesidades cubiertas, pero no vivías. No eras un niño. Intenté suicidarme dos veces porque no podía más”, sigue contando.
“Hoy lo cuento todo desde otro lugar. Ya no digo 'me secuestraron', digo 'viví una experiencia con 9 años'”, afirma.
Quiero que la sociedad escuche, que pongamos el foco en lo que de verdad importa: vivienda, educación, dignidad
“No vengo a contar mi dolor. Vengo a contar lo que he hecho con ese dolor. Lo importante no es que me secuestraron, sino lo que decidí hacer después. Quiero que los niños del barrio, los que aún recogen agua con garrafas, los que trabajan para ayudar a sus padres, sepan que hay esperanza. Pero también quiero que la sociedad escuche, que pongamos el foco en lo que de verdad importa: vivienda, educación, dignidad”, defiende Nada.