‘Standard Station’ de Ed Rushcha (1966)

El arte del automóvil

'Standard Station'. Ed Ruscha, 1966.

'Standard Station'. Ed Ruscha, 1966.

Album

No hay cosa más exaltante que encontrar la belleza o el objeto de interés en cosas que no están escondidas, sino a la vista, a pleno sol, y que estaban pidiendo silenciosamente: “¡Descúbreme!”.

A principios de los años sesenta del pasado siglo el joven artista Ed Ruscha solía hacer largos viajes en coche desde California a Oklahoma, por las “autopistas perdidas”, muchas veces solitarias, que atraviesan el gran continente. Se fijó en las gasolineras. Todos las vemos, pero él las miró. De hecho, toda su trayectoria artística parte del principio de fijarse en cosas comunes, vulgares, y encontrar en ellas no solo un símbolo de su tiempo y de su país sino una belleza desconocida. Y si no belleza, sí, por lo menos, algún atractivo, una llamada.

'Standard Station'. Ed Ruscha, 1966.

'Standard Station'. Ed Ruscha, 1966.

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Bien, si santa Teresa decía que Dios está también “entre las cacerolas” (de la cocina) ¿por qué no va a encontrarse la belleza también en las gasolineras, que es donde Ruscha la descubrió? 

Durante esos largos trayectos tomó fotos en blanco y negro de 60 de esas gasolineras que le salían al camino. De esas 60, eliminó las que le parecieron “demasiado interesantes” -o sea, las que manifestaban de una manera demasiado evidente, demasiado plástica y “bonita” las ideas de soledad y abandono, de utilidad, de tránsito y de decadencia- y se quedó con veintiséis. Publicó en 1962 un libro que se considera que es el primer “libro de artista” si no de la historia, por lo menos de Estados Unidos.

Toda su trayectoria artística parte del principio de fijarse en cosas comunes, vulgares, y encontrar en ellas no solo un símbolo de su tiempo y de su país sino una belleza desconocida

Ese libro, con el que descubría y celebraba una belleza banal, utilitaria, y como tal, honesta, le consagró de inmediato. Luego ha hecho muchas cosas diferentes, siempre en la corriente del arte pop en que se formó.

Por cierto, en sus óleos y acrílicos es un colorista sensacional. Pero buena parte del logro de estas fotografías de gasolineras, en algunas de las cuales, como precisamente en esta, están detenidos algunos bellos automóviles de diseño pomposo como carrozas industriales, característicos de aquella época y lugar, es que estén en blanco y negro. El blanco y negro es más elegante, desde luego, y Ruscha además quería imprimir a sus imágenes un aura intemporal, una sensación mitológica, y al mismo tiempo acentuar la monotonía, el parecido de esos lugares de paso. A partir de la publicación de su obra, ahora es más difícil pararse en una gasolinera casual, sin verla y sin pensarla.

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