Para muchos, San Fermín es mucho más que una fiesta: es la alegría hecha tradición, un torbellino de cultura, emoción y fervor que cada año llena Pamplona de vida y energía. Pero si hay algo que realmente late en el alma de esta celebración, ese es el encierro: un instante intenso, lleno de adrenalina y valentía, donde la pasión se siente en cada rincón de las calles. Con los años, el encierro ha cambiado, se ha vuelto más rápido y exigente, y quienes lo viven saben que requiere preparación y respeto constante. Sin embargo, más allá de todo, mantiene intacta esa esencia profunda: la mezcla perfecta entre el riesgo, el disfrute y el amor por una tradición que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.
Urko Milagro Abárzuza, de 31 años y natural de Pamplona, es uno de esos corredores que lleva el encierro en la sangre. Desde niño ha vivido de cerca la emoción de San Fermín, y nos comparte su experiencia y visión sobre esta tradición.
¿Qué significa para ti el encierro?
Bueno, para mí el encierro es San Fermín en estado puro. Es difícil de explicar con palabras, porque es algo que he vivido desde muy pequeño. Mis tíos tenían la librería de toda la vida en Santo Domingo y vivían en un primer piso allí mismo. Así que desde niño he visto el encierro todos los días desde su balcón, sin faltar ninguno. Es algo que se me metió muy dentro desde entonces. No sé, siempre he tenido esa ilusión desde pequeño. Siempre decía que de mayor quería correr el encierro, y la afición me entró muy pronto. Ya con 12 o 13 años me iba con mi tío a correr las vacas por ahí, un poco de extranjis, claro. Y yo tenía claro que en cuanto pudiera quería correr en Pamplona.
Urko Milagro, 31 años
Empecé con 16, aunque en realidad se supone que es con 18. Pero ya me metí, y ahora este es mi 17.º San Fermín corriendo. Mi hermano también corría, éramos los dos en casa, pero él cuando tuvo a la primera hija lo dejó. Así que de momento me he quedado yo solo con esta tradición.
¿Sueles correr todos los días de San Fermín o solo algunos?
Suelo hacer casi todos los encierros, aunque no siempre todos. Por ejemplo, el año pasado corrí todos menos uno: siete en total. Normalmente hago eso, seis o siete de los ocho. Algún año, cuando era más joven, con 20 o 21, pues igual te ibas un poco más de juerga y acababas corriendo solo cuatro en vez de seis, claro. Son épocas también. Pero ahora, ya más tranquilo, suelo hacer eso: seis o siete cada año.
¿Y este año?
Pues este año no lo tengo del todo claro. Yo siempre digo que voy día a día. La verdad es que con la txaranga acabamos reventados, y además este año tengo mi grupo nuevo, Mirari, con mis canciones y todo eso. Así que hasta el 11 quiero tomármelo con más calma. No es que no vaya a pasar nada, pero no va a ser tan a lo loco como otros años. Eso sí, por ejemplo, el 7 y el 14 los tengo asegurados.
¿En qué tramo sueles colocarte y por qué?
Corro siempre en Santo Domingo. Suelo empezar un poco más arriba de la hornacina, después del tercer cántico, subiéndome un pelín, pero todavía sobre asfalto, sin llegar a pisar el adoquín. Desde ahí arranco y normalmente me retiro más o menos a la altura de la Plaza de Santiago, detrás del Ayuntamiento. Depende un poco de cómo vengan los toros: si vienen más lentos, los cojo un poco antes y hago la carrera más larga; si vienen más rápido o me entra el miedo, igual me quito antes. Al final, el encierro en Pamplona no es como en otros pueblos donde los ves venir de lejos. Aquí vas más por intuición, por oído, y no los ves realmente hasta que los tienes a dos o tres metros, cuando la gente empieza a abrirse y dejan hueco para que veas la manada.
¿Cómo te preparas antes de correr?
Pues mira, mentalmente te diría que no hay forma de prepararse. Lo que se vive ahí es imposible de planificar antes. Es algo que no se puede explicar bien con palabras. Estoy seguro de que si le preguntas a otro corredor o corredora te dirá lo mismo: los momentos previos, el tercer cántico, el cohete… es algo único. Una vez suena el cohete y empieza la carrera, ya ni piensas. Ahí solo reaccionas, sale todo de forma automática. Pero los minutos previos… sobre todo el día 7, desde las 7:30 o incluso antes, ya estás con la cabeza en ello, con los nervios a flor de piel.
Urko Milagro, con pañuelo azul, delante de la manada
Mentalmente es algo imposible de experimentar antes; solo se vive estando ahí. Yo diría que no hay más preparación que plantarte y estar. Físicamente, claro que entreno, pero no para el encierro, sino para mantenerme en forma todo el año. Siempre he hecho deporte. Estos últimos años, por ejemplo, le he dado bastante al boxeo, aunque ahora desde Navidad lo he dejado algo apartado y he hecho más monte, más gimnasio, algo de correr por el monte. Últimamente, sí he metido más sprints y carreras cortas, pero más por el deporte que estoy haciendo que por preparar el encierro. Al final se trata de estar en forma y ya está. Porque al encierro va gente que hace deportes muy distintos… y hasta quien no hace deporte también corre.
Al final, lo importante es mantenerse en forma porque es una carrera muy explosiva y física. Además, hay muchísima gente, así que en cualquier momento puedes llevarte un golpe, un codazo o un mal gesto de alguien al lado que te saque de la carrera, o incluso acabar en el suelo. Por eso conviene estar lo más fuerte posible para lo que pueda pasar. No hay más secreto: es estar ahí, que te guste y que tengas la ambición de hacerlo, porque si no te atrae de verdad, evidentemente no te metes.
¿Tienes algún ritual o costumbre previa?
No tengo ningún ritual concreto antes de correr, salvo algo muy especial el día 7. Ese día siempre se canta la jota del encierro, y yo soy el guitarrista de ese grupo. Es un momento muy especial para todos, sobre todo por ser el primer encierro del año. Llevo haciéndolo desde 2016: somos guitarra, un acordeón y la cantante de la jota. El año pasado hubo relevo generacional: cantaron Susana y Haizea a dúo, y este año la cantó ella sola. Es muy bonito porque toco el primer cántico con la guitarra, luego la jota, y después mi aita se lleva la guitarra y se sube al balcón de mis tíos. Yo me quedo abajo para cantar los cánticos que faltan y ya salir a correr. Por eso el día 7 es para mí el mejor día del año.
Urko Milagro, con guitarra, el 7 de julio de 2024 durante la jota
¿Alguna experiencia intensa o memorable corriendo?
Recuerdo una, aunque ya ni me acuerdo del año exacto. Fue algo muy raro que no me había pasado nunca. Justo en el momento de empezar a correr, cuando ya han lanzado el cohete y sabes que la manada ha salido de los corrales, empiezas a moverte un poco hacia atrás. Yo suelo empezar algo más arriba de la hornacina, así que me subí un poco para arrancar. Y cuando todo el mundo va aún despacio, di como tres pasos de medio lado mirando y me tropecé conmigo mismo. Acabé en el suelo antes de que los toros hubieran llegado a donde estaban los primeros. Vamos, que me caí solo, sin que hubiera llegado ni la manada ni la presión de la carrera.
Cuando me caí, lo primero que hice fue quedarme en el suelo, como hay que hacer. Pero tuve la suerte de que al caer no me fui seco al suelo: rodé, di una voltereta por inercia y, sin darme cuenta, ya estaba de pie otra vez. Y no solo eso, sino que me levanté en medio de la calle sin molestar a nadie, que eso también fue suerte. Me quité enseguida en cuanto vi cuatro patas venir. Pensaba: “No sé ni cómo estoy de pie, así que mejor me salgo”. Pero es una anécdota que recuerdo muy bien. Hay otras cosas que solo te vienen a la cabeza si ves una foto o un vídeo, porque con toda la adrenalina que tienes, a veces tu mente borra partes del encierro.
¿Has sufrido alguna caída aparte de esa?
Muchas. Sobre todo de tener que tirarme al suelo porque estás apurado. Tengo una foto que me encanta de un día que, por no quitarme porque estaba disfrutando tanto de la carrera, le apuré a un toro que venía por la derecha y me tuve que tirar al suelo. Fue justo a tiempo, me acuerdo de que rodé, pero no sé ni cómo no me dio con el cuerno.
Se dice que los encierros ahora son más rápidos y la gente se prepara más. ¿Lo notas? ¿Cómo ha cambiado el encierro desde que empezaste?
Sí que se nota que los encierros son más rápidos ahora, sobre todo desde que salen del corral hasta la plaza, aunque depende mucho del tramo. Pero eso no siempre tiene que ver con cómo vayan justo en el tramo donde tú corres, porque a veces sí que van seguidos sin parar, y antes era distinto, que siempre se te quedaba algún toro atrás, que no venían todos juntos. Antes, en Estafeta por ejemplo, la manada se partía más, y pasaban más cosas, cornadas, líos... Ahora, con el tema del antideslizante, que lleva años, y que entrenan mucho a los toros y a los cabestros, que esos bichos pesan una tonelada y corren un montón, la cosa ha cambiado. Los cabestros corren mucho porque están muy entrenados, y suelen ser los mismos cabestros durante años, con alguno que cambia, pero más o menos siempre igual.
Urko Milagro, en el suelo, durante un encierro
Yo llevo como 15 o 16 años corriendo, y la verdad es que se nota que son más rápidos. Aunque hay días, por ejemplo en la Cuesta de Santo Domingo, que me da la sensación que van bastante despacio, y a mí me mola que vayan rápido, que sea una carrera explosiva, un sprint. Luego, cuando hablas con la familia que está en el balcón o con alguien que lo ha visto por la tele, te dicen “¡qué rápido ha ido hoy!”, pero la verdad es que la impresión en la tele y la que tú tienes en plena carrera es muy distinta. La realidad que vivimos nosotros es otra cosa.
¿Tienes alguna ganadería favorita para correr?
La verdad es que muchos días ni sé qué toros corro, eh. Igual pregunto, “oye, ¿qué toca hoy?”, porque antes de San Fermín siempre miras qué ganaderías van y en qué orden, pero luego con tanto lío y cosas, pues ya no estás pendiente al 100%. Pero desde hace muchos años, desde 2011 que fue mi segundo año corriendo, que tenía 17 años, para mí la ganadería que más me gusta es Fuenteymbro. Estéticamente me gustan muchísimo. Tienen muy buenas cabezas, los cuernos los llevan bien puestos, no sé cómo explicarlo técnicamente, pero no los tienen muy arriba, están muy en punta, son toros muy bonitos.
Además es muy fácil que se salgan de la manada. Sobre todo en Santo Domingo. Tú ahí corres con la manada, no puedes elegir qué toro te toca, porque si se parte la manada en Estafeta, igual vienen primero dos cabestros y a los cinco metros vienen dos toros, y ahí puedes decidir si te metes con los cabestros o con los toros, pero en Santo Domingo tú tienes que ir con lo que venga.
Puede que sea casualidad, eh, que esos toros a veces se salgan un poco de la manada, pero al final son animales, no sabes cómo van a reaccionar. Puedes mirar estadísticas, cómo han ido otros años, pero siempre es una sorpresa.
¿Qué le dirías a alguien que está pensando en correr su primer encierro? Algún consejo o advertencia.
Que tenga cuidado. Es un encierro muy diferente a los otros. Normalmente, ves a la manda venir, aquí no. Lo más peligroso es la gente, estamos un montón, no los ves hasta que tienes dos metros literalmente, puedes oírlos y no verlos todavía, por eso creo que hay que tener cuidado. Y, sobre todo, que disfrute, que se pasa miedo, sobre todo la primera vez, pero merece la pena. Todos, da igual que sea tu primer año o el 16, que cinco segundos antes piensas en irte. Seguro que lo piensan hasta los que llevan 40 años corriendo, pero si te lo has planteado porque te gusta: quédate. Ese miedo hay que pasarlo, cuando suena el cohete se convierte en una experiencia increíble. Cuando se van siempre piensas en repetir.
