El cuerpo humano está formado entre un 60-70% por agua, y por ende, es fundamental para vivir. Sin pensarlo, está presente en nuestras comidas, en el ejercicio y, en general, en todos los momentos del día. A partir de esta necesidad, han surgido diferentes tipos de agua, entre ellas el agua embotellada. En muchos lugares se bebe agua directamente del grifo; sin embargo, en grandes ciudades, aunque sea potable, se tiende a comprarla, no solo por su sabor, sino para evitar la cal.

Agua embotellada.
Respecto a este tema, la nutricionista y experta en salud hormonal, Marta León, ha compartido su opinión a través de las redes sociales donde explica por qué prefiere el agua del grifo filtrada frente al agua embotellada. “El agua embotellada es la peor opción para tu salud hormonal”, explica, sobre todo para aquellas personas que sufren problemas relacionados con el equilibrio hormonal.
Esta afirmación lo sustenta con el estudio Bottled Water Can Contain Hundreds of Thousands of Nanoplastics, publicado en 2024 por la Universidad de Columbia en la revista PNAS. Este estudio analizó varias marcas y se descubrió que contenía cientos de miles de partículas. Antes se estimaba que había unas 300 partículas por litro, pero con este estudio se demostró que la cifra real oscila entre 110.000 y 370.000.
Cuando tú vas a comprar agua embotellada en el supermercado casi siempre es agua que lleva como mínimo semanas
“Ahora sabemos que hay entre 1100.000 y 370.000 partículas por litro. En una botellita de un litro que quizás te bebiste ayer, hay casi medio millón de partículas flotando”, afirma. El problema de estas partículas es que se comportan como disruptores endocrinos, sustancias que alteran el equilibrio hormonal. Al ser tan pequeñas, pueden atravesar las células e incluso llegar al cerebro, lo que obliga al organismo a hacer un esfuerzo extra para eliminarlas. Según León, en mujeres con endometriosis, síndrome de ovario poliquístico, acné o menstruaciones abundantes, beber de forma habitual agua embotellada significa añadir una carga mayor al cuerpo.
Además, destaca que el agua embotellada suele pasar semanas, meses antes de llegar al consumidor, lo que incrementa la transferencia de plásticos. “Cuando vas a comprar agua embotellada en el supermercado casi siempre es agua que lleva como mínimo semanas, quizás meses o no sabemos si años, señala. Entonces estos compuestos, además de contaminar el planeta, se transfieren al agua que bebemos. Y aunque no lo hacen igual en verano que en invierno, algo que tenemos que saber es que con el calor la transferencia del envase al agua se multiplica hasta por 10”, añade.
Algo que tenemos que saber es que con el calor la transferencia del envase al agua se multiplica hasta por 10
Por ello, León recomienda precaución en verano con las botellas que quedan al sol o dentro del coche durante varias horas. “No la bebas, de hecho yo te diría que no se la des ni a las plantas porque pobrecitas. Si además se la das a una planta que luego te vas a comer tipo tomatera o algo así, menos todavía. Utilízala si quieres para limpiar los vidrios del coche como mucho o para limpiar, yo qué sé, para lo que quieras, pero que no tenga que ver con tu piel ni tenga que ver, por supuesto tampoco con dársela a ningún ser vivo”, advierte.
Por eso, la nutricionista cree que la mejor opción es “el agua del grifo filtrada porque es muchísimo más segura que el agua embotellada para tu salud hormonal”. Aconseja usar filtros para eliminar restos de metales, pesticidas, cloro o microplásticos de las tuberías. Eso sí, advierte que después conviene remineralizarla, ya que algunos filtros pueden eliminar también minerales beneficiosos como el magnesio o el calcio. Para hacerlo, recomienda añadir un chorro de agua de mar, usar polvos remineralizantes o incorporar rodajas de frutas como limón o pepino.
Otro tipo de agua que recomienda es el de manantial directo, recogida en fuentes naturales, que considera rica en minerales, libre de tóxicos y generalmente, consumida al mismo día. En todos los casos, sobre todo en climas cálidos, para impedir la liberación de compuestos plásticos.