Natalia Martínez, docente española en Alemania: “En España los niños tienen que hacer fichas y se les evalúa mucho más, mientras que en Alemania aprenden jugando. La libertad que tienen es distinta”

Españoles

“Aquí los niños deciden todo, incluso el cambio de pañal. Si no quieren que alguien los cambie, no se les obliga y llamamos a los padres para que intervengan”, cuenta Natalia

Natalia Martínez, profesora española en Alemania

Natalia Martínez, profesora española en Alemania

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La gestión de la educación en España en comparación con otros países europeos ha sido objeto de debate en múltiples ocasiones. A menudo, el sistema educativo español ha sido cuestionado y señalado como menos competitivo que el de nuestros países vecinos, lo que genera un intenso revuelo cada vez que se ponen sobre la mesa los resultados académicos, las metodologías de enseñanza o las oportunidades laborales derivadas de la formación.

Natalia Martínez, una sevillana de 25 años que lleva seis viviendo en Alemania, conoce de primera mano estas diferencias. Llegó al país sin saber una palabra de alemán y, aunque necesitaba un nivel B1 para poder trabajar, logró aprender el idioma en un pequeño pueblo, donde la adaptación no fue sencilla. Hoy, tras haber estudiado y obtenido sus títulos, comparte con La Vanguardia su visión sobre las grandes diferencias que ha encontrado entre el sistema educativo español y el alemán, y cómo estas han marcado su experiencia personal y profesional.

Como profesora de infantil, Natalia asegura que los sistemas son totalmente diferentes; no tienen nada que ver. En Alemania, los kindergarten van de 0 a 6 años, mientras que en España el preescolar es de 3 a 6 años. “La libertad que tienen los niños para jugar y aprender jugando es totalmente distinta. En España, los niños se sientan, tienen que hacer fichas y se les evalúa mucho más”, explica. 

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Natalia Martínez, española en Alemania

Por el contrario, en Alemania el aprendizaje es mucho más libre: los niños aprenden principalmente jugando. Lo único más estructurado es el año previo a la primaria, una especie de preescolar, donde los niños de cinco años tienen una clase a la semana con contenidos específicos. “Antes de esa edad, las actividades son más temáticas y flexibles: se trabajan estaciones, conceptos o temas variados según la escuela y el enfoque del centro, por ejemplo Montessori. Pero, en general, es un sistema mucho más libre que el español y muy enfocado en la exploración y el juego”, aclara.

La autonomía de los niños alemanes en el colegio

Natalia comenta que en Alemania los niños deciden casi todo. “Por ejemplo, no se les puede obligar a comer, y algo muy curioso es cómo se maneja el cambio de pañal: ellos eligen con quién quieren que se les cambie. En España, como he visto en la mayoría de las prácticas, normalmente las chicas que están de prácticas cambian los pañales de los niños”. Además, explica que en Alemania esto no ocurre: las personas en prácticas, que están solo unos meses o un año, no pueden hacerlo porque no está permitido. “Siempre preguntamos a los niños quién quiere que los acompañe al cambio de pañal, y si dicen que no quieren a alguien en concreto, no se les puede obligar. En ese caso, llamamos a los padres, porque el niño tiene derecho a decidir”, revela.

Natalia Martínez con una de sus alumnas

Natalia Martínez con una de sus alumnas

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Sobre los docentes

Natalia trabaja en un kindergarten bilingüe llamado Lumiland On Campus, donde es profesora de inglés. “Soy la nativa del grupo: somos tres maestros para 22 niños, dos de ellos alemanes y yo, que hablo inglés como native speaker. También contamos con una chica en prácticas. Ahí se nota otra gran diferencia: en España normalmente sería solo un profesor y una chica de prácticas”.

“Aquí nuestro rol es mucho más acompañar al niño en su desarrollo durante el juego, ofrecerle lo que necesita y apoyarlo. En España, en cambio, es mucho más estructurado: tenemos marcado lo que debemos enseñar, con temas específicos y fichas para que los niños aprendan, por ejemplo, colores o números. Todo está bastante dictado”, explica. En Alemania, en cambio, se acompaña al niño de manera natural, y solo en el último año de kindergarten se enseñan algunos contenidos más específicos.

Cómo se estructura la jornada escolar

La jornada escolar empieza a las ocho: los niños llegan y se les deja tiempo para el juego libre y el desayuno hasta las 9:30, cuando se recoge. “A partir de las diez tenemos la Morning Circle, una asamblea en la que cantamos, jugamos y hablamos sobre el tema del momento”, explica Natalia. “Por ejemplo, en mi grupo ahora estamos terminando el tema de los piratas y nos preparamos para empezar con otoño. Hablamos sobre lo que ocurre en esta estación y salimos a los parques a recolectar hojas o castañas, que luego usamos en actividades y dibujos”.

Después de la asamblea, salen al exterior todos los días. “Incluso con frío o un poco de lluvia, siempre es importante que los niños estén en contacto con la naturaleza; solo cuando llueve mucho se quedan dentro”, cuenta. A las 12 es la hora de la comida, que dura hasta la 1. Luego entran en la fase tranquila: algunos niños duermen, otros leen o realizan actividades calmadas, mientras los acompañamos. Más tarde tienen un snack de media hora, y alrededor de las tres de la tarde los padres comienzan a recoger a los niños, aunque el centro permanece abierto hasta las 5:30. Durante la tarde se ofrecen actividades, juego libre, salidas al gimnasio y tiempo para explorar por su cuenta.

La importancia del juego y las actividades prácticas en Alemania

La escuela donde trabaja Natalia ofrece a los niños todo tipo de materiales y espacios. “En cada clase tenemos una habitación extra dedicada a una actividad específica. Por ejemplo, yo tengo la habitación de construcciones, con Legos y piezas para que los niños desarrollen su creatividad”. También cuentan con una librería, una cocina para niños, una habitación de muñecos y otras más. “A veces me cuesta traducir directamente del alemán al español todos los espacios y actividades, ¡pero la idea es que los niños tengan muchos ambientes para explorar!”, aclara.

Los niños socializan de manera diferente aquí, sobre todo porque hay mucha gente de distintos países

Natalia Martínez, docente española en Alemania

Además, hay talleres variados, como uno con herramientas pequeñas y sierras para crear objetos, un taller de pintura y una sala de música con instrumentos. “En total somos diez clases, y cada una tiene un aula extra específica. Podemos llevar a los niños allí durante una hora o el tiempo que podamos”, comenta.

Diferencias en socialización y resolución de problemas

“Los niños socializan de manera diferente aquí, sobre todo porque hay mucha gente de distintos países”, cuenta Natalia. Además, su escuela pertenece a una empresa internacional, así que hay muchas nacionalidades. Los niños aprenden varios idiomas: algunos hasta tres o cuatro, hablan alemán, inglés y su lengua materna. “Es interesante ver cómo se van aprendiendo entre ellos y, al llegar a primaria, ya manejan varios idiomas con un nivel de inglés bastante alto”, destaca.

El reto personal de ejercer como docente en el extranjero

“Como reto personal, el alemán ha sido complicado; aprenderlo y hablarlo no es fácil. He estudiado el idioma, he obtenido mis títulos, pero aún así resulta difícil. Los niños ayudan muchísimo, porque interactuar con ellos te obliga a usar el idioma constantemente”, asegura. También explica que fue un desafío encontrar trabajo. “He buscado puestos bilingües y he trabajado en escuelas infantiles en español, que también existen aquí. Mi objetivo a futuro sería trabajar en una escuela alemana para perfeccionar mi alemán al 100%”.

Hay muchísimas empresas y escuelas, tanto privadas como del Estado, lo que facilita encontrar trabajo

Natalia Martínez, docente española en Alemania

Otra dificultad es ganarse la confianza y el afecto de los niños. Aunque se aplique a un puesto bilingüe, hay que entender a los niños, que en su mayoría no hablan inglés, y también a los compañeros y padres, que pueden hablar otro idioma, así que hay que manejar varias lenguas al mismo tiempo para comunicarte y enseñar eficazmente.

Sobre el trabajo allí

“En general, animaría a la gente a venir a trabajar aquí, sobre todo por las condiciones laborales. Sé que puede resultar un poco frustrante para quienes ya han trabajado como profesoras de infantil en España, porque aquí el enfoque es diferente: gran parte de la mañana se dedica a acompañar a los niños en el juego libre, en lugar de dictarles constantemente qué hacer. Eso puede resultar chocante al principio”.

Aparte de eso, Natalia cuenta que los salarios y las condiciones son muy buenos. “Hay muchísimas empresas y escuelas, tanto privadas como del Estado, lo que facilita encontrar trabajo. Y, sobre todo, la mayoría de las escuelas ofrecen un entorno de trabajo con muy buenas condiciones”, concluye.

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