Tu historia
Profesiones con alma
En Guyana Guardian queremos dar a conocer tu experiencia trabajando. ¿Sientes que tu oficio no está suficientemente valorado?, ¿Tienes una historia laboral única? Si detrás de tu profesión hay una historia inspiradora, escríbenos a [email protected]
Para Selu Marín, dedicarse a la carpintería no ha sido un camino de rosas. A pesar de que hoy lleva con orgullo el nombre de “carpintero”, sus inicios no fueron fáciles. Es una profesión que ama desde muy pequeño: creció entre herramientas y talleres, heredando la carpintería de su familia. Desde niño aprendió en el negocio familiar, donde empezó lijando y ayudando con los muebles. Gracias a esas bases, poco a poco fue desarrollando un gran amor por el oficio, lo que le llevó a trabajar en otras carpinterías y descubrir que eso era a lo que quería dedicarse el resto de su vida.
Finalmente, tras haber trabajado en diversos lugares, Marín decidió lanzarse por completo a emprender y ejercer como autónomo. Sin embargo, estos comienzos no surgieron de la nada: pudo apoyarse en la experiencia acumulada y en los conocimientos adquiridos a lo largo de los años, trabajando en distintos talleres. Con esa sólida base, se lanzó a perseguir sus sueños y dedicarse a lo que realmente amaba.
Carpintero
Tuvo que empezar prácticamente de cero: contaba con muy pocos recursos y apenas clientes. “Me hice autónomo sin tener prácticamente nada para vivir. Todo lo que teníamos lo gastamos en herramientas, y además no tenía clientes; literalmente, no tenía nada con qué empezar”, relata en una entrevista para Sector Oficios Podcast. Sin apenas herramientas propias, dependía de lo que le prestaban familiares. Durante los primeros meses trabajó sin descanso, dedicando su tiempo a aprender, practicar y ganarse la confianza de quienes lo contrataban.
Gracias al apoyo de su suegra y familiares, pudo instalar su primer taller, donde empezó a recibir pequeños encargos que le permitieron crecer poco a poco. “La primera clienta me llegó por recomendación, y a partir de ahí, gracias al boca a boca y a publicar mi trabajo en redes sociales, mi taller empezó a crecer poco a poco”, explica. Así logró sentar las bases de su negocio actual como carpintero autónomo.
Para Selu Marín, cada cliente representa mucho más que un simple encargo: es alguien que confía en su trabajo y en su esfuerzo. “Cada persona que me contacta… ha invertido mucho trabajo y dinero para poder contratar un servicio mío. Por eso creo que le debo honradez y transparencia”, explica. Desde el primer contacto hasta la entrega final, se esfuerza por ofrecer siempre lo mejor, “sin escatimar en materiales ni en tiempo, tratando a cada cliente como si fuera de mi propia familia”.
Carpintero
Además, su compromiso va más allá de la técnica. El profesional considera que un buen trato y un trabajo bien hecho generan vínculos duraderos. “Cuando salgo de una casa, dejo un amigo… me están dando de comer, entonces yo no puedo fallarle”, afirma en la entrevista. Para él, la relación con los clientes se basa en respeto y cercanía, escuchando sus necesidades y explicándoles cada paso del proceso, de modo que confíen plenamente en su criterio y en la calidad de su trabajo.
Selu considera que la honestidad y la dedicación siempre tienen recompensa. “Para mí no hay competencia… si haces bien las cosas, la vida te lo devuelve”, asegura. Esta filosofía se refleja en cada uno de sus encargos: tiene muy claro cómo trabajar, cumple los plazos, revisa cada detalle y corrige cualquier fallo. No se limita a cumplir un encargo; busca generar una experiencia positiva y dejar al cliente satisfecho, de manera que pueda recomendar su trabajo a otros, consolidando así su reputación a través del boca a boca y la confianza.


