Los artesanos de la 12 Vendôme han llevado la creatividad y el legado de la marca que enamoró a Napoleón Bonaparte, y más a la emperatriz Josefina, a otro nivel. A la excelencia. La obsesión sigue siendo la misma, la naturaleza, y las piezas son, como siempre, versátiles y transformables, pero la nueva colección de alta joyería es la más bella jamás concebida. Una auténtica lección de botánica en forma de 54 obras de arte plenamente conscientes del futuro (Chaumet se asegura de trabajar únicamente con materiales que puedan ser trazables) construidas como un tríptico que narra la historia de una naturaleza eterna, efímera y renaciente.

Chaumet
“Las más voluminosas expresan de manera experta opulentos y trepidantes ejemplos de la naturaleza con esculpidos del oro que hacen una llamada a las combinaciones de engaste más atrevidas, y todas hablan de la naturaleza en su libertad de forma y color”, explica Charles Leung, consejero delegado de la marca, orgulloso de seguir mimando las raíces y de seguir haciéndolo como siempre y donde siempre. En la Place Vendôme, que fue donde, en 1780, su creador Marie-Étienne Nitot engastó el famoso diamante El Regente en la espada consular de Napoleón Bonaparte (la futura “espada de la coronación”, en 1802) para convertirse después en el joyero oficial del emperador y en el más solicitado de Europa. O a otras de las tiendas de la firma. Son pocas: “Tenemos menos de cien boutiques, porque no somos para todos”, recuerda Leung, que está presente en la calle Ortega Gasset de Madrid y acaba de inaugurar una en el número 23 del paseo de Gràcia, la avenida del lujo de Barcelona.

La nueva colección de alta joyería evoca la belleza de la naturaleza efímera, eterna y renaciente
Las especies silvestres y resistentes conviven con plantas cultivadas en el primer capítulo de esta nueva colección bautizada con un contundente Joyas de la Naturaleza. Combinando la heredada precisión botánica de los diseños de Chaumet y la maestría joyera, capturan la delicadeza, capacidad de resistencia y osadía de especies silvestres como la rosa canina, el helecho, el trébol o la estrella de campo brotando libre entre los campos de avena. En el segundo conjunto de esta colección de altísima joyería, la protagonista es la naturaleza efímera, rica en evocaciones, donde las flores y las mariposas brillan en un instante fugaz. Capturan la elegancia de toda flor que aparece y desaparece en un suspiro.

La protagonista de las piezas de Chaumet es la naturaleza efímera
El valor de lo transitorio pero sublime con que Chaumet alza la voz por la preservación de los ecosistemas que están en peligro. Y el tercer capítulo cierra con un himno a la naturaleza renacida, capaz de regenerarse indefinidamente. Libélulas y herrerillos azules vuelan entre un cuarteto de plantas que en su día enamoraron a la emperatriz Josefina, la magnolia, el iris, la dalia y el nenúfar y su capacidad. Pero también hay un capítulo dedicado a la abeja, inseparable de la historia de la casa, otra vez por obra de Napoleón, que la eligió como el emblema imperial de poder, y que en Joyas de la Naturaleza se homenajea en siete broches que incorporan el motivo del panal, que se extiende incluso a los engastes en garra.